Por: Guillermo Rodríguez Conte
El resultado de las presidenciales fue sorpresivo. Hasta el día de las elecciones, todas las encuestas y especulaciones giraban en torno a si el candidato opositor, Mauricio Macri, podría forzar un balotaje, al quedar a menos de 10 puntos de quien estaba mejor posicionado, el oficialista Daniel Scioli.
Con la escasa diferencia de algo más de dos puntos, el escenario mudó inesperadamente, construyendo una virtual paridad. Macri no sólo logró consolidar 30% de las primarias, sino que además capturó otros 4 puntos. En contraste, Scioli redujo punto y medio del porcentual que había obtenido en las primarias. La primera foto luego del resultado electoral parece dejar a Macri —aún siendo el segundo— bastante más fortalecido de cara a la segunda vuelta que se realizará el 22 de noviembre.
En paralelo a las presidenciales, se eligieron 11 gobernadores que completan el mapa federal. Si bien seis de los cargos se fueron a manos del Frente para la Victoria (FPV), y quedarán bajo su órbita 17 de los 24 distritos, el triunfo del Frente Cambiemos en la provincia de Buenos Aires marca un hito en la historia. En la más populosa provincia del país se impuso María Eugenia Vidal, quien hasta ahora se desempeña como vicejefa del Gobierno de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires.
Esa elección provincial es el epicentro del terremoto que tiñó el mapa político de amarillo, color con el cual se identifica el partido PRO de Mauricio Macri, nave insignia del Frente Cambiemos.
La sorpresa en Buenos Aires, termina con 27 años de gestión peronista (de todos los estilo), y se consolida al Frente Cambiemos en un bastión de donde provienen dos de cada tres argentinos. Más aún, la electa gobernadora fue quien finalmente traccionó la boleta de Mauricio Macri en todo el país. La victoria en Buenos Aires y ese 53% de votos que obtuvo el Frente Cambiemos en la provincia de Córdoba, completa un predominio significativo de Cambiemos en la denominada “zona núcleo” de la producción agropecuaria.
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El llamado a las urnas definió la composición del parlamento, que iniciará funciones el próximo 10 de diciembre, sea quien sea el que gane el balotaje. La renovación de parlamentarios se realiza en forma escalonada y por mitades. Por tal razón, las fuerzas políticas ponían en juego lo logrado en 2011, cuando el oficialista Frente para la Victoria había obtenido 54% de los votos.
La merma para el FPV y sus aliados es relevante. Perdió 25 diputados y quedó con 117 bancas, más lejos del quórum, y ya no será una fuerza mayoritaria. Detrás quedó el interbloque de Cambiemos con algo más de 90 diputados, sumando 28 nuevos escaños.
La tercera fuerza en disputa en el país, comandada por Sergio Massa, se consolidó con 36 diputados, y podrá inclinar la balanza en la Cámara Baja.
En resumen, allí será necesaria la negociación política para iniciar debate y votar. En el Senado la situación es diferente.
Como la renovación es por tercios y quien se impone se lleva dos de los tres asientos correspondientes a cada provincia, el Frente para la Victoria aumentó su participación en dos senadores, consolidando la mayoría que ya tenía junto a sus aliados.
Guillermo Rodríguez Conte es analista de asuntos políticos, económicos e institucionales de Argentina; docente de pregrado en la Universidad de Buenos Aires en las áreas de historia y economía argentina; y docente de posgrado en la Procuración del Tesoro de la Nación en Estado, Gobierno y Políticas Públicas.