Algunos despistados insisten, una y otra vez, en que para ser libertario hay que ser libertino, o por lo menos simpatizar con ciertos asuntos como la promiscuidad, el consumo de drogas, la homosexualidad, el alcoholismo, etc.
En ese sentido aseguran que, por ejemplo, un cristiano, que considera la homosexualidad un pecado, no puede ser libertario. Insisten otros en que los libertarios no pueden emitir opinión al respecto y no deben hacer ningún tipo de rechazo a ciertos modos de vida.
Desde la teoría tales ideas no tienen ninguna base. El liberalismo implica el respeto por el proyecto de vida del otro, pero algunos libertarios han confundido eso con ser practicante o por lo menos adulador de un estilo de vida en particular. No les interesa a estos libertarios el respeto por el estilo de vida, por ejemplo, de los conservadores o los cristianos. Pero, además, no entienden que defender que cada quien viva como quiere, no significa no criticar o emitir concepto alguno de lo que se cree que está bien o mal.
Ludwig von Mises, a quien muchos libertarios citan reiteradamente para explicar asuntos de economía, pero parece que poco leen lo que escribió respecto a otras cuestiones, dedicó algunas páginas a hablar de asuntos como la homosexualidad, el feminismo y la familia. Dedicaré esta nota a exponer algunas de sus observaciones, sobre estos temas, plasmadas en Socialismo.
No con la intención de que, como si el liberalismo fuera una secta, todos los liberales tengan sus mismas apreciaciones, sino para dejar claro algo evidente: desde luego que se puede ser conservador y libertario. De hecho, la mayoría de hombres importantes en el libertarismo, como Mises, eran conservadores sociales.
Si alguien pretende sacar del libertarismo a un conservador, sepa que está diciendo que personajes como Mises o Rothbard no eran libertarios. Por supuesto también supongo que será motivo de análisis, y causa de gran interés, las consideraciones que tal vez el más importante libertario tuvo respecto a estos polémicos temas.
Sobre las relaciones estables y contra la promiscuidad
Mises reconoce el interés explícito de los socialistas por acabar con la monogamia y las relaciones estables. El economista es claro en recordar que el socialismo no solo habla de economía, sino que así como promete la liberación del “yugo” que causa la propiedad privada, también propone como ideal la liberación del “yugo” que según los socialistas, y según afirman ahora algunos libertarios, causan las relaciones estables y monogámicas.
En su libro Socialismo asegura que la histórica popularidad del marxismo no es solo causada por sus propuestas económicas, sino en gran parte por su promoción de la “liberación sexual y amorosa”. Recordando que el libro socialista alemán más leído es “la mujer y el socialismo” de Bebel, que para Mises no es más que una “apología al amor libre”. El economista austríaco afirma que la intención de los socialistas es volver a la época en la que predominaba el “principio despótico”.
Respecto a su opinión específica sobre el matrimonio, asegura que hay algunos genios (se refiere a pensadores e intelectuales) que por su naturaleza y sus obsesiones no están dispuestos a sacrificar sus proyectos para construir algo común. Pero es preciso en decir que la mayoría de personas no tiene ese problema, y que para el resto el matrimonio es un problema cuando “no buscan la felicidad en el esfuerzo para alcanzarla, sino en su plenitud; no en los combates, sino en la victoria”.
Pone, entonces, en alto el matrimonio como institución social básica y asegura que la unión estable y monogámica necesita de esfuerzo, de autocontrol y de pensar en un plan futuro en el que se colabore mutuamente y en el que incluso a veces habrá que renunciar a sus planes para conseguir objetivos comunes.
Mises parece señalar como causa del ataque del socialismo a la familia las ganas de conseguir nuevos seguidores. Votantes que no quieran esforzarse para construir un proyecto a largo plazo y que vean en el socialismo la validación a sus estilos de vida promiscuos. Hay que recordar que para esa época, la escuela de Frankfurt ni siquiera se había formado, y es desde ese grupo que se empieza a proponer el ataque a la familia como medio necesario para acabar con el capitalismo y la libertad que defendemos los libertarios.
Antes de la escuela de Frankfurt era el socialismo el que liberaría a las mujeres y hombres del yugo de la monogamia y los llevaría al edén de la promiscuidad. Para la nueva izquierda el orden se invierte y es necesario acabar con la familia primero para luego cambiar el sistema.
Por supuesto, Mises también entiende las consecuencias aterradoras de destruir la familia. Es enfático en recordar que los socialistas pretenden convencer a las mujeres de que la única forma de conseguir una verdadera liberación, y de ser iguales a los hombres, es que el Estado se encargue de la educación y el mantenimiento de los hijos. Si el ataque a la familia funciona los hijos serán del Estado y no de sus padres.
Respecto del feminismo
Mises habla del feminismo como una de las amenazas fuertes que durante el siglo XIX tiene el matrimonio: “Los ataques del movimiento feminista contra el matrimonio durante el siglo XIX eran mucho más graves. Se alegaba que el matrimonio obliga a la mujer a renunciar a su personalidad. Mientras que al hombre le concede amplio campo para el desarrollo de sus fuerzas, a la mujer le niega toda libertad. Ninguna reforma podría cambiar estas condiciones, y sólo suprimir el matrimonio traería un remedio a la situación”.
Explica el pensador austríaco que las feministas se equivocan en creer que es la institución del matrimonio la que estorba el desenvolvimiento de la personalidad de la mujer. Y que lo que perjudica el desarrollo de sus fuerzas y de sus facultades no es el marido, ni los hijos, ni el hogar, sino el hecho de que “la función sexual exige mucho más del cuerpo de la mujer que del cuerpo del hombre. El embarazo y la lactancia, gastan los mejores años de la mujer, años durante los cuales el hombre puede concentrar sus energías en tareas muy grandes”.
Concluyendo que: “si el movimiento feminista cree que debe combatir instituciones de la vida social con la esperanza de remover, por este medio, ciertas limitaciones que la naturaleza ha impuesto al destino humano, entonces es ya un hijo espiritual del socialismo”.
También habló el autor de la diferencias naturales entre hombre y mujeres que causan resultados dispares y que para algunas “libertarias feministas” no son consecuencia de cuestiones naturales sino de la educación y de las ideas predominantes en la sociedad:
“Pero no pueden cambiarse mediante decreto las diferencias de carácter y destino de los sexos, como tampoco las otras diferencias entre los seres humanos. Para que la mujer pueda igualar al hombre en acción e influencia le faltan muchas cosas que las leyes jamás podrán darle. El matrimonio no priva a la mujer de su libertad interior, pero ese rasgo de su carácter hace que tenga necesidad de entregarse a un hombre y que el amor a su marido y a sus hijos consuma lo mejor de sus energías. Con suprimir el matrimonio no se haría ni más libre ni más feliz a la mujer; se le privaría simplemente de lo que en su vida es substancial, sin darle nada en cambio”.
La homosexualidad
“Cuán profunda es la impresión que ejerce la casa paterna en los niños, quienes aprenden de sus padres a amar, y así reciben de ellos la fuerza que les permitirá crecer y convertirse en hombres sanos. Los internados son escuelas de homosexualidad y de neurosis. Parece una casualidad que haya sido Platón quien propuso tratar absolutamente de igual manera a los hombres y a las mujeres, y él mismo quien propuso que el Estado regule las relaciones entre los sexos y que los recién nacidos se envíen inmediatamente a instituciones públicas y que los padres y los hijos permanezcan totalmente desconocidos los unos de los otros, y esto ha sido así porque para Platón las relaciones entre los sexos sólo eran la satisfacción de una necesidad corporal”. Mises, Socialismo (1922)
Puede cualquiera estar en desacuerdo con las apreciaciones de Mises sobre la homosexualidad o sobre el tema polémico que quiera, pero decir, por ejemplo, que Mises no es libertario por su conservatismo social es ignorar lo básico del liberalismo.
La libertad, aunque muchos no lo hayan entendido, consiste precisamente en defender que cada quien lleve la vida que quiera mientras no interfiera con la propiedad o libertad de otros, eso incluye la libertad para discriminar, ser conservador, ser religioso y tener cualquier opinión sobre cualquier estilo de vida.
Después de entender esta idea básica se podría pasar a otra discusión que es la que planteada por personajes como Rothbard o Hoppe, la idea de que para que se mantenga en el tiempo la libertad y la prosperidad en una sociedad, es necesario que prevalezcan los valores conservadores. Pero si no comprendemos que la libertad no es tener un estilo de vida en particular y ser pro lgtbi, feminista, ateo y polígamo, sino permitirle a todos vivir su vida (esto no significa no criticar o hacer activismo por unos valores), estamos perdidos.