EnglishUn suceso extraordinario está ocurriendo en la ex-Yugoslavia en este mismo momento. Una autodenominada “micronación” ha surgido, y está atrayendo un gigantesco interés. Liberland es un territorio de 3 millas cuadradas (unos 5 km.) en las riberas del Danubio, entre Croacia y Serbia. La pequeña parcela, hasta ahora, no ha sido reclamada por ninguna de estas dos naciones; y el político libertario Vít Jedlička se ha plantado en ella y la ha bautizado como Liberland.
El propio Jedlička ha admitido que todo comenzó como un ardid publicitario. Más aún; todavía no tiene Constitución, y no debe pasarse por alto que en cualquier momento Croacia o Serbia pudieran intentar reclamarla como parte de sus territorios.
Pero a pesar de estos problemas, la respuesta ha sido gigantesca. Mientras se escriben estas líneas, señalan haber recibido más de 160 mil solicitudes de ciudadanía, en apenas cinco días. A juzgar por el ruido provocado en las redes sociales y la cobertura obtenida en los medios de comunicación, el aserto de las solicitudes puede ser verdadero.
Cifras de este tipo son las que hacen salivar a los expertos en mercadeo; un crecimiento rápido y viral en el interés debe indicar algún tipo de demanda reprimida. Y si hay una demanda reprimida, tiene que haber potencial para un producto; si el producto existe, véndalo, y si no, elabórelo.
La respuesta a Liberland debe indicar que los modelos actuales de Estado-Nación están tan fuertemente endeudados, son tan draconianos, o, en general, simplemente tan mal administrados, que una proporción significativa de personas está buscando otras alternativas. Lo que es más: Algunas de ellas están dispuestas a invertir tiempo, dinero y esfuerzos en una de esas alternativas, y estos 160 mil son los primeros entre los primeros interesados —son precursores, realmente.
Son las ZEDE (Zonas Especiales de Desarrollo Económico), en Honduras, un producto adecuado para tan vasto grupo de escapistas? Pareciera que el proyecto no está designado para atender esta demanda; mas bien, la única intención promovida parece ser la de atraer grandes montos de inversión extranjera directa para el desarrollo.
Existe alguna sorpresa, y alguna preocupación, de que los extranjeros —algunos de los cuales parecen tener aparentemente ideas extravagentes— hasta quieren venir a Honduras a vivir. Existe preocupación sobre comunidades amuralladas, más allá de la jurisdicción de los hondureños, y de la explotación injusta del trabajo o de los recursos. Irónicamente, muchos hondureños sospechan que esto es de alguna manera un robo de territorio de los mismos países de los que los que se escapan quieren huir.
¿Entonces, eso es todo, deberíamos desconectar la idea de la salida de la idea de las ZEDE? No lo creo. La Ley Orgánica de las ZEDE da una enorme autonomía a las zonas, y específicamente, les permite ser “ciudades autónomas”. Dentro del marco de la ley, es posible crear una ZEDE que sea lo suficientemente atractiva para muchos “escapistas”.
¿Sería posible también apaciguar los miedos de los hondureños?
Quizás podamos encontrar una respuesta a esto mirando el modelo de Liberland. Si bien el número de solicitantes para ingresar a Liberland puede superar los 100 mil, solo serán aceptadas entre 3 y 5 mil personas. La Ley de las ZEDE establece que quienes las administren “pueden establecer acuerdos de coexistencia con las personas que libremente deseen vivir o residir en sus ámbitos espaciales de competencia”.
Tales acuerdos suenan bastante a ciudadanía, en mi opinión. Como ocurre con Liberland, abre el foco a la selección de ciudadanos extranjeros. Los patronos dentro de una ZEDE deben otorgar el 90% de sus puestos de trabajo a hondureños, y la residencia para los extranjeros podría decidirse por preguntas como: “¿en qué forma su presencia en la ZEDE crea al menos nueve empleos para los hondureños?” La residencia se le otorgaría a quienes pudieran responder esas preguntas de la manera más convincente.
Entonces, si una ZEDE acepta a mil de esos “escapistas” habrá creado al menos 9 mil empleos para los hondureños, y son justamente los empleos lo que se espera provean las ZEDE.
De alguna manera, esto es mejor que atraer proyectos de gran escala de inversión. Un gran inversionista puede triunfar o naufragar; pero es improbable que mil empleadores de pequeña escala quiebren.
No hay razón por la cual esto no pueda ser hecho por un desarrollador antes de remitir un plan ZEDE para su aprobación. Un desarrollador de ZEDE podría realizar su solicitud para aprobación con una gran cantidad de planes para crear empleos.
Y la pregunta final es: ¿Si esta es una buena idea, por qué no la estamos desarrollando ahora mismo?
Traducido por Pedro García Otero. Nota: El autor ha solicitado el anonimato por razones de seguridad.