A nivel mundial las ideas, cuando son distintas, chocan; y en lugar de construirse un debate valioso, todo se resume a una verborrea absurda, innecesaria. En Guatemala, por ejemplo, existen “pleitos” por una sencilla razón: nadie está dispuesto a dialogar con quienes tengan una visión distinta de algún concepto. Finalmente somos “dueños” de la verdad absoluta.
Y esa noción de ser una autoridad moral es una grave enfermedad. No existe la posibilidad de encontrarnos ante diferentes ideas. Así, presentarte ante una audiencia que te condena desde el primer momento en que expresas tu postura, es completamente difícil. Por eso, quienes lo hacen sin importar los clásicos insultos y la poca tolerancia del resto, merecen verdadera admiración.
No suelo involucrarme con organizaciones por cuestiones de tiempo. Sin embargo, el año pasado conocí una que llamó mucho mi atención: Students for Liberty (SFL) y más adelante a su grupo regional Estudiantes por la Libertad Guatemala. Y descubrí, además, la dificultad que encuentra quien expresa ideas y valores de libertad ante audiencias que, predispuestas, no tienen siquiera la intención de escucharlas.
“La libertad es la forma en que las personas pueden desarrollarse como individuos, además, ésta dignifica a la persona”
El año pasado, este grupo liderado por María Wer preparaba una conferencia a nivel regional para SFL, La ruta de la libertad, con un objetivo simple: dialogar acerca de la libertad económica, civil, de pensamiento, etc. En esencia, algo necesario para cualquier sociedad. Y en octubre los entrevisté. Todos ellos, los miembros, tienen ideas distintas pero que convergen en una misma búsqueda.
La primera vez que me senté a platicar con ellos dijeron algo fundamental: “Yo no tengo el derecho a decidir por alguien más, ni agreder su integridad o poner en riesgo su vida. La libertad es la forma en que las personas pueden desarrollarse como individuos, además, ésta dignifica a la persona”. Pero expresar estos valores, no sólo en Guatemala sino el resto del mundo, es visto de muy mala forma. Declararte a favor del liberalismo es condenarte a que una gran mayoría, que sin siquiera escuchar lo que tienes que decir, te llamará incluso “criminal”.
Pero nuevamente vuelvo al mismo punto, expresar dicho pensamiento es difícil. Te enfrentas al mismo discurso que te llama “oligarca”, “imperialista” e incluso “ignorante” por el simple hecho de tener una visión que respeta algo realmente importante: tu individualismo.
Y otras corrientes ideológicas se cierran porque no están de acuerdo. Porque consideran que todos debemos vivir condenados bajo una misma línea, aunque ésta nos afecte.
Tenemos, entonces, regímenes como el de Maduro amenazando a medios de comunicación por expresar ideas contrarias. O publicar acerca de investigaciones que se llevan en contra de miembros de su gabinete, por ejemplo. ¿Por qué?
Puedo comerciar con quien yo quiera, puedo pensar lo que quiera, hacer lo que quiera, pero no dañar a un tercero…
La libertad es un derecho que debería aplicar para todos, sin excepción alguna. Y en todo sentido. Puedo comerciar con quien yo quiera, puedo pensar lo que quiera, puedo hacer lo que yo quiera; pero nunca dañar a un tercero. ¿Es tan difícil aceptar esto?
Por eso creo necesario apoyar a organizaciones como SFL, por su apertura al diálogo. Finalmente, no todos tendremos una forma de pensar igual, nunca. Pero es importante plantarse y, a pesar de todo, expresarnos, sin importar las dificultades o los insultos de aquellos que desean imponer su “verdad absoluta”.