English Dependiendo de a quién escuche, concluirá que el pueblo de Quebec está viviendo días oscuros. Los blogueros del Huffington Post son unánimes: la austeridad “desenfrenada” impuesta por el Gobierno progresista está destruyendo los “derechos” que han sido adquiridos con esfuerzo en los últimos 55 años.
Solo hay un problema: Quebec no se enfrenta a la austeridad, sino a una falsa austeridad. Como lo he probado anteriormente, no se han producido recortes en el gasto público en Quebec. De hecho, la última actualización económica oficial lo confirma: el gasto aumentará entre un 1% y 2% durante los próximos cinco años.
A pesar del deseo del tesorero Martin Coiteux de recortar los programas del Gobierno, la tendencia hacia la “falsa austeridad”, en lugar de reformas de gran alcance, solo se verá reforzada a través de un aumento de impuestos. En efecto, si las tendencias anteriores pueden ser un indicador, es probable que el gasto aumente aún más que los niveles previstos.
Esta no será la primera vez que América del Norte es testigo de la “falsa austeridad”. En Estados Unidos, el período entre 1929 y 1944 se caracterizó por los enormes aumentos del gasto y de los impuestos, en una economía devastada. Los responsables políticos casi no deberían sorprenderse de que las políticas económicas favorecidas por los líderes de extrema derecha durante la misma época no hayan logrado traer prosperidad.
Pero la “falsa austeridad” parece estar de vuelta. Después de la burbuja inmobiliaria inducida por el Gobierno, que estalló en 2007, los presidentes de Estados Unidos George W. Bush y Barack Obama aumentaron el gasto a niveles exorbitantes para “salvar” la economía que ambos destrozaron. Solo el “Obamacare” incluye 20 nuevos impuestos o aumentos.
Como resultado, la participación laboral de Estados Unidos está en su nivel más bajo desde marzo de 1978; la deuda se ha incrementado en un 70% desde 2009 —su importe nominal en más del doble— el crecimiento del empleo se encuentra en su punto más bajo desde 1945; y la mayoría de los indicadores de pobreza están por las nubes.
Medidas de austeridad genuina
Si Obama, o cualquier líder político, realmente quiere ayudar a una economía tambaleante, simplemente tiene que aplicar la expresión francesa favorita de un libertario: “dejen hacer, dejen pasar”. En otras palabras, mediante la aplicación de medidas de austeridad genuinas —recortes de gasto e impuestos— la economía se recuperará en poco tiempo.
Hay numerosos ejemplos de austeridad con una aplicación exitosa. En 1920, la economía estadounidense se encontraba en una profunda crisis. Sin embargo, no llegó a ser una gran depresión porque el presidente Warren Harding (1921-1923) aplicó medidas de austeridad, reduciendo el gasto en más de un 80%. El secretario del Tesoro Andrew Mellon, por su parte, bajó los impuestos, porque sabía que el Gobierno necesitaba “crear condiciones bajo las cuales todos tendrían mejores oportunidades de tener éxito.”
A pesar de los recortes de impuestos, los ingresos del Gobierno aumentaron considerablemente, lo que demuestra que Laffer estaba en lo correcto mucho antes de su tiempo.
Más recientemente, en Canadá, el Gobierno del primer ministro Jean Chrétien también propuso la austeridad con buenos resultados. A pesar de la corrupción desenfrenada en muchos departamentos, el Gobierno de Chrétien rescató al país del descenso a la condición de tercer mundo gracias a la reducción del gasto. El resultado: el peso de la deuda se vio reducido en gran medida, y el país volvió a ser atractivo para los inversores. Del mismo modo, el dólar canadiense dejó de ser apodado como el “peso canadiense“.
Suecia, el país preferido de los estatistas de todo el mundo, también ha tomado el camino de la austeridad. Es cierto que el gasto público se encuentra todavía en un 53% del PIB — inferior al de Francia y Grecia—, sin embargo sufrió una gran reducción respecto al de hace 20 años, cuando el gasto se ubicaba por encima del 70% PIB. Además, el país escandinavo ha desregulado industrias que alguna vez estaban bajo el control monopólico del Gobierno, y las abrió a la competencia. El Leviatán ha perdido unos cuantos kilos, y como resultado es más eficiente.
Al otro lado del Báltico, Estonia también ofrece una historia exitosa con políticas de austeridad. Desde 2008, las políticas fiscales de Tallin han tenido tanto éxito que el país ha pasado de ser una de las peores economías de la Eurozona a una de las más fuertes.
En resumen, los columnistas del Huffington Post deben resistir llorar como lobos antes de que la austeridad real los muerda. Lo que Quebec está experimentando es “falsa austeridad”: una desaceleración de los aumentos del gasto en lugar de “drásticos” recortes.
En caso de que la austeridad real llegue a pasar, podemos esperar una gran rabieta por parte de los sindicatos, cuya influencia y paquetes salariales se verán afectados negativamente. Sin embargo, los contribuyentes se regocijarán. La pesada carga de las deudas de Quebec, con intereses anuales de casi US$11.000 millones, está golpeando los bolsillos de los ciudadanos de a pie.
Editado por Adam Dubove y Elisa Vásquez