EnglishJosé Piñera una vez dijo, “América Latina no es pobre, es empobrecida”. Nunca se han pronunciado palabras más certeras sobre la región, especialmente cuando provienen de una persona que jugó un rol crucial en el milagro chileno, una de las recuperaciones económicas más exitosas del siglo XX. Pero este logro no tiene por qué limitarse a Chile: puede ser aplicado en casi cualquier país de la región. Latinoamérica desborda de potencial.
Desafortunadamente, los gobernantes populistas han cercenado este potencial con costosas regulaciones e intromisión estatal. Aquí propongo 10 medidas para levantar a América Latina y derrotar a la pobreza de una buena vez.
1. Asegurar el imperio de la ley
El imperio de la ley o estado de derecho es una institución que muchas veces los occidentales dan por sentada, pero ha sido la cuna del progreso de Occidente desde la firma de la Carta Magna hace 800 años.
Esto implica un Gobierno limitado, un sistema judicial independiente, respeto de la propiedad privada y cumplimiento de los contratos. En última instancia, lo que debe gobernar una sociedad son sus leyes, no los caprichos de los gobernantes.
Durante gran parte de sus historia, América Latina estuvo gobernada por caudillos, hombres que se creen por encima de la ley. Esto llevó a golpe de Estado tras golpe, corrupción y control estatal de la economía.
2. Instaurar un verdadero libre comercio
El libre comercio fomenta el crecimiento económico y es una característica habitual de los países desarrollados. Beneficia a todos, ya que capital, bienes, servicios e ideas se intercambian libre y voluntariamente entre las partes. Por demasiado tiempo la región ha caído bajo el encanto del populismo y la política de sustitución de importaciones.
El proteccionismo económico no tienen ninguna cabida en el mundo globalizado del siglo XXI. La Alianza del Pacífico ha impulsado un modelo que el resto de la región debería imitar.
3. Privatizar las empresas estatales
La propiedad privada es otro fundamento de una sociedad libre y un requisito para cualquier sociedad que quiera entrar al mundo desarrollado. Lamentablemente, han sido demasiado frecuentes las expropiaciones en nombre de “intereses nacionales”, cuando en realidad la nacionalización de una industria solo beneficia a unos cuantos.
Pemex, Petrobras y PDVSA son algunos de los elefantes blancos estatales que solo han creado ineficiencia y favorecido a los bolsillos de funcionarios corruptos. El consumidor promedio siempre acaba siendo el perdedor en este tipo de arreglos. La verdad es que el consumir se beneficia muchísimo más si existen empresas privadas que están sujetas a las fuerzas dinámicas de un libre mercado. Es tiempo de dejar atrás a estas monstruosidades estatales.
4. Cerrar los bancos centrales e introducir la competencia monetaria
La inflación ha sido un tema recurrente en la historia latinoamericana: la hiperinflación boliviana de los años 80, la chilena en los años 70, y los actuales problemas monetarios que arrasan hoy a Argentina y Venezuela.
Al contrario de la creencia popular de que avariciosos empresarios ocasionan la inflación, en realidad esta emana de la excesiva impresión de dinero por los bancos centrales. La inflación destruye los ahorros, crea todo tipo de incertidumbre económica y destruye la confianza del inversionista.
La solución es abolir los bancos centrales e introducir monedas que compitan por la preferencia del consumidor. Por ejemplo, Bitcoin es una moneda descentralizada con bajas tasas de transferencia, de fácil acceso hasta para los más pobres y tiene el potencial de convertirse en la moneda libre más exitosa de la historia. Las monedas emitidas por bancos centrales son una reliquia del pasado. Es hora de adecuarse a los nuevos tiempos.
5. Acabar con la guerra contra las drogas
Nada ha sido más destructivo para las libertades civiles de los latinoamericanos y la estabilidad institucional que la prohibición. Desde los años 70, los Estados Unidos se ha embarcado en una cruzada interna y externa contra las drogas que ha dejado muy poco o ningún resultado.
Por el contrario, ha dado incentivos para que los cárteles de la droga se expandan y consoliden sus operaciones; ha militarizado la policía en la región y ha creado una dependencia dañina hacia Estados Unidos en asuntos de defensa.
La legalización y la despenalización son las únicas formas de detener a los cárteles y mejorar problemas relacionados con las drogas. En última instancia, el abuso de drogas es un asunto de salud pública y malestar social que se maneja mejor desde la sociedad civil, no desde el Estado. Acabar con la guerra contra las drogas liberará recursos para sectores más productivos de la economía y para servicios de rehabilitación de adictos.
6. Cortar la ayuda internacional
La ayuda internacional suena inocua, pero como cualquier programa gubernamental planificado centralmente, siempre hay consecuencias indeseadas. A pesar de sus nobles intenciones, por lo general esta ayuda cae en manos de políticos corruptos y genera un ciclo de dependencia.
De hecho, la ayuda internacional es nada más que un programa asistencialista a nivel de Estados. En su reemplazo, los países latinoamericanos deberían enfocarse en una forma mucho más eficiente de “ayuda internacional”: libre comercio e inversiones extranjeras directas.
7. Levantar las barreras al emprendimiento
Muchos emprendedores potenciales en América Latina quedan fuera del mercado debido a onerosos procedimientos y regulaciones. Ningún empresario honesto debería verse obligado a soportar tanta burocracia.
Es tiempo de dejar de tratar a los empresarios como criminales que deben ser vigilados a cada momento.
Se deberían eliminar los permisos comerciales y reducirse al máximo otras barreras de entrada. La competencia en un verdadero mercado libre solo es posible cuando la pequeña empresa puede entrar a enfrentarse a las grandes sociedades con reglas de juego iguales para todos.
8. Sacar al Estado de los sistemas de pensiones
Aplicado por primera vez en Prusia por Otto von Bismarck, el manejo del programa de pensiones y seguridad social por el Estado ha sido la norma para casi todos los países en el siglo pasado. Pero muchos de estos programas se están volviendo insostenibles y posiblemente terminarán convirtiéndose en pesadas cargas para las generaciones futuras.
Por suerte, una de las mayores innovaciones en cuanto a reforma de la seguridad social salió de Chile durante su recuperación económica. Ideado por uno de los arquitectos del milagro chileno, José Piñera, el sistema de capitalización individual ha convertido efectivamente a millones de trabajadores en capitalistas.
9. Abrazar a las ZEDE
El proyecto de las ZEDE (Zona de Empleo y Desarrollo Económico) impulsado por Honduras promete bastante como impulsor del desarrollo no solo en Honduras, sino en el resto de la región. Básicamente, una ZEDE es una división administrativa de un país que se rige por el derecho anglosajón y otros principios de libre mercado.
Las ZEDE son muy similares a otros proyectos de libre mercado como Dubai, Shenzhen, Hong Kong y Singapur. En efecto, las ZEDE permitirán a las ciudades evitar las costosas políticas económicas que el Gobierno nacional aplica en el resto del territorio.
La historia de este tipo de proyectos es bastante exitosa y efectivamente permitirá que los ciudadanos vean los beneficios tangibles de las políticas de libre mercado. A medida que la nación-Estado se vuelva cada vez más irrelevante, estas alternativas más eficientes son mucho más prometedoras y pueden promover más competencia en una región que ha sido empobrecida por el proteccionismo y la debilidad institucional.
10. Educación libre
La educación estatal en su forma actual se vuelve cada vez más obsoleta y ha sido un gran obstáculo para el desarrollo de capital humano en América Latina. Como cualquier otro sector de la economía, la educación puede ser mejorada a través de la competencia.
Una buen forma de abrir este sector es a través del sistema de vouchers y facilitando la apertura de colegios privados.
Los padres deberían poder elegir entre escuelas privadas, religiosas, el aprendizaje de un oficio, la enseñanza en la casa o la educación online a través de plataformas como Coursera y Khan Academy.
En un libre mercado de la educación, los padres y alumnos son los clientes y ellos tienen el dinero y los medios para escoger en lugar de aceptar lo que el Gobierno imponga.
Este sistema también abriría la posibilidad de que los maestros abran sus propias escuelas y se conviertan en emprendedores educativos, lo cual traería las últimas innovaciones en servicios educacionales al gran público.
En resumen, América Latina debe enfrentar muchos desafíos en su camino hacia el desarrollo. Para desprenderse de las cadenas de la pobreza, debe seguir políticas de libre mercado. Seguir con las mismas recetas proteccionistas solo garantizará la mediocridad perpetua.
Estos cambios no sucederán de la noche a la mañana, pero la siguiente generación de líderes e intelectuales debe estar lista para luchar a largo plazo por la liberalización económica donde sea posible. América Latina ha estado dormida económicamente por demasiado tiempo. Es hora de despertarla.