Esta semana se han conocido detalles de las declaraciones hechas por dos boliburgueses enjuiciados en EE. UU. El asunto de fondo: el dinero que robaban gracias al estricto control cambiario impuesto por Hugo Chávez en 2003. En la Noticia del Día le explicamos los detalles de la regulación que se convirtió en el mecanismo perfecto para realizar robos descomunales.
Alejandro Andrade, el ex tesorero nacional de Venezuela durante la época de Chávez, y Gabriel Arturo Jiménez, experto en “lavar” dinero, son los dos multimillonarios que ya aceptaron cargos ante la justicia estadounidense. En la misma trama de corrupción también está involucrado Raúl Gorrín, propietario del famoso canal de televisión venezolano Globovisión y de la aseguradora Seguros La Vitalicia.
La mayoría de los medios de comunicación se concentran en dar la noticia de que estos hombres lavaban dinero utilizando bancos internacionales y, que al levantarse la reserva judicial de su caso, se conocen ya algunas cifras de la cantidad de dinero que manejaban. Sin embargo, más interesante aún es analizar los incentivos perversos que permitieron que estos sujetos robaran tanto.
El interés fundamental de la tiranía venezolana con el control cambiario, además de querer ocultar el desastre que hay en la economía real y que el bolívar ya no vale nada, es hacer negocio. Quienes tienen en Venezuela altos contactos en el chavismo, pueden acceder a los dólares baratos, subsidiados, que da el gobierno y luego revender la divisa en el mercado negro.
Para el 2015, por ejemplo, una persona podía multiplicar un bolívar por 100 al comprar dólares subsidiados y luego revenderlos al precio del mercado negro. Hoy la ganancia en estas operaciones se ha reducido, pero aún sigue siendo descomunal. En la actualidad, quien tenga contactos con el chavismo se puede ganar casi 500% de lo que “invirtió” comprando dólares subsidiados por los socialistas.
En la Noticia del Día, a propósito de los nuevos datos que salen a la luz sobre estos boliburgueses juzgados en Estados Unidos, reflexionamos sobre un asunto elemental: entre más regulación, más corrupción.