Vemos como últimamente, en Bolivia y el resto de América Latina hay una preocupación latente: el contrabando. Varios Gobiernos han expresado su preocupación por este tema, y algunos analistas proponen aumentar el presupuesto para esta lucha. Pero veamos el problema de fondo y el por qué es la lucha contra el contrabando.
El contrabando se define como: “Actividad ilegal que consiste en comerciar con productos sin pagar los impuestos correspondientes”.
Pero, ¿para qué existen los impuestos y aranceles? Primeramente, sirven para las recaudaciones del Estado, y segundo, para proteger la producción nacional de los productos extranjeros.
¿Es necesario “proteger” la producción nacional? ¿Es necesario que el Estado limite el mercado?
En algunos países hay poca industrialización y fábricas, pese al intento de los Gobiernos para “incentivar” la producción y atraer capital. En realidad no le compete al Estado decidir qué producir, ni cómo producirlo; es una decisión que la toma el mercado como tal, pues son transacciones entre individuos que intercambian bienes o servicios.
En países con una población baja, como Bolivia, es contraproducente hacer una fábrica o industrias grandes, porque el mercado está limitado a 10 millones de personas o menos, de las cuales al menos 10% no consumirá el producto.
Por ejemplo, si producimos lápices, haciendo costos, tendríamos que producir y vender mínimamente 20 mil unidades diarias para recuperar la inversión, pagar impuestos y mantener la empresa, pero nuestro mercado está limitado a 10 millones de habitantes, de las cuales probablemente 40% no necesite uno, entonces nuestro mercado cada vez se hace más limitado.
También tendríamos que competir con lápices importados que podrían ser más baratos, por lo cual para que tengamos un precio competitivo, usando la economía a escala, tendríamos que ser capaces de producir 40 mil unidades diarias para reducir costos, y tener un precio competitivo en el mercado, pero nuestra producción excedió a la población dispuesta a comprar, por lo cual nuestra opción sería exportar, y ahora nos enfrentamos a otro problema: aranceles, impuestos y otras marcas competitivas.
Por lo general, mínimamente 20% del valor del producto en el mercado se debe a los impuestos. Entonces, tendríamos que evitar las barreras arancelarias para que nuestra producción pueda competir en otros mercados, con lo cual haríamos contrabando. A esto podemos agregar el ensayo “Yo Lápiz” de Leonard Read, que Milton Friedman explica, donde para fabricar un lápiz se necesitan materias primas de diferentes partes del mundo (grafito, madera, caucho, metal, etc.) con las cuales al comprar un lápiz compramos el trabajo y el tiempo de miles de personas alrededor del mundo.
Entonces, si necesitamos materias primas de todo el mundo, estas mismas necesitan también ser importadas, por lo cual los aranceles siguen siendo un problema, ya que sin impuestos podemos importarlos con un menor costo y nuestra ganancia sería aún mayor, y así mismo nuestro incentivo a seguir creciendo.
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Nos damos cuenta que para abaratar costos, hogares y empresas deciden evitar los impuestos. Esto se refleja en productos más baratos en los mercados donde no se exigen facturas, pues no pagan impuestos en algunos casos, y los productos son de contrabando.
Ahora veamos cómo esto puede afectar al productor nacional: La fábrica de lápices que tenemos funciona con normalidad, conseguimos varios clientes y logramos establecernos en el mercado, pero llega una marca de lápices al país por contrabando, por lo cual también su precio es menor o igual al nuestro, sólo que tiene una pequeña mejoría, un borrador. La demanda de mis lápices descenderá, por lo tanto mis ventas y producción disminuirá, dejando pérdidas a mi empresa a largo plazo.
Entonces, que mi empresa quiebre porque una nueva marca acaparó el mercado, ¿es culpa del Estado por no regular ni controlar el contrabando, o es culpa mía por no innovar u ofrecer algo mejor a mis clientes?
La competencia perfecta es difícil de conseguir, pero es posible con un mercado más libre, donde ninguna empresa tenga concesiones por parte del Gobierno, o las barreras para importar y exportar no perjudique ni a los negocios pequeños, ni medianos o grandes, porque ninguno queda exento de los problemas causados por los impuestos. El comercio exterior existe porque ningún país puede autosustentarse; siempre necesitaremos los productos o servicios de alguna empresa extranjera, como también otros países necesitarán nuestros productos y servicios.
La competencia siempre es buena, porque incentiva a las empresas a mejorar sus productos y servicios, para así facilitar el día a día al consumidor.