En la revista TIME de 1969 se publicó una nota titulada “California: un Estado de excitación”, que en mi opinión retrata el ideal de vida de los jóvenes de hoy
“California representa la apacible, impía y gregaria prosecución del placer. Los ciudadanos de la tierra del loto parecen estar siempre recostados junto a piscinas, friendo al sol, paseando por las sierras, retozando desnudos en las playas, más hermosos cada año, arrancando dinero de los árboles, jugueteando despreocupadamente, vagabundeando por los pinares y -cuando se detienen para retomar aliento- componiéndose frente a la cámara fotográfica, ante el resto de un modo envidioso. He visto el futuro, y funciona, dice el visitante que acaba de retornar de California”.
La pregunta que me hago cuando leo esto es: ¿una sociedad donde predomina este pensamiento puede ser próspera? Y la respuesta, por supuesto, es “no”.
Lo triste es que esta forma de ver la vida es cada vez más popular entre los jóvenes. La vieja idea de que “el trabajo dignifica al hombre” parece ya no tener espacio en una sociedad donde el ocio y la pereza son los fines últimos.
Los youtubers de moda, cantantes e ídolos de la juventud invitan a sus seguidores a abandonar sus trabajos e irse de viaje para “aprovechar” la vida. Tener trabajos duros y madrugar es para perdedores porque lo que está bien es irse de fiesta todas las noches y poder despertarse cuando uno quiera, sin las presiones de un jefe.
Hoy en día, tal y como decía el famoso autor del libro “el derecho a la pereza”, trabajar es una esclavitud, un castigo del que hay que liberarse.
No sucedía esto antes. Vagos y perezosos siempre han existido en el mundo, pero eran una excepción. Las religiones en Occidente enseñaban que el trabajo dignifica al hombre, le da honor, lo hace un ser útil. Un vago, así gozara de una familia que lo mantuviera era mal visto.
Un hombre respetable era aquel que contribuía a la sociedad y con su trabajo se ganaba el pan de cada día.
Lo que vemos hoy en día es una sociedad de jóvenes frustrados porque todos los trabajos son muy duros para ellos y sus sueños de ser cantantes o modelos famosos no se cumplieron.
Antes, los niños crecían sabiendo que cualquier trabajo es una bendición y que, aunque hay que esforzarse por conseguir lo que se anhela, en muchas ocasiones eso no será posible. Si no se puede ser una estrella de rock, ser vendedor en una tienda está bien si se hace con honradez y esfuerzo.
Pero por estos días, en gran parte por el impulso de la izquierda, se ha hecho popular la idea de que la vida deseable es una en la que se trabaje poco y se viva a merced de los deseos. Y eso se ha permitido en gran escala por cuenta de la aceptación y continuo ensanchamiento del Estado de bienestar promovido por los izquierdistas. Cuando se da salud, vivienda, educación y subsidios a todo, la gente puede vivir casi sin hacer nada, y en algunos países donde hay renta básica puede vivir como un completo vago.
La pereza se ha permitido en la vida real por cuenta del gran Estado de bienestar, pero además la izquierda la ha endiosado, mientras que demoniza en trabajo. el señor Paul Lafargue, autor de “El Derecho a La Pereza” quien llegó a ser yerno de Karl Marx desarrolló toda una teoría al respecto, donde ensalza el ocio y presenta como único modelo de vida deseable aquel en donde se trabaje máximo tres horas al día y el resto del tiempo se dedique a los placeres.
Todo esto de hacer creer a la gente que el trabajo es un castigo y que la pereza es más acorde con la “condición natural del hombre” es funcional a la instauración del socialismo. Mientras que un perezoso extremo preferirá vivir casi en la miseria con tal de no trabajar, alguien que conserve la vieja idea de que el trabajo dignifica al hombre, escogerá siempre trabajar aunque pueda sobrevivir sin hacerlo y aunque su jornada sea difícil.
Hace poco leí un artículo en el que se presentaba la hipótesis de que los países caen en el socialismo por cuenta de la pereza de su gente. No creo que sea la pereza el único factor determinante para que los socialistas lleguen al poder, muchas personas son conquistadas por la izquierda simplemente por su ignorancia en economía o incluso por sus buenas intenciones hacia los pobres. Pero sin duda la concepción que una sociedad tiene del trabajo y los valores predominantes de su gente determinan el modelo económico de un país.
Aquellos jóvenes que no les gusta trabajar, que sus conciencias nada les dirían por vivir en el más completo ocio, son votos fáciles para los socialistas que proponen vivienda y comida gratis para todos. En cambio, el hombre trabajador sabe que nada en la vida es gratis, que todo cuesta.
Pero, además, no sería capaz de vivir sin producir, por lo tanto las propuestas paternalistas no le seducen. Este tipo de persona no quiere que le prometan subsidios, elige a un político que hable de creación de empleo.
De modo que una sociedad donde la gente trabaja no solo porque le toca, sino fundamentalmente porque ser vago es una deshonra y vivir de otros no es honesto, es una sociedad donde muy difícilmente el socialismo llegaría al poder. Pero es que, además, un país lleno de vagos despilfarradores que no ahorren y no se esfuercen, tarde o temprano terminará sumido en la pobreza, no importa si en algún momento tuvo mucha prosperidad.
Sucede igual que aquellas familias ricas en donde los padres crían vagos que solo quieren disfrutar del esfuerzo de sus antepasados. La riqueza podrá durar dos o tres generaciones dependiendo del capital acumulado, pero no es eterna como afirma Piketty. Para mantenerla hay que ahorrar, trabajar y además tener habilidades para saber cómo invertir. Por eso es que el capitalismo también se trata de valores, actitudes y formas de ver la vida.
Por eso es que para tener sociedades prósperas necesitamos que la gente no desprecie el trabajo y que lo vea como una cuestión de ética. Lamentablemente lo que vemos es que mientras la izquierda retuerce cada vez más estos valores que hicieron grande a Occidente, la derecha y el liberalismo parecen haber olvidado su importancia, incluso le sirven de idiotas útiles a los socialistas.