EnglishComo es de saberse, la política de tener un solo hijo en China originó una generación de niños ilegítimos que apenas poseen derechos constitucionales o humanos efectivos en ese país. En resumen, son aproximadamente 90 millones de niños, los cuales trabajan en fábricas y ganan menos de un dólar estadounidense al día.
Pero lo que muchos no saben es que China en sí tiene un tercer hijo, uno ilegítimo y explotado, que igualmente no tiene derechos constitucionales y gana dos dólares diarios: Venezuela.
Lo locuaz de todo esto es que la dependencia de Venezuela frente al país asiático fue elección propia del Gobierno socialista desde hace 15 años. Entre convenidos, acuerdos, financiamientos y “fondos”, Venezuela actualmente tiene una deuda con China estimada en US$25,7 mil millones. Para ilustrarlo mejor, si consideramos la proyección poblacional para el año 2014 de 30.206.307, entonces cada venezolano le debe a los chinos unos $850,8.
Ante esto surge una gran interrogante: ¿Cómo vamos a pagar todo eso? y peor aún: ¡¿Cómo vamos a pagar eso en dólares?! El sueldo mínimo de un venezolano es de Bs. 4.251,40, que a la tasa de cambio no oficial da como resultado que el sueldo mínimo sea US$54. Es decir, el venezolano trabaja por apenas $2 diarios.
Somos el tercer hijo de China. Los Gobiernos totalitarios de Hugo Chávez, y ahora Nicolás Maduro, establecieron una nueva clase de servidumbre para todos los venezolanos. No sólo tenemos un futuro truncado, sino que ya la sumisión es impresionante.
Durante la visita fugaz del presidente Xi Jinping a Venezuela, el país se adornó con fotos, pancartas y propaganda que sugería que el dueño de Venezuela había llegado. “Xi Jinping, bienvenido a la tierra de Chávez y Bolívar” realmente significó, “Xi Jinping, este es tu tercer hijo, este es el país que compraste”.
La segunda gran interrogante a esta problemática es que si vamos a ser el tercer hijo explotado por siempre. Citando a Ayn Rand, “El hombre que produce mientras otros disponen de su producto, es un esclavo”, es necesario que la gente sepa que en Venezuela ¡somos esclavos!
Es necesario que se sepa que se está surtiendo en este momento alrededor de unos 550.000 barriles diarios a China, que la mayoría de las empresas expropiadas están siendo compradas por testaferros chinos, que se han “invertido” —o más bien han desaparecido— más de US$50 mil millones en un país que atraviesa graves problemas de desabastecimiento, falta de servicios públicos, inseguridad, crisis en el sector salud. En Venezuela no se observa ninguna gran obra de gran magnitud, donde la demagogia de que “estamos haciendo negocios con el gigante” realmente significa que estamos siendo aplastados, no solo económicamente, sino peor aún: en las ideas.
Una vez leí que las tres palabras más temidas de la economía mundial eran “los precios chinos”, pero hoy en día para todos los venezolanos creo que las peores palabras son “la ideología china”, esas llenas de represión, de sumisión, de relación suma cero, de explotación, de sueldo a US$2, de hastío. Y en todo esto, ¿dónde quedan las ideas de libertad y progreso? Supongo que debajo de la deuda.
El modelo socialista del siglo XXI, que no se cansó con destruir la economía en estos 15 años, sino que ahora está entrando a terrenos más peligrosos, está empeñando el futuro de todos los venezolanos. Muchos de ellos ni siquiera están de acuerdo con las ideas fracasadas colectivistas; no sólo se está violando la libertad de elegir, sino que se está aplicando vilmente la dictadura de las mayorías.
El futuro de Venezuela es incierto, no sé si vamos a seguir siendo el tercer hijo por mucho más tiempo, o si algún día vamos todos a despertar y a entender la importancia que tiene ser soberano, independiente y libre. Donde cada empresario pueda trabajar libremente sin coacciones a construir por si mismo una economía fuerte y próspera, donde se pueda estar en desacuerdo, donde puedas pararte en una plaza y protestar, sin terminar como Tiananmen en 1989.
Espero que los venezolanos entiendan que “nuevas operaciones de financiamiento” con China nos están llevando a nuevos caminos de servidumbre.