EnglishCon el retorno a clases de los estudiantes en el hemisferio norte, y las deudas de los mismos sobrepasando el billón de dólares en Estados Unidos, el mercado de la educación superior pareciera estar en su auge. Hoy en día, sacar un préstamo estudiantil es más fácil que nunca; frecuentemente las universidades pasan publicidades en televisión y radio, informando al público de la importancia de obtener un título universitario.
A pesar de esta alza en la comercialización de la educación, cada vez más y más potenciales universitarios se preguntan si endeudarse vale la pena.
La educación con fines de lucro es el blanco de duras críticas, muchas veces por razones válidas. Estas universidades a menudo intentan aumentar las inscripciones con el fin de beneficiarse de la ayuda financiera del Estado; mientras más estudiantes, más dinero perciben a través de los préstamos estatales concedidos a los estudiantes. Sus prácticas son poco éticas, y además, sus graduados, muchas veces no rinden al nivel de aquellos que se gradúan de escuelas sin fines de lucro.
Esto abre oportunidades para la innovación. Mientras muchas escuelas con fines de lucro han sido criticadas por consumidores insatisfechos, la necesidad de alternativas al modelo tradicional universitario, incluyendo las deudas que le acompañan, ha sido terreno fértil para las universidades con fines de lucro. Atlantic publicó recientemente un artículo acerca del Proyecto Minerva, por ejemplo, un curso masivo en línea, o MOOC por sus siglas en inglés. Otras compañías también se interesan en sustituir a las universidades tradicionales reviviendo al aprendizaje como formación en experiencia.
Una de estas compañías es Praxis, que brinda un programa de 10 meses por un precio menor al de un semestre en una universidad común. Fundada en 2013, Praxis vincula a estudiantes con pequeñas y medianas empresas y startups, con la finalidad de darles una oportunidad de ver cómo es una carrera en el mundo real.
Los estudiantes de este programa no están limitados por su ubicación geográfica, y pueden participar desde donde sea que se encuentre el negocio de su interés. Para aquellos estudiantes que van a la universidad exclusivamente para obtener un trabajo bien pagado, la opción ofrecida por Praxis puede representar un ahorro de tiempo y dinero considerables.
“El problema de las universidades sin fines de lucro es que el proveedor del bien (los profesores) y los consumidores (los estudiantes) no están alineados directamente. Existen tantos niveles entre los proveedores de la educación —y de como estas universidades generan ganancias— que los profesores no rinden cuentas directamente a los estudiantes”, declaró el director ejecutivo de Praxis, Isaac Morehouse. “Entre la burocracia académica, los préstamos y subvenciones estatales, las donaciones de exalumnos y otras fuentes, las universidades no necesitan satisfacer las necesidades de cada estudiante que cruza sus puertas”.
Esta es la razón por la cual el modelo de lucro es tan importante para Morehouse. Al proveer una señal de ganancia/pérdida, los participantes realmente llegan a ser considerados como consumidores, y no como el engranaje de una máquina. “La alternativa con fines de lucro le da a los estudiantes poder directo sobre las instituciones educativas”. Si un estudiante no se encuentra satisfecho con aquello que obtiene con su inversión, “[su] dinero dejará de entrar en las cuentas de su universidad y éste les dirá a sus amigos y cercanos que no pierdan tiempo con la institución en cuestión. La retroalimentación es rápida e inexorable. La rendición de cuentas y resultados de las instituciones con fines de lucro es de gran importancia”.
Actualmente, los resultados de Praxis muestran haber graduado toda una clase de estudiantes que consiguieron ofertas de trabajo a tiempo completo iguales o mejores que los estudiantes graduados de universidades convencionales. El programa ha lanzado su segundo curso y se encuentra buscando formas de incrementar sus ofertas en los años venideros.
Minerva es otro programa que trabaja en el formato con fines de lucro ofreciendo un programa académico con una duración de cuatro años, de forma parecida a las universidades tradicionales, pero con un diseño curricular único y viajes alrededor del mundo. A un costo de US$28.000 por año, Minerva tiene un precio similar al de una universidad tradicional pero ofrece una formación intelectual y cultural superior a aquella brindada en universidades tradicionales. Minerva ofrece la oportunidad de vivir una experiencia educativa para quienes no ven al trabajo o las actividades empresariales como su prioridad inmediatamente después de terminar los estudios secundarios.
Mientras que las universidades con fines de lucro han tocado fondo en la prensa popular, esto no significa que el modelo debería también hundirse. Por el contrario, este formato podría dar una bocanada de aire fresco a aquellos estudiantes que se sienten como una cifra más para universidades que no satisfacen sus necesidades, y en las cuales los profesores se encuentran mucho más enfocados en la investigación académica. Los emprendedores podrían ser la solución a lo que se considera un estancado mercado de la educación.