Por Francisco Belmar Orrego
La política chilena tiene un buen barómetro en su equivalente universitario. Así, las diferentes coaliciones políticas tienen sus versiones a escala en el interior de las casas de estudio más tradicionales, la Universidad de Chile y la Universidad Católica. Movimientos emergentes están utilizando esta plataforma para fortalecerse, mientras el Partido Comunista la ha usado como base para llegar al Congreso Nacional.
La situación es a tal punto representativa, que la renovación anual de las federaciones de estudiantes nos permite visualizar el posible futuro del arco político nacional. ¿Qué nos dice, en este momento, el panorama político universitario?
Durante el último mes, hemos visto confirmarse nuestras anteriores especulaciones. Primero, aunque en la Universidad de Chile el anarquismo y el comunismo siguen siendo fuertes, en 2014 la oposición consiguió instalar a uno de los suyos en la mesa directiva de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH). No menos importante es que ese miembro pertenece al movimiento Elegir, un novedoso grupo surgido de la facultad de economía y que se diferencia del Movimiento Gremial (MGCh) y la Centro Derecha Universitaria (CDU) por su inspiración liberal.
La situación en la Universidad Católica es ahora novedosa. El Movimiento Gremial (MGUC), fundado en la década de 1960 por Jaime Guzmán, se quedó con la directiva de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC). Después de seis años, lograron derrotar al movimiento Nueva Acción Universitaria (NAU), que ya venía debilitada tras las movilizaciones del año 2013.
Este año fuimos testigos de cómo el paso de Giorgio Jackson a la Legislatura dejó sin líderes de peso a su agrupación y al movimiento estudiantil. Esta situación fue aprovechada por la derecha, que se articuló y logró ganar el tan ansiado premio. Aún así, esto no es lo único.
¿Un centro liberal?
Más allá de la novedad que significó el triunfo del MGUC, un nuevo grupo hizo una discreta aparición en la competencia. “Liberales UC” surgió con un discurso que postula los valores liberales y propone la libertad económica, quizás en un intento de apelar a los antiguos votantes del desaparecido grupo Opción Independiente. Aunque no consiguieron porcentajes considerables, resulta por lo menos interesante que el liberalismo se plantee a sí mismo como una superación del clásico discurso bipolar heredado del plebiscito de 1988.
¿Será el liberalismo capaz de fortalecerse y aprovechar la oportunidad de ir más allá de tibios anuncios y asumir su rol político lejos de los salones?
Toda esta situación tiene su reflejo en la política nacional. Hace algunas semanas, tres grupos de diferentes enfoques liberales realizaron su primera manifestación de apoyo mutuo. El movimiento político Fuerza Pública, asociado al exprecandidato presidencial Andrés Velasco; Red Liberal, al que pertenece el destacado analista Cristóbal Bellolio y Amplitud, conformado por un grupo de parlamentarios exmiembros del partido Renovación Nacional (RN), muestran que la intención de construir un centro liberal está aún viva.
Si bien el enfoque de estos tres grupos hace hincapié en el igualitarismo más que en el liberalismo libertario, hay señas de una potencial convergencia en el futuro. Habrá que esperar el desarrollo de los nuevos grupos universitarios y su posible paso a este nuevo pacto político, en desmedro de los partidos tradicionales.
Los conservadores se levantan
La derecha conservadora ha comenzado a articularse durante este año. El paso de los líderes estudiantiles al Congreso permitió que la Unión Democráta Independiente (UDI)y RN concentraran sus esfuerzos en la reforma educacional del Gobierno. Así fue como decidieron apoyar a grupos de apoderados que se muestran contrarios a las medidas educacionales del Gobierno de Bachelet.
Aún así, la estrategia que están desplegando es muy diferente de la que usó la izquierda en 2011. Quedan dudas acerca de si pretenden cambiar algo, pues aunque dicen coincidir en el diagnóstico general sobre la educación, se han mostrado tan lentos como los estudiantes en plantear soluciones. Asimismo, su visión conservadora los limita a la hora de capitalizar los descontentos ciudadanos para erigir nuevos líderes. Es muy probable que lo que hoy se ve como un triunfo a nivel universitario y mediático, se traduzca en una estruendosa derrota a nivel nacional.
Para la izquierda, acontecida la derrota, comienzan los replanteamientos. El 2015 será un año de movilizaciones, pero es probable que el Gobierno logre contener esos ánimos. Eso ha hecho hasta ahora, pero tal como ha mostrado el paro docente y las negociaciones telefónicas de los sindicatos con personeros de Gobierno, no sería raro que los movimientos sociales terminen despreciando a sus líderes tradicionales.
Frente a esta nueva coyuntura, en que la izquierda se resquebraja por el poder y la derecha conservadora se acomoda en pequeños triunfos morales, cabe preguntarse si el liberalismo será capaz de fortalecerse y aprovechar la oportunidad de ir más allá de tibios anuncios y asumir su rol político lejos de los salones académicos.
Francisco Belmar Orrego es licenciado en Historia por la Universidad Finis Terrae. Actualmente cursa el Magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Síguelo en Twitter: @Pequeburgues