Se supone que quería escribir sobre cómo el Gobierno de Rafael Correa pisoteó nuestros derechos al aprobar 16 enmiendas a la Constitución del Ecuador. Dándole vueltas al asunto, la verdad es que no puedo escribir sobre eso porque aunque aquello es cierto, el Ecuador se lo merece. Citando un discurso de un conocido político ecuatoriano, —palabras más, palabras menos: “Quien no defiende su libertad, quien no lucha por ser libre, no merece ser libre”.
En el transcurso del tiempo, muchos mandatarios han sido protagonistas de opresión hacia un pueblo, y ese pueblo solo ha conseguido la libertad cuando unido ha luchado contra el opresor para recuperarla. En junio pasado, en Ecuador se vieron marchas multitudinarias porque las personas sentían que un proyecto de ley afectaba su economía. Con estas enmiendas parece que las personas no se han dado cuenta de que sus bolsillos también serán afectados, pues estas insertan mayores riesgos e inseguridades en nuestro sistema, por lo que el dinero probablemente se mantendrá, o se marchará de nuestro país, pero difícilmente va a aumentar.
Ya el Gobierno ha anunciado nuevas “enmiendas” para 2016. Ya no teme, ya no nos respeta. De hecho, nunca lo hizo, pero antes por lo menos tenía la decencia de ser un poco cauteloso en esa clase de cosas. Sin embargo, el Ecuador fue desenmascarado y es que la lucha por la Libertad, la lucha por limitarle los poderes al Estado, no está aún en un orden prioritario para los ecuatorianos.
Una vez que aprobaron las enmiendas, los libertarios sentimos un gran pesar. Muchos nos entristecimos; algunos llegaron a sentirse de luto y no por haber perdido una batalla, sino porque ahora los ecuatorianos no podremos hacer una consulta popular sobre “cualquier asunto”, sino que el Gobierno coartará más lo que los ciudadanos podemos o no consultar (primera “enmienda” al Art. 104 de la Constitución).
Los mandatarios ahora podrán ser reelegidos indefinidamente. Es decir, ahora podrán tener indefinidamente la posibilidad de acumular poder sobre todos los sistemas estatales, como se ha hecho en esta última década de correísmo (segunda “enmienda” a los artículos 114 y 144).
Las Fuerzas Armadas no sólo estarán obligadas a protegernos a los ciudadanos, sino que ahora estarán obligados a proteger al “Estado”. Esto significa que los Gobiernos ahora contarán con las fuerzas militares para aferrarse al poder (cuarta “enmienda” al Art. 158).
La Contraloría solo verificará que el dinero público sea utilizado con fines públicos, pero no verificará que ese dinero esté siendo utilizado de manera eficiente con respecto al cumplimiento a los objetivos planteados (quinta “enmienda” al Art. 211).
Los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) ahora no podrán hacer nada en temas de seguridad social, salud, vivienda y educación, a menos que pidan permiso al Gobierno central. Se supone que los GAD son los mandatarios locales más cercanos a su pueblo y más conscientes sobre sus necesidades, y ya los ecuatorianos sabemos cómo está Guayaquil y las demás ciudades desde que el Gobierno de Correa se tomó el monopolio de la seguridad civil (octava “enmienda” a los artículos 261 y 264).
Con todas estas reformas, el Gobierno esperaba que las ciudades se incendiaran y que la gente saliera a las calles a causar disturbios. Lo puedo decir después de observar todo el aparataje policial que puso en Guayaquil y en Quito. Sin embargo, se topó con la grata sorpresa de que a muy pocas personas realmente les importó todo esto.
Los decepcionamos. Ellos querían ver fuego y nosotros no se lo dimos. El Ecuador prefirió quedarse en casa observando lo que pasaba, y a una gran mayoría no le interesaba ni ver ni saber de qué se hablaba, en un día en el que el país recibió disparos en contra de su libertad y de su democracia.
Los libertarios tenemos mucho que trabajar aún para que la gente recapacite y reaccione sobre la importancia que tiene la libertad en nuestras vidas. Las libertades económicas e individuales no están desligadas entre sí. De hecho, hay que tener ambas para poder ser realmente prósperos, pues es parte del “efecto dominó de la libertad”.
Cual corderos, los pueblos obedecen a su pastor hasta que se dan cuenta que este está asesinando su esencia. Luego chillan y gritan, pero ya es muy tarde. No pueden ser libres, no saben cómo ser libres. Algunos incluso tienen tanto miedo que ya no quieren ser libres.
Leonard Quinde Allieri es graduado de Ingeniería Industrial y estudiante de Ingeniería Agrícola. Es miembro de Estudiantes Por La Libertad Ecuador, Jóvenes CREO y Movimiento Libertario del Ecuador. Síguelo en @LeoQALib.