¡El fin se acerca! Luego de leer a los bloggers del Huffington Post Quebec, a uno le da la sensación que las medidas de austeridad propuestas por el Gobierno provincial de Phillippe Couillard acarrearán violentas reacciones de inimaginable proporción. Aparentemente, los quebequenses deberían tomar en cuenta las fallidas medidas de austeridad europeas y simplemente continuar manteniendo al status quo.
Solo que existe un problema con este enunciado: casi no hubo medidas de austeridad en Europa. En realidad, muchos Gobiernos europeos han sido excesivamente ostentosos desde el 2007 incrementando gastos públicos, lo cual ha perjudicado al crecimiento económico.
Ya sea en Francia, Grecia, España, Portugal, o Italia, el aumento de gastos públicos y el crecimiento del PIB están reflejados como en un espejo: el crecimiento de uno restringe al otro. Por otra parte, las naciones que han mantenido el gasto bajo control — aquellas que han sido “austeras” — como Polonia, El Reino Unido, Estonia, Suecia, y Latvia han tenido un crecimiento mucho mayor.
Utilizando los datos del Instituto de Estadística, hice algunos cálculos para el caso de Quebec. Sin tomar en cuenta las posibles discrepancias — debido a divergencias en la metodología — es observable la tendencia al incremento del gasto público en Quebec entre 2006 y 2012, habiendo llegado a ser 23% del PIB.
El dinero de otra gente
Más allá de la falsa austeridad, existe un problema fundamental con las ideas de aquellos que se oponen a los sugeridos recortes presupuestarios: el altruismo hipócrita que ahora yace expuesto a la vista de todos. Ya sean las organizaciones comunitarias, grupos estudiantiles, o sindicatos obreros, todos están de acuerdo con que les corresponde recibir el dinero de otra gente, por medio de la intervención masiva del Gobierno.
A todos los marxistas que cuestionan el robo de la “plusvalía” … les recuerdo que las teorías del valor, propuestas por su gurú, han sido demostradas como falsas desde hace mucho.
No lo son. Todo aquel que argumenta tener derechos sobre el dinero de otra persona, está efectivamente a favor de la esclavitud. Evidentemente, apoderarse del 100% del fruto del trabajo de otra persona es considerado como esclavitud; siguiendo este razonamiento entonces, ¿cual es el porcentaje en el cual ya no se considera a esta practica como tal?
A todos los marxistas que cuestionan el robo de la “plusvalía”, mientras que al mismo tiempo quieren apoderarse de lo no les pertenece, les recuerdo que las teorías del valor propuestas por su gurú han sido demostradas como falsas desde hace mucho. Si el valor es subjetivo, no existe otra forma objetiva para calcular el “valor” de un obrero de no ser por el “valor” de su producción, es decir: cuan útil es para los demás. Un cardiólogo siempre ganará más que un conserje por esta misma razón, y un empresario — poniendo su dinero en riesgo — puede ganar más que sus trabajadores.
Además, el deseo de obtener el dinero de otra gente es aquello que motiva a estos “otros” a encontrar formas para evadir los impuestos a su esfuerzo. Pueden trabajar menos, trabajar debajo de la mesa, o mudarse (el efecto de Curva de Laffer ). La unión de Burger King con Tim Hortons, y el déficit “sorpresa” en el presupuesto del exministro de finanzas, Nicolas Marceau, son dos claros ejemplos.
En el caso del primero, el negocio, harto de desembolsar hasta 40% de sus ganancias, decide trasladarse a otra provincia con autoridades menos codiciosas. En el caso del segundo, se hace evidente el efecto de la Curva de Laffer: “Muchos impuestos matan a los impuestos”.
Estos “evasores” no son traidores, son héroes. Se atreven a desafiar al leviatán negándose a arrodillarse frente a él. Se atreven a proclamar su ambición — su derecho a ir en busca de sus intereses racionales; a ser en si mismos el fin y no así el instrumento para los fines ajenos.
Votando con los pies, es decir, yéndose, demuestran ser los dueños de su destino y su producción. Porque, contrariamente a lo que Elizabeth Warren o Barack Obama quisieran pretender, ellos “construyeron esto.”
Si el gasto público fuese la clave para el crecimiento, la Unión Soviética existiría aún, y Quebec sería el motor económico de este país.
Sin el Gobierno, casi todo podría ser obtenido por acuerdos de intercambio voluntario —a través del mercado. Los Estados Unidos del siglo XIX contaban con empresarios privados que ofrecían educación, caminos, ferrocarriles, y una vasta gama de innovaciones que ningún Gobierno podía siquiera igualar en eficiencia y rentabilidad.
Ignoremos el canto de sirenas de los que protestan contra simples cortes presupuestarios. Si estos llegasen a darse, todos saldríamos ganando. Claramente, Si el gasto público fuese la clave para el crecimiento, la Unión Soviética existiría aún y Quebec sería el motor económico de este país. En cambio, La Belle Province tiene tan gran retraso que incluso la Isla del Principe Eduardo está a punto de superarla en ingresos netos.