El mundo entero está a la expectativa de un posible ataque de Estados Unidos a Siria. Hoy entrevistamos a Jesús Pérez Triana, analista de seguridad y defensa, experto en geopolítica y autor del libro Guerras Posmodernas, sobre las razones y causas del conflicto que algunos aseguran podría convertirse en una guerra.
PanAm Post: Países como Estados Unidos y Francia han asegurado que el ataque con armas químicas hacia la población civil ocurrido el fin de semana en Siria es culpa del régimen de Bashar Al Assad, ¿cree usted que hay posibilidad de que no sea así, y que el ataque no haya sido provocado por Al Assad?
Pérez Triana: Tener certezas al 100% en un caso así es casi imposible y tenemos que conformarnos con indicios. Todo apunta a que es un nuevo ataque químico realizado por el régimen. El vector empleado es el mismo que en casos anteriores: un helicóptero que lanza un cilindro amarillo cargado de gas. Tuvo lugar tras la ruptura de unas negociaciones para que los grupos armados opuestos al régimen rindieran la plaza sin luchar. Pensemos el enorme coste humano de asaltar un área urbana defendida por combatientes sin escapatoria, como vimos antes en Mosul o Deir ez-Zor.
El uso de armas químicas tenía sentido aquí para quebrar la voluntad de los defensores en lo que se suponía iba a ser un combate muy sangriento. La producción de armas químicas requiere una infraestructura industrial y una capacitación que no se ha demostrado tengan los grupos que luchan contra el régimen sirio.
PanAm Post: Cuál es el interés de Estados Unidos en Siria, ¿cree usted que se trata de un afán real por castigar una conducta criminal o esto tiene otro objetivo fundamental?
Pérez Triana: Vimos en su momento las dudas del presidente Obama en agosto de 2013 de cumplir su amenaza de castigar el uso de armas químicas, lo que llamó “la línea roja” que le obligaría a reconsiderar su postura hacia Siria. El ataque ordenado por el presidente Trump en abril de 2017 fue bastante limitado. Así que si el interés de Estados Unidos fuera invadir Siria como Iraq en 2003, o apoyar a las fuerzas opositoras como Libia en 2011 ya lo habría hecho. Lo que está en juego para la Casa Blanca es castigar el uso de armas químicas, que forma parte de la triada no convencional (nuclear, biológico y química) que puede poner en riesgo la supremacía militar estadounidense en medios convencionales.
PanAm Post: ¿Cuál es el interés de Putin en Siria?
Pérez Triana: Los intereses de Putin en Siria son múltiples: defender a uno de sus pocos aliados en la región, mantener su única base naval en el Mar Mediterráneo, asegurarse la continuidad de un régimen con el que firmó grandes contratos de ventas de armas y ahora contratos para la explotación de recursos, jugar el papel de potencia más allá de su ámbito regional por cuestiones de política interna y prestigio.
PanAm Post: ¿Qué papel juega Al Assad en medio oriente? Porque si bien es un tirano, para muchos, es el mal menor dentro del mundo musulman.
Pérez Triana: Los simpatizantes de Al Assad, que en Europa encontramos fundamentalmente en la ultraizquierda y la ultraderecha, lo consideran un bastión frente a Israel. Pero si revisamos el tratamiento de los palestinos en Siria, como es el caso del asedio al campo de refugiados campo de Yarmouk, no podemos decir que Al Assad sea un gran amigo de los palestinos. Los simpatizantes de Al Assad también lo consideran un campeón del socialismo árabe frente a la globalización, pero el régimen emprendió hace tiempo reformas económicas para liberalizar la economía, aunque sólo consiguió enriquecimiento rápido en lo que en España llamamos “capitalismo de amiguetes” (crony capitalism).
La Siria de Assad es ahora mismo un tablero de juego más de la gran rivalidad geopolítica entre las petromonarquías árabes e Irán, como por ejemplo los es Yemen también. Para el gobierno iraní, Siria es el eslabón imprescindible para hacer llegar la ayuda militar a Hezbolá en Líbano. La debilidad económica y militar del régimen sirio permitió a Teherán tener un peso cada vez más grande en Siria. Así que viéndose extremadamente dependiente de Teherán, Al Assad pidió ayuda a Rusia: iba camino de convertirse en un títere iraní.
El último argumento en defensa de Al Assad es que es mejor que el resto de alternativas. Pero me temo que es una profecía autocumplida. Quienes usan ese argumento para defender o justificar a Al Assad son los mismos que lo apoyaban o justificaban en 2011 y 2012, cuando quizás pudo ser posible encontrar generar un resultado diferente a la guerra siria. La cuestión es que quienes defienden a Assad como el menor de los males sólo están comprando tiempo hasta el próximo estallido social contra un régimen brutal y despiadado.