Por estos días, entre todas las dolorosas noticias que recibe el país, Colombia se encuentra especialmente perturbada por el caso de Yuliana Samboní, la niña de siete años que fue secuestrada, violada y asesinada por Rafael Uribe, un arquitecto bogotano de una prestante familia de la capital. El crimen es, por supuesto, uno de los más dolorosos que puedan existir, la tortura y violación de una menor de edad conmueve a cualquiera.
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Los detalles del asesinato, que poco a poco van saliendo a la luz, son cada vez más espeluznantes. La reconstrucción de los hechos, revelada por el fiscal del caso, muestra que la niña fue torturada durante cinco horas y que el cadáver presentaba mordiscos y señales de estrangulamiento. Uribe, el asesino, intentó esconder el cuerpo y modificar la escena del crimen. Además, en la audiencia realizada el pasado miércoles, se declaró inocente.
Ante un crimen tan abominable, el país entero se ha manifestado. El caso, incluso, ha revivido la discusión sobre la pena de muerte para violadores. En redes sociales el #YoSoyYuliana ha servido para que millones de colombianos expresen su apoyo a la familia de la niña y su rechazo al asesino. Castración química, empalamiento, que lo suelten en la calle y dejen que la gente lo golpee hasta morir, son solo algunas de las propuestas que se pueden escuchar, por estos días, en conversaciones cotidianas en nuestro país.
Ahora bien, la presentación que he hecho acá de Uribe tal vez sea innecesaria, todo el país sabe quién es este asesino y, con justa razón, los colombianos tienen los ojos puestos en él y exigen una condena ejemplar. Sin embargo, no sucede lo mismo con alias “Pastor Alape”, miembro del secretariado de las FARC y jefe del Bloque Magdalena Medio.
A este guerrillero, que vendría siendo un Uribe 100 veces más peligroso, el presidente Juan Manuel Santos lo absolvió, y a los colombianos parece que se nos olvidó pedir castigo por las muchas niñas que fueron víctimas de violación y asesinato en manos de este hombre y sus subordinados.
Alape es conocido como uno de los guerrilleros que mayor cantidad de niños ha reclutado para la guerrilla de las FARC. Menores de edad que fueron secuestrados y esclavizados durante años. Pero además, son innumerables los casos de violencia sexual cometidos contra las niñas obligadas a hacer parte de la organización terrorista.
El reconocido periodista colombiano Herbin Hoyos ha realizado diferentes entrevistas en las que expone la dolorosa situación que viven las mujeres y niñas reclutadas por las FARC. En uno de sus reportajes, por ejemplo, una exguerrillera que fue separada de su familia cuando tenía 11 años, por hombres al mando de Pastor Alape, narra los diferentes vejámenes a los que son expuestos los cientos de niños secuestrados por esta guerrilla.
Su testimonio da cuenta de lo común de las violaciones dentro de los campamentos, los abortos también están a la orden del día y, además, muchas niñas, al igual que Yuliana, son asesinadas si oponen resistencia.
Numerosos son los testimonios de mujeres que han sido secuestradas cuando eran niñas y reclutadas como esclavas sexuales. Hace poco, una foto de Pastor Alape en un concierto de los Rolling Stone en Cuba, país en donde estuvieron los cabecillas de las FARC más de cuatro años, vacacionando pagados con el dinero de los colombianos, causaba indignación entre los defensores de derechos humanos.
El jefe guerrillero sale en la foto abrazando a una joven, Samantha Flórez, a la que presenta como su “pareja sentimental” y quien fue reclutada en las filas de la guerrilla cuando tenía tan solo 14 años. Samantha es solo una de las tantas niñas que fueron separadas de su familia y abusadas sexualmente por los guerrilleros.
La violencia sexual contra menores de edad en la guerrilla de las FARC es común, los terroristas de este grupo armado no solo tienen una política de violación dentro de sus filas, sino que además son numerosos los casos de acceso carnal violento también contra civiles. En la fiscalía reposan 428 casos de mujeres civiles que fueron abusadas sexualmente por guerrilleros, además de 118 casos documentados de violaciones a menores de edad.
Es decir, en las filas de las FARC hay miles de personajes como Rafael Uribe. Empezando por alias Pastor Alape, todos estos violadores y delincuentes deberían recibir por parte de los colombianos el mismo rechazo que hoy día despierta el arquitecto bogotano. A ningún colombiano se le ocurriría, por ejemplo, decir que es necesario perdonar al asesino de Yuliana, o afirmar que hay que darle un puesto en el congreso para que deje de asesinar y violar niñas.
Gracias al acuerdo Santos-Farc, que el actual presidente pasó por el congreso, ignorando la votación de la mayoría de los colombianos en el plebiscito, Pastor Alape podría ser un “honorable” Senador de la República de Colombia.
¿Por qué no nos indignamos con esta situación? ¿Es acaso que los asesinatos y violaciones de cientos de niñas a manos de los guerrilleros de las FARC valen menos que el horrible crimen cometido contra la pequeña Yuliana Samboní?
Al parecer nos perturba más el crimen de Yuliana porque sabemos quién es, hemos visto su historia en las noticias. Mientras que los cientos de niños secuestrados y violados por guerrilleros como Pastor Alape, como no los conocemos, parece que nos duelen menos. Pero además es como si identificarse como revolucionario y guerrillero indultara al violador. De Rafael Uribe a Pastor Alape no hay nada, el último es incluso peor.
No nos engañemos, no volteemos la cara ante las muchas niñas que han sido secuestradas, violadas y torturadas por las FARC. Pastor Alape y todos sus guerrilleros son peores que Uribe, perdonarlos e incluso premiarlos por sus crímenes sería tan terrible como dejar en la impunidad el crimen de Yuliana Samboní.