Por José Marulanda
Maduro, de rostro patibulario, reconoció su derrota al amanecer de un nuevo día en Venezuela. No se lanzó a la calle, no corrió sangre, no hubo Gobierno cívico-militar y la revolución entró en una nueva fase, la de su erosión. La demoledora derrota en las elecciones legislativas llevará muy probablemente a señalamientos, culpabilidades y escisiones dentro del PSUV; y si en un momento de madurez de ambos lados, se acordara una negociación para sacar al país del atolladero, lo que estaría en juego sería la cabeza de Maduro y la de sus áulicos.
Lo difícil empieza ahora y es muy probable que las maniobras que el Gobierno adelante durante estos días estén orientadas a blindarse, ante el juicio de responsabilidades que se ve venir. Y ese será un problema mayúsculo, pues si la oposición se dedica al revanchismo y se olvida que sus electores lo que quieren es solución a sus necesidades básicas, vamos a sufrir un desastre social de proporciones impensables.
Las ahora tímidas voces del Gobierno insisten en una quimérica revolución, en un “comandante Eterno” que muy pronto pasara a las páginas grises de la historia venezolana y en la culpabilidad de una “guerra económica” y de una “contrarrevolución en marcha”. Las entusiastas declaraciones de los jóvenes de la oposición, por otro lado, insinúan una luz: quieren cuentas, quieren balances, quieren medidas prácticas.
Veremos muy pronto una amalgama de veteranos políticos que maniobran hábilmente entre lobos hambrientos de poder, de idealistas deseosos del bienestar de su pueblo, de dioses de barro en desmoronamiento, de todo lo opuesto al unanimismo y la idolatría característicos de los regímenes totalitarios.
[adrotate group=”7″]En todo este complicado escenario, también podríamos ver una radicalización desesperada de la nomenclatura del PSUV, acusada de corrupción, de narcotrafico y entrampada internacionalmente, que podría sentirse acorralada y reaccionar violentamente, hundiendo a Venezuela en una oscuridad impensable.
Aquí, resalta la posición serena, profesional y constitucional de las Fuerzas Armadas que aunque se dice que están muy próximas al vociferante Cabello, se mostraron, por voz de su comandante, el general Padrino, lo suficientemente serias como para prevenir que en el amanecer de este lunes, los “colectivos” chavistas radicales y armados, salieran a defender la revolución, como se temía.
Las Fuerzas Armadas, al menos públicamente , siguen siendo constitucionalmente los garantes de la seguridad ciudadana, aunque, avizorando lo que viene, una ruptura a su interior no se puede descartar del todo.
¿Qué pasará con Unasur, Alba, Celac? ¿Cuba y Nicaragua? ¿Qué estarán pensando Evo y Correa?
Hay mas interrogantes que respuestas. Hay muchas preocupaciones de lado y lado, de todos. Solamente una negociación inteligente y una red de alianzas pragmáticas, permitirá que el agonizante PSUV, el desbarajustado Gobierno y la esperanzadora oposición, recalculen el rumbo de un país de importancia geopolítica, pues se asienta sobre la mayor reserva de petróleo del mundo.
A propósito: ¿qué pasará con Unasur, Alba, Celac? ¿Cuba y Nicaragua?¿Qué estarán pensando Evo y Correa? “Ahora siguen Lula y Dilma, los ladrones del PT”, me dice un analista mientras tomamos café en la terraza del hotel y miramos la avenida Fajardo en donde un grupo de motociclistas trancó la vía e hizo disparos al aire. Recuerdo que Lula y Fidel crearon el Foro de Sao Paulo, sustento ideológico y vitrina de las FARC. “Estamos siendo testigos de una Primavera Latinoamericana” remata mi contertulio. Lo cual no deja de preocuparme.
Para Colombia, el resultado de esta elecciones influenciará los confusos diálogos Gobierno-FARC en Cuba. ¿Entenderán los cabecillas de este grupo el mensaje del pueblo venezolano? ¿Aprovechará el gobierno colombiano estos resultados para presionar y disminuir esa impresión claudicante que ha sembrado en la mayoría de la opinión publica colombiana?
Es muy prematuro ensamblar escenarios mas precisos, pero lo que viene es complejo, difícil, peligroso; es vital que la sensatez prime por sobre el radicalismo anodino y la vana controversia politiquera. Las próximas decisiones que tome el gobierno y los anuncios de la MUD marcarán el rumbo de lo que viene en la Venezuela postchavista. El derrumbe económico del pais continua, la crisis humanitaria se ve venir, el binomio Maduro-Cabello no tiene la solución y Torrealba, Capriles, Tintori, Machado, Leopoldo, Aveledo, Ramos, Borges, entre otros, no han empezado a asumir su responsabilidad histórica.
José Marulanda es columnista, abogado, coronel de la Reserva Activa del Ejercito de Colombia y asesor de Seguridad.