Colombia acaba de sufrir el mayor paro de la historia reciente del país. Un grupo de indígenas que decidieron pedir dinero y tierras regaladas tomaron una de las carreteras más importantes del país: la Panamericana. Las pérdidas son millonarias, en varias ciudades hubo desabastecimiento y se presenciaron actos terroristas. El presidente Iván Duque aseguró que no negociaría hasta que cesaran las vías de hecho, pero en realidad lo que sucedió fue que los indígenas levantaron el paro porque consiguieron dinero y la visita del presidente.
Según las cámaras de comercio en Popayán y Pasto, las pérdidas por cuenta de la “minga” podrían superar los 150.000 millones de pesos. Camacol (Cámara Colombiana de la Construcción) señaló pérdidas en el sector por 30.000 millones de pesos. El paro afectó también a un tercio de la mano de obra ocupada en el sector de la construcción, que durante estos días no tuvo trabajo ni sueldo.
El gerente del Comité de Ganaderos en el Cauca afirmó que diariamente el represamiento de leche fue de más de 20.000 litros que terminaron dañados ya que no había cómo transportarlos. La “minga” también produjo escasez de combustible, alimentos e insumos médicos necesarios para todo el suroccidente de Colombia. Las pérdidas en el sector de combustibles en Cauca y Nariño superan los 40.000 millones de pesos.
Me podría extender párrafos enteros dando las cifras del desastre que produjo un grupo de indígenas que extorsionaba al Gobierno para conseguir dinero y tierras. ¿Quién le va a responder a las madres que tuvieron que ver a sus hijos enfermos y sin medicinas? ¿Quién va a resarcir el daño a las familias cuyos padres humildes estuvieron casi un mes sin sueldo? ¿Quién debería responder por todos estos daños?
La verdad es que esto no solo es culpa de los indígenas terroristas que incluso mataron a un miembro del ESMAD, es también, y sobre todo, culpa del Gobierno.
Esta semana, el expresidente Álvaro Uribe Vélez causó indignación en muchos que juegan a lo políticamente correcto y que descaradamente se ponen del lado del victimario y no de la víctima. Al respecto, el examandatario sostuvo en Twitter que “la autoridad, serena, firme y con criterio social implica una masacre es porque del otro lado hay violencia y terror más que protesta”.
Decenas de personalidades políticas y periodistas famosos se mostraron indignados y señalaron que el expresidente estaba justificando y proponiendo una masacre. No saben leer o simplemente el odio por Uribe no los deja ver la realidad.
Una de las pocas cosas a las que se debiera dedicar el Estado, y por lo que lo mantenemos con nuestro dinero (se llevan más de la mitad de nuestro sueldo) es proteger los derechos negativos de las personas. Por lo tanto, el desastre en todo el suroccidente del país es culpa de quienes hacen el paro, pero también de quien teniendo la obligación de brindar seguridad, permite que un grupo de terroristas llegue tan lejos.
Si algo debiera hacer el Estado es garantizar, por ejemplo, la libre movilidad de las personas, el derecho a trabajar, el derecho de los niños a ir a sus colegios y educarse. Tal y como afirma Uribe, el Estado debe tener la autoridad para enfrentarse a quienes impiden el libre desarrollo de las actividades diarias de los individuos. Como dijo el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, Bruce Mac Master, este paro indígena se ha convertido en el secuestro colectivo más grande de la historia del país.
Si un policía en Estados Unidos le pide a un ciudadano que se quede quieto y este no obedece, el policía utilizará la fuerza. En Colombia, 1 800 000 personas estuvieron secuestradas durante casi un mes, sin alimentos o medicinas, y los periodistas y políticos en general pierden la cabeza cuando el expresidente Uribe, en un gesto de lucidez y cordura -que tanta falta en este país-, se atreve exigir el uso de la fuerza para garantizar los derechos negativos de la gente de bien que sí trabaja y estudia, y que no puede parar 27 días.
Iván Duque está cometiendo un error tras otro en lo que a las movilizaciones refiere, o más bien, y para decirlo con exactitud, frente a los grupos organizados de extorsionistas. Ha perdido toda autoridad, ha cedido en todo, y de ahora en adelante no hay nada que detenga a los profesores, estudiantes, camioneros, afrodescendientes, indígenas o cualquier grupo que quiera cometer actos vandálicos, dañar propiedad privada o pública, matar policías y secuestrar colombianos. Ya el precedente se ha fijado.
Ernesto Macías, Senador del Centro Democrático y presidente de la Cámara alta del Congreso, defendiendo a Iván Duque, sostuvo en Twitter que “Hay que reconocer la prudencia, la entereza y la paciencia del presidente Iván Duque para enfrentar la difícil situación creada por la minga. Gravísimo hubiera sido abrir la vía con la Fuerza Pública, como esperaban los violentos infiltrados”.
Se equivoca. No se tiene prudencia con un delincuente, no se tiene paciencia con el secuestrador o el asesino. La inacción es una forma de actuar. No hacer nada en estos casos es ponerse del lado del victimario.
Presidente Duque: ¿por qué defender a un grupo de extorsionistas que exige dinero y tierras mientras dejan sin trabajo y comida a todo el suroccidente del país?
El presidente no solo se ha puesto del lado de esta gente, ha ido a verlos. Se arriesgó a ir hasta Caldono, Cauca, a pesar de las amenazas y las alertas de lo inseguro que podía ser ese viaje. Cuando llegó al lugar pactado, los indígenas decidieron que querían hablar con él pero en la plaza pública. Insisten en llevar a Duque a un lugar abierto cuando el Fiscal advirtió que grupos terroristas infiltrados en la “minga” planean un atentado terrorista su contra. ¿Son cómplices o inocentemente quieren conducir al presidente a un lugar donde sea fácil asesinarlo?
Un presidente no puede ceder a este tipo de chantajes, no puede negociar con secuestradores y no puede validar que que un grupo organizado viole los derechos de la mayoría de colombianos. Durante el Gobierno del expresidente Uribe nunca sucedió algo parecido, y no hubo ninguna masacre, lo que pasa es que como reza el popular dicho “el mico sabe a qué palo trepa”. La minga terrorista le ha ganado la batalla al presidente.