En el primer mandato de Alan García en Perú, entre 1985 y 1990, yo transcurría entre la niñez y la preadolescencia, por lo que se podría especular que poco me afectaron los desaciertos de su mandato. Quizá esta suposición sea cierta, porque afortunadamente mi familia pertenecía al sector socioeconómico que no se vio severamente afectado por la crisis económica del entonces inexperto mandatario.
Poco le duró la ovación popular a aquel joven recién ungido presidente, sin experiencia laboral previa y con mucho manejo del discurso político. Su buena labia y manejo de verso y prosa no sirvieron para evitar y frenar la peor crisis económica de la historia del Perú con una insólita hiperinflación. Su deficiente gestión tampoco impidió el recrudecimiento de los embates del terrorismo liderado por Sendero Luminoso. Y los diversos actos de corrupción que involucraron a gente de su Gobierno, repercutieron en un gran descontento social.
Entre otras cosas, recuerdo que la moneda de aquel tiempo, el inti, sufrió una total devaluación, al punto de que no valía ya nada. La hiperinflación hacía cerrar comercios, esperando abrir al día siguiente con nuevos y elevados precios de los productos. Recuerdo haber preguntado a mi padre por qué existían dos tipos de dólar. El dólar MUC (Mercado Único de Cambio) y el dólar paralelo. Me impresionó saber que en mi país los individuos tenían que valerse de mil argucias para poder sobrevivir.
Fue la época del terror, de los secuestros, los coches-bomba, los asesinatos masivos. ¡Menos mal que nosotros vivíamos lejos de Lima y en la costa!, solía exclamar con angustia y alivio.
En aquel quinquenio también se estatizó la banca y Alan García se negó a pagar más del 10% de la deuda externa, lo cual produjo que el sector económico externo nos negara el libre comercio y el crédito financiero.
Han pasado 25 años desde entonces. Incluso, Alan García volvió a ser presidente de 2006 a 2011. Perú salió de su gran crisis económica gracias a un severo programa de ajuste, al que Fujimori —sucesor de García en 1990— en campaña electoral contra Vargas Llosa llamó “de shock” (entiéndase que Fujimori al asumir la Presidencia de la República no tuvo más opción que llevar a cabo el mismo programa económico propuesto por Vargas Llosa y al cual el candidato peruano-japonés criticó severamente durante la contienda electoral).
Veinticinco años después vuelvo a vivir en inflación, dólar paralelo, carencia de alimentos y productos. Esta vez ya no en Perú, sino en Argentina, la cual, salvando las diferencias con el Perú de 1985, lleva 12 años gobernada por el kirchnerismo, una especie mal concebida del nefasto peronismo. Los síntomas de la crisis económica son parecidos a los de aquel Perú de antaño, aunque agudizados por el pobre nivel de las reservas y el monumental déficit fiscal que acumuló el “cristinismo”.
El pasado 25 de octubre los argentinos dieron un paso hacia el cambio. Hartos no sólo de la crisis económica que podría no ser percibida en todos los estamentos sociales, pero sí hastiados de la manipulación, de la corrupción, del desempleo, del cinismo, decidieron que habrá balotaje o segunda vuelta.
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En un hecho histórico, Argentina votó por una verdadera democracia, por el estado de Derecho, un poder judicial independiente, una prensa libre. Y el próximo 22 de noviembre los argentinos tendrán la oportunidad de reconstruir la República.
En la medida que se corre el velo que cubre los números de la economía, puede advertirse el tamaño del desafío que deberá enfrentar el próximo presidente. Cristina Fernández dejará la Casa Rosada con una tasa de inflación que, según consultores privados, ronda el 25% anual, déficit fiscal, una fuerte emisión monetaria y reservas en caída: unos 27.700 millones de dólares —de acuerdo a cifras oficiales—, un 40% menos que cuando asumió su primer mandato, en diciembre de 2007.
Reactivar la economía, cerrar el conflicto por la deuda, bajar la inflación y desmontar las restricciones cambiarias son algunos de los desafíos con los que se topará el próximo presidente de Argentina. Este panorama sombrío representa un gran reto para el ganador del balotaje del próximo 22 de noviembre, pero si las fuerzas políticas de oposición continúan con la unidad en torno al movimiento Cambiemos, será un reto superable.
Nota del editor: Este artículo fue actualizado el lunes 16 de noviembre a las 7:45 a. m. (EDT) para aclarar que el monto de reservas en el Banco Central corresponde a cifras oficiales.