La tragedia que ocurre en Venezuela no tiene precedentes en la historia reciente del continente. Según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), el 87% de las familias venezolanas están bajo la línea de pobreza y el 61,2% viven en pobreza extrema. Más del 60% de la gente se acuesta con hambre. El 64,3% (casi la misma cifra de familias en estado de pobreza extrema) perdió en promedio 11,4 kilos de peso. Todas estas cifras son evidentes en cualquier calle de Venezuela, la clase media ha desaparecido, la gente busca comida en los contenedores y la desesperación es tal que hay quienes se alimentan de perros callejeros.
Un amigo que visitó Cúcuta recientemente -ciudad colombiana fronteriza con Venezuela- me dijo “parece que hubiera ocurrido un desastre natural, hay gente tirada en el piso y buscando alimentos en las basuras”. Lo que ocurrió no fue una catástrofe natural, sino una catástrofe causada por el ser humano: se llama socialismo.
Si bien hasta hace poco todavía quedaban políticos y líderes de izquierda que negaban la escasez y la catástrofe que tiene lugar en Venezuela, en este momento no hay quién se atreva -o por lo menos no explícitamente- a hacerlo. La magnitud de la tragedia es tan grande que se hace imposible negarla. Sin embargo, ocurre algo muy curioso: a pesar de que no rechazan la idea de que la gente está muriendo por falta de medicinas y alimentos, se oponen a la entrega de la ayuda humanitaria donada por diferentes países.
Como ocurre a menudo, la izquierda culpa a otros de lo que ellos hacen. Durante esta semana, he leído una y otra vez a izquierdistas decir que la oposición está politizando el asunto de la ayuda humanitaria. Todo lo contrario: hay un grupo de personas que con la cooperación de diferentes países quiere donar medicinas y alimentos a gente que está a punto de morir, pero la izquierda se opone asegurando que lo único que se quiere con la ayuda es perjudicar a Nicolás Maduro, al chavismo y a fin de cuentas al socialismo. ¿Quién está politizando el asunto?
A la izquierda le importa más cuidar la imagen del socialismo que la vida de niños y adultos que mueren de hambre y por enfermedades fáciles de curar con los medicamentos adecuados. No tienen cómo negar la catástrofe socialista en Venezuela: los datos son claros, las imágenes están por todas partes. A los latinoamericanos, y en especial a los colombianos, la realidad nos estalla en la cara cuando vemos en cada esquina a venezolanos mendigando. Pero los simpatizantes de izquierda se atreven a decir que nadie debe entrar medicinas y alimentos sin la autorización del “presidente”, haciendo referencia al narco que convirtió el país en un infierno.
Pregunto de nuevo: ¿quiénes están pensando en política en vez de salvar vidas?
Ahora bien, lo mismo ocurre cuando se habla de colaboración militar internacional para sacar a la tiranía. “Estados Unidos se quiere quedar con el petróleo venezolano”, eso es lo que repiten una y otra vez. Hay niños muriendo de hambre y ellos pensando en que el petróleo ya no será de chinos y rusos sino de estadounidenses.
Empecemos por el final del análisis para mostrar lo ridículo y desalmado de tal argumento. Supongamos que el objetivo de Estados Unidos es hacerse del petróleo y que puede lograrlo (supongamos, porque como veremos esa idea está muy alejada de la realidad). En este momento, el único dueño de los yacimientos de petróleo -petróleo no hay ya porque no tienen ni cómo sacarlo- es el chavismo asociado con chinos y rusos. ¿Ha protestado la izquierda internacional porque el petróleo no es de los venezolanos sino que está en manos de una élite socialista? No han dicho nada.
De modo que lo que les molesta no es que el petróleo haya sido robado a los venezolanos, no les importa que esté en manos chavistas y extranjeras, lo que no quieren es que vaya a quedar en manos de estadounidenses. ¿Algo del dinero que este grupo socialista consigue de la actividad petrolera le llega a los venezolanos? Evidentemente no, y eso tampoco le importa a la izquierda, no los he visto protestar nunca para que PDVSA deje de ser una empresa manejada por la élite chavista.
Ahora bien, que PDVSA sea propiedad exclusiva de los socialistas sería un problema triste pero llevadero si solo se tratara de eso y no de una política socialista radical. Si el gobierno no tuviera el monopolio del dinero, si no manejara las divisas y el dinero a su antojo, Venezuela no tendría una inflación superior al millón por ciento, eso quiere decir que la gente no sería expropiada mes a mes. Los venezolanos ven como cada mes su salario alcanza para menos de la mitad de lo que compraban el mes pasado.
Si en Venezuela el Estado no controlara absolutamente todo, si no metieran empresarios a la cárcel, si no pusieran precios máximos, si no expropiaran y si respetaran la propiedad privada, los venezolanos podrían salir adelante y soportar el gran robo de sus pozos de petróleo. Pero lo que ocurre en Venezuela es socialismo puro y duro que no deja a ningún individuo crear riqueza, absolutamente todo está controlado por el gobierno.
Si, siguiéndole el juego a la izquierda, Estados Unidos se apropiara de parte de los yacimientos de petróleo, todos los venezolanos que no están en el alto círculo chavista vivirían mil veces mejor y se salvarían millones de vidas. Y no hablo solo de vidas en términos físicos, sino de lo que significa vivir en un lugar donde no hay trabajo, donde no se puede salir a la calle, donde en cualquier momento se puede terminar en la cárcel, millones de personas en Venezuela están muertos en vida.
Para zanjar la discusión, en últimas, los únicos que deberían decidir quién se queda con el petróleo y qué precio le quieren poner, serían los venezolanos, no la izquierda caviar ni los intelectuales izquierdistas profesionales en opinar. No es difícil adivinar qué sucedería si en una votación se le preguntara a los venezolanos si estarían dispuestos a ceder alguna parte de sus pozos de petróleo a cambio de que Estados Unidos con su fuerza militar los librara de Maduro y sus colectivos y les permitiera realizar unas elecciones limpias.
Durante este fin de semana, por los menos cuatro de las tendencias en Twitter en Venezuela tenían que ver con la petición de una intervención por parte de Estados Unidos. ¿Por qué? Porque a los venezolanos sí les importan sus vidas. A la izquierda internacional no, lo que les importa es que el petróleo no esté en manos estadounidenses, y en el fondo lo que de verdad les interesa es que sus ideas socialistas se mantengan vivas, por eso le quieren lavar la cara a la revolución chavista.
Ahora bien, vamos a la realidad, ¿por qué Estados Unidos está interesado en ayudar a la liberación de Venezuela?
1- Rusia se está quedando con Venezuela y eso es una amenaza para la seguridad de la región.
La semana pasada Rusia advirtió a Estados Unidos que si emplazan nuevos misiles en Europa, Rusia instalará proyectiles apuntando contra territorio estadounidense. Putin advierte a Washington que van a “producir y desplegar armas que puedan usar no solo en contra de los territorios de donde provengan amenazas directas sino también contra los territorios donde estén los centros de adopción de decisiones sobre uso de sistemas de misiles que amenacen al territorio ruso”. Es evidente que hay un conflicto geopolítico entre Rusia y Estados Unidos y Trump no puede permitir que Rusia siga avanzando en su estrategia de quedarse con Venezuela, es un territorio clave y está muy cerca de suelo norteamericano.
2- Venezuela se ha convertido en el refugio, y la puerta de entrada a América, de Hezbollah y otros grupos terroristas.
A inicios de este mes, Mike Pompeo declaró que “Hezbollah tiene células activas y con su accionar, los iraníes, están afectando a los pueblos de Venezuela y de toda América del Sur”.
Los lazos entre Venezuela e Irán, a pesar de que llevan años, se fortalecieron desde las presidencias de Ahmadinejad y Chávez en el 2005. Isla Margarita, en la costa caribeña de Venezuela, sirve desde principios de 2000 como un centro de tráfico de drogas para Hezbollah y otros grupos terroristas islamistas como Hamas.
Actualmente, Margarita es utilizada como base de operaciones por militantes iraníes y por ciudadanos provenientes de Irán. La comunidad árabe en la isla está compuesta por más de 12 000 migrantes. En 2010, el experto en grupos terroristas Antonio Salas se infiltró en grupos de personas allegadas a Hezbollah en Venezuela y reveló que había seis campos de entrenamiento.
No solo es peligroso para Estados Unidos tener a un país tan cercano lleno de terroristas de Hezbollah, sino que además es por Venezuela por donde estos delincuentes tienen entrada al continente. El gobierno chavista les vende pasaportes venezolanos, algo que les facilita moverse por toda la región.
3- Venezuela es la guarida y el puerto de salida que usan los principales narcotraficantes del mundo.
Es ampliamente sabido y está ya denunciado por el Gobierno norteamericano que lo que hay en Venezuela es un narcoestado. La Oficina de Control de Activos Extranjeros ya comunicó en febrero de 2017 que el exvicepresidente Tarek El Aissami y el empresario Samarck José Lopez Bello estaban en su punto de mira por jugar “un papel fundamental en el tráfico internacional de narcóticos”.
Se sabe que más de la mitad de la droga colombiana sale por Venezuela. Las FARC, el primer cartel de narcotráfico en el mundo entero, tienen a sus principales cabecillas en Venezuela y el país es en general su refugio. Hezbollah también tiene sus negocios de drogas en Venezuela. En la lucha contra las drogas, Estados Unidos sabe que Venezuela es fundamental.
Estados Unidos tiene varias razones fundamentales e inaplazables para ayudar a la liberación de Venezuela, pero aún si su objetivo fuera quedarse con alguna parte de los yacimientos de petróleo, solo los venezolanos deberían decidir al respecto, son ellos los que están muriendo de hambre. Lo que queda claro es que a la izquierda la vida de millones de personas no les importa, prefieren hablar de petróleo y lavarle la cara al socialismo.