El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se entregó a las autoridades el sábado en la noche. El líder del Partido de los Trabajadores lleva ya dos días recluido en una celda especial de 15 metros cuadrados en el cuartel de la Policía Federal en Curitiba.
Pero antes de entregarse a las autoridades para pagar una pena de 12 años de prisión, Lula dio todo un espectáculo con discurso, lágrimas y salida en hombros. Por algo casi la mitad de los brasileros creen que el expresidente no debe ir a la cárcel.
Si alguien en la región sabe hacer uso del sentimentalismo y conmover, presentándose como un mártir, es Lula da Silva. El sábado en la tarde, antes de su entrega, dio un discurso de más de una hora en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos, la organización que presidió en los años 70 y donde lanzó su carrera política. Frente a cientos de personas que gritaban su nombre hizo tal vez una de sus mejores intervenciones.
El discurso giró entorno a la idea de que es víctima de persecución política. Según dijo hay una élite que lo quiere ver en la cárcel porque no soporta que él y su partido le hayan dado educación, salud y ayudas a negros, jóvenes, mujeres y desamparados. Lula está en la cárcel no por ser un corrupto sino por ayudar a los pobres…
Se aseguró de dejar claro que él no es un hombre sino un pueblo:
“Todos ustedes, de aquí en adelante, se convertirán en Lula y van a andar por este país haciendo lo que ustedes tienen que hacer, ¡y es todo el día! ¡Todos los días!”
También hizo énfasis en que es un mártir:
“No sirve de nada intentar acabar con mis ideas, ellas ya están flotando en el aire y no tienen cómo encarcelarlas. No sirve de nada intentar frenar mis sueños, porque cuando deje de soñar, yo soñaré a través de sus cabezas y de sus sueños”.
Lula y lo que ocurre actualmente en Brasil nos deja claro que no son pocas las personas que lejos de atender razones actúan guiadas por los sentimientos. Casi el 50 % de los brasileros cree que Lula no debería estar en la cárcel, a pesar de que solo el 13 % piensa que no sabía de la corrupción. No les importan los hechos.
Hoy comentamos la dramática entrega de Lula a la policía y la estrategia del delincuente más querido del Brasil que increíblemente puede llegar a capitalizar esta situación.