Por Dickson Buchanan Jr.
Muchos analistas de la principal corriente del pensamiento económico les dirán que la hiperinflación y el colapso de la moneda no pueden suceder hoy en una economía asentada, y descartarán las advertencias que han hecho expertos como Peter Schiff sobre el futuro del dólar.
Pero solo se necesita echar una mirada al sur para ver que esto no sólo es posible, sino que está pasando. Venezuela fue alguna vez la principal economía de Sudamérica y gozó de la más alta calidad de vida en Latinoamérica. Pero una mala gestión y las políticas socialistas arrojaron la que alguna vez fuera próspera economía al suelo. Hoy en día, los venezolanos se enfrentan a una inflación galopante, con un bolívar prácticamente sin valor.
La Associated Press lo denominó “caos económico”: [El bolívar] ha perdido más de la mitad de su valor este año, cayendo a 400 por dólar en el mercado libre, mientras los venezolanos intentan convertir sus ahorros a una moneda más estable. En desesperación, la gente está vendiendo bolívares a una tasa 60 veces más débil que la más fuerte de las tres tasas de cambio oficiales del país”.
De acuerdo con un informe de Forbes, “han pasado cinco meses desde que Venezuela publicó datos de inflación. La cifra más reciente, de 68.5%, es la más alta del mundo”. Y Alejandro Grisanti, economista jefe de Barclay’s Capital, estima que la tasa de interés se ubica actualmente por arriba del 100%.
Todo ha ido tan mal que las grandes compañías están encontrando formas de evitar negociar con la moneda venezolana. Varias grandes compañías aéreas han dejado de reservar boletos en bolívares, y, según los informes, la Ford Motor Company ha llegado a un acuerdo con funcionarios del gobierno para vender camiones únicamente en dólares.
“La producción en Ford ha caído en 90 por ciento ya que la compañía tiene problemas para ganar acceso a los dólares necesarios para la importación de piezas. Los clientes ahora transferirán el pago por adelantado para la importación de las piezas necesarias para el ensamblaje de autos en Venezuela, de acuerdo con los dirigentes sindicales”.
La gente en el sector privado también está buscando formas de evitar la devaluada moneda venezolana.
“No sólo las empresas están tras los billetes verdes. Los contratos inmobiliarios aún están redactados en bolívares para satisfacer un requerimiento impuesto por el fallecido presidente Hugo Chávez, pero en la mayoría de los vecindarios de lujo, los propietarios operan fuera de la ley y venden y rentan exclusivamente en dólares. Un grupo de agentes de bienes raíces en el lujoso este de Caracas, ha establecido un sitio web protegido por una contraseña, para los listados de precios en dólares”.
¿Qué pasará cuando los acreedores como China dejen de confiar en las cifras dadas a conocer por los Estados Unidos?
Mientras la economía venezolana continúa su caída libre, los analistas de derecha siguen de largo pretendiendo que esto no puede suceder, al menos no aquí. Señalan varios informes económicos fuera de Washington para justificar su fe en la estabilidad de los Estados Unidos. Pero ¿qué sucede cuando no se puede confiar en los números?
De acuerdo con Forbes, esa es una gran parte del problema en Venezuela: “para los economistas y analistas tratando de obtener una imagen completa de qué tan serios son los problemas económicos de Venezuela, la falta de datos sólidos hace el trabajo extremamente difícil. La economía de Venezuela se tambalea, pero la ausencia de información confiable y actualizada hace que un diagnóstico preciso sea casi imposible”.
El Bank of America and Barclays han creado sus propios cálculos de la economía de Venezuela. “Me siento como detective privado. Tienes que tratar de encontrar los datos. Al menos la policía tiene el poder de reunir evidencia, yo no tengo ningún poder”, Francisco Rodríguez, un analista venezolano del Bank of America, relató a Forbes.
Exactamente lo mismo está sucediendo ahora en los Estados Unidos. Con solo comparar los datos de empleo recién publicados por el Gobierno estadounidense con la realidad en el mercado laboral, tenemos evidencia suficiente para creer que las Reservas Federales están “cocinando los libros”.
¿Qué pasará cuando los acreedores como China dejen de confiar en las cifras dadas a conocer por los Estados Unidos? Y con la carga de la deuda estadounidense actual situándose en $58,7 billones –3,3 veces el PIB– los chinos ciertamente tienen razones para preocuparse.
Si desvincularan el yuan del dólar, la divisa estadounidense se devaluaría drásticamente y los Estados Unidos de pronto se vería muy parecida a Venezuela, sin importar los que los analistas de la corriente principal de pensamiento digan.
El oro y la plata ofrecen una vía para proteger su riqueza en caso de que la economía estadounidense continúe por el mismo camino que ha recorrido Venezuela.
Dickson Buchanan es director de Desarrollo Internacional de la empresa Schifforo.com.