Recientemente, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que su país se retiraba de Siria. Después de este anuncio han surgido grandes preguntas: ¿por qué lo hace?, ¿qué consecuencias puede traer eso para occidente? y ¿qué significaría para los rusos en su misión de ganar aliados en Oriente? Estas y otras preguntas sobre un tema que poco es tratado a profundidad en Occidente, las respondemos consultando a un experto en el asunto.
César Sabas, nuestro entrevistado de hoy, es licenciado en estudios internacionales de Universidad Central de Venezuela, magister en ciencia política de la Universidad Simón Bolívar, máster en relaciones internacionales y políticas de Seguridad de la Universidad de Toulouse, Capitole (Francia), y doctorado en ciencias políticas de la Universidad de esta misma universidad.
Donald Trump aseguró que el Estado Islámico (EI) está derrotado en Siria, ¿es cierto eso?
Desde un punto de vista militar, el EI ha sido completamente derrotado. Si observamos el mapa actual tanto de Siria como de Irak, EI no existe en ninguna zona importante. Perdió a sus dos ciudades más grandes, Mosul en Irak y Raqqa en Siria. Solo quedan algunos milicianos que han cambiado de táctica para dedicarse a la guerrilla y la desestabilización, pero relegados a zonas desérticas donde no existe ninguna población que siquiera aparezca en el mapa o alguna ruta de comunicación importante.
Lo central de todo el asunto es que el EI, a diferencia de Al Qaeda, revivió un peligroso sueño dentro del Islam sunita radical, que es la reinstauración del Califato y el control del territorio. A diferencia de Al Qaeda, el EI sí pudo crear un protoestado, e incluso llegó a gobernar ciudades importantes. Se suponía que la creación de dicho Califato iba a eclipsar siglos de supremacía occidental sobre el mundo islámico.
Sin embargo, después de todo, el EI fue barrido del mapa, ya no gobierna en ningún sitio, el Califato dejó abruptamente de existir y la «Cristiandad» se sigue viendo ante los ojos de los sunitas radicales como la civilización que se impuso, tanto la «cristiandad» occidental liderada por Estados Unidos como la «cristiandad bizantina» que viene siendo representada por Rusia. Incluso, peor aún, uno de los grandes ganadores geopolíticos ha sido Irán, el archienemigo del sunismo radical.
Todo esto lo menciono porque el elemento principal del EI era su moral de combate, su sueño de reconstruir el pasado, su utopía, el vencer a sus enemigos ancestrales. El EI ahora es un cúmulo de milicias dispersas desmoralizadas, sin un objetivo claro y hasta cierto punto en shock al ver cómo sus sueños descabellados se estrellaron abruptamente con la realidad.
Las cifras actuales estiman que hay hasta unos 2.000 militantes aún activos del EI. Suficiente como para hacer daño, pero absolutamente insignificante como para tener alguna incidencia en la tendencia de la guerra, la cual es claramente favorable para el Gobierno sirio.
Como organización no ha terminado de desaparecer y es probable que haya otros atentados en nombre del EL. Lo más llamativo es que no hace falta que un atentado sea planificado por el EI, falta solo que haya algún desequilibrado caído en el fundamentalismo religioso para que se declare seguidor del EI y haga un atentado. Pero ya entramos en otro tema, ya el problema no es el EI como organización, el problema está en los elementos radicales de la religión islámica.
También dijo Trump que EE. UU. cambió de opinión respecto a su objetivo y ya no esperan tumbar a Assad. ¿A qué se debe eso?
Porque ni Estados Unidos ni nadie en Occidente tiene a quien apoyar en Siria. La situación en el terreno era insostenible para Estados Unidos.
Con los 2.000 efectivos que Estados Unidos tiene actualmente, sumado a los casi 2.000 de Francia, se tiene una fuerza insignificante para el combinado del Ejército sirio, Hizbulá, la Guardia Republicana iraní, las milicias chiitas iraquíes apoyadas desde el aire por la fuerza aérea rusa, así que para derrotar al Ejército sirio sería necesaria una invasión amplia y, por supuesto, entrar en conflicto militar con Rusia, sin tener siquiera a un bando a quién apoyar en Siria. Es decir, una situación como la Guerra de Irak, pero mucho peor.
Recordemos que los rebeldes sirios que fueron en su momento apoyados por Occidente en la mal llamada «primavera árabe» resultaron ser incluso peores de lo que podría ser el régimen sirio. En 2016, por ejemplo, una milicia «moderada» y que había sido financiada por Estados Unidos publicó un video de cómo decapitaba a un niño con un cuchillo.
Las atrocidades de los «rebeldes», su intento de instaurar un «emirato» islámico en Alepo, muy parecido al «Emirato Islámico de Afganistán» que los talibanes habían creado en su respectivo país, y, posteriormente, el surgimiento del EI hizo cambiar la mentalidad europea y americana sobre Siria: ahora sería preferible que Bashar al-Ássad conservase el poder ante las alternativas existentes. Sería preferible para Occidente lidiar con la influencia rusa en Siria, donde por lo menos las minorías religiosas estarían a salvo en una dictadura laica, que la instauración de un régimen fanático de la sharia.
¿Ahora que se retire EE. UU. qué va a pasar con los kurdos y el territorio que tenían controlados?
Esa es la gran incógnita y la preocupación de muchos. Evidentemente las tropas americanas no podían quedarse a perpetuidad. Sin embargo, a causa de la intervención turca y la brutalidad con la que Erdogan ha tratado a los kurdos, la presencia de Estados Unidos significaba una especie de paraguas para los kurdos de Siria, quienes estaban ya construyendo algo muy parecido a un territorio autónomo en Siria.
Ahora que Estados Unidos se retira existe el temor real de que Turquía aumente su participación, como ya lo ha anunciado Erdogan, y ataque a los kurdos. Lo que más le interesa a Erdogan es controlar una franja de algunos kilómetros entre el Kurdistán sirio y el Kurdistán turco. De esa manera aislaría a los kurdos turcos de los milicianos kurdos sirios. La real preocupación de Erdogan es que los kurdos de Siria logren tener éxito en crear su Estado autonómico (Rojava) en Siria, incluso una independencia, y eso influya en la numerosa población kurda de Turquía, promoviendo un movimiento de implicaciones tectónicas.
Hay otro detalle importante con Erdogan: Turquía es nada menos que el antiguo Imperio Turco Otomano. Dicho imperio se llegó a extender hasta las costas de Yemen, pasando por todo lo que es Irak, Siria, Líbano, Israel, Jordania y parte de la actual Arabia Saudita. Así como el EI era un nostálgico del Califato árabe, Erdogan lo es del antiguo Imperio Otomano, así que la intervención en territorios que antiguamente fueron sus colonias él lo ve como una forma de ir poco a poco restableciendo dicho imperio, el cual fue destruido a causa de la intervención de las grandes potencias occidentales al finalizar la Primera Guerra Mundial: Francia y Gran Bretaña.
Los kurdos tienen la opción de negociar directamente con Rusia una protección a cambio de aceptar la victoria absoluta de Bachar al-Ássad. Estaría por verse si eso se lleva a cabo, ya que en el pasado Putin intentó acercarse a los kurdos sirios, pero estos prefirieron estar del lado americano.
Lo otro que podría pasar es que, a pesar de la retirada, Estados Unidos les mantenga el apoyo, evitando una masacre en manos de los turcos. En mi opinión, los kurdos fueron traicionados por Occidente mucho antes, cuando gracias a los fundamentalistas del derecho internacional nunca se apoyó su causa independentista. Si algún pueblo perece, y especialmente necesita tener su Estado propio, son los kurdos. Ellos han sufrido como pocos la tragedia que es no estar amparados por un Estado propio y ser ciudadanos de segunda o incluso a veces ser considerados parias de la sociedad.
Pero lo peor de todo es que Occidente ha contado con ellos en momentos claves, pero en aras del derecho internacional se prefirió mantener la integridad territorial de ciertos Estados como Irak, el cual está dominado por una dictadura chiíta aliada de Irán y hostil a Occidente. En ese momento uno se pregunta: ¿los «expertos» occidentales qué tienen en la cabeza?
No creo que Estados Unidos pueda lavarse las manos con los kurdos después de haber ayudado a destruir el EI. Y tampoco creo que a Rusia le convenga permitir que Turquía arrase a los kurdos y dificulte la influencia rusa en Siria, por lo que no soy tan pesimista con el caso de los kurdos.
¿Qué tanto poder tiene Rusia en Siria y qué repercusión tendrá que ya no tengan a EE. UU. ahí?
El poder de Rusia en Siria es enorme, especialmente en la parte norte del país. Pero en todo lo que se refiere al Gobierno sirio, la administración pública y el Ejército, la influencia rusa es total. Hay que recordar que Siria ya había sido un gran aliado de la Unión Soviética en la época de Hafez al-Ássad, el padre de Bachar al-Ássad, el actual presidente.
Muchos militares y políticos sirios se formaron en Rusia, por lo que hablan ruso, y el material militar del Ejército sirio es ruso. Además, a pesar de ser alawitas, los funcionarios y militares sirios tienen preferencia por los rusos por encima de los iraníes incluso, ya que los alawitas, a pesar de ser oficialmente musulmanes, son verdaderamente heterodoxos: comen cerdo, toman alcohol, las mujeres no usan velo e incluso celebran la Navidad cristiana, así que tanto militares rusos como sirios socializan con un vaso de vodka, pero ven con cierta desconfianza a los militares fundamentalistas iraníes quienes nunca tomarán ni un sorbo de alcohol.
Hay otro factor a tener en cuenta: los cristianos sirios. Si bien son una minoría, representan un 11 % de la población y en su mayoría son ortodoxos. Incluso antes de que Rusia interviniera en 2015 la Iglesia ortodoxa rusa ya había expresado en reiteradas oportunidades al Kremlin su preocupación por el destino de la cristiandad en Siria a causa de la guerra. Hoy en día Rusia es vista en Siria como la salvadora de los cristianos, especialmente cuando pudieron haber sido masacrados en Alepo en manos de la misma milicia que decapitó al niño de 12 años que comenté anteriormente. En Occidente ven como exagerado decir que Rusia fue la salvadora de los cristianos sirios, pero lo cierto es que la única potencia que intervino fue Rusia.
El único país que puede tener una influencia más o menos parecida en Siria es Irán, especialmente en el Sur. No obstante, la debilidad de la economía iraní y encontrándose en jaque constantemente por Israel le impediría competir con los rusos.
Con el caso de Estados Unidos, sinceramente, 2.000 soldados americanos muy poco podían hacer para contener la influencia rusa. Habrá muchos en Estados Unidos que aprovecharán esta coyuntura para atacar a Trump y anunciar el «aumento» de la influencia rusa, pero lo cierto es que no creo que pueda aumentar algo que ya de por sí era enorme.
Sin embargo, si Occidente olvida a los kurdos y estos terminan encontrando apoyo en Rusia, entonces los kurdos de los otros países (Irak y Turquía principalmente) verán en Rusia un aliado fiable y en Occidente a potencias traicioneras. Eso sí aumentaría la influencia rusa en el Medio Oriente en general.