
Cada vez es más evidente el problema que significa para las finanzas de Colombia la masiva migración de venezolanos hacia nuestro país. Sin embargo, el Gobierno parece no haber entendido que el problema de Venezuela es también nuestro.
El Gobierno colombiano no puede seguir ignorando la realidad ni manteniendo el discurso de rechazo a una intervención militar estadounidense en Venezuela. Tal vez el presidente Iván Duque intenta parece moderado y seguirle el juego al Grupo de Lima, pero si de verdad piensa en Colombia, lo mínimo que puede hacer es aceptar públicamente que los venezolanos necesitan ayuda militar para ser liberados.
Los venezolanos culturalmente son muy parecidos a los colombianos, en otras condiciones económicas la migración venezolana sería un boom poblacional muy fácil de aprovechar. Todo sería distinto si Colombia se pareciera a la Argentina de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que aprovechaba la extraordinaria migración europea porque prácticamente no tenía leyes laborales, de modo que no había reglas para contratar o despedir a alguien, y además no tenían un Estado de bienestar que cargara con los migrantes.
Sin embargo, esto no ocurre en nuestro país y estamos muy lejos de que tal nivel de liberalismo tenga un grado importante de aceptación entre políticos y en la sociedad en general. De modo que a cada venezolano que llega, dada la cantidad ridícula de regulación que hay en el mercado laboral, se le hace muy difícil vincularse a una empresa.
Pero, además, hay en Colombia un Estado de bienestar que se tiene que encargar de todo y, como siempre, hace las cosas mal y desplaza a la iniciativa privada. En Cúcuta, por ejemplo, las autoridades cierran casas que voluntariamente se dedican a acoger migrantes. En Argentina ocurría todo lo contrario, el Estado no prohibía la caridad ni mucho menos le quitaba millones a los argentinos para darle a los extranjeros. Eran los propios migrantes los que organizaban la ayuda para sus compatriotas.
El dinero de los colombianos que será utilizado en atender a los migrantes venezolanos
El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, recibió la semana pasada en Washington 31,5 millones de dólares que socios del Banco Mundial donaron para atender la migración venezolana. El economista fue claro y dijo que eso es prácticamente migajas a comparación de lo que el Estado colombiano necesita para hacerle frente al problema migratorio. Sus cálculos son de 1500 millones de dólares, ¡casi 5 billones de pesos es lo que necesitamos!
Carrasquilla fue contundente en sus apreciaciones: el resto del dinero (los más de 1400 millones de dólares adicionales que necesitan para atender a los venezolanos) tendrán que salir de los impuestos de los colombianos. Es decir, más de 0,5 % del PIB, se tiene que destinar a atender a los migrantes.
La situación es tan complicada que a finales de marzo se aprobó incluso un mayor endeudamiento para poder enfrentar el fenómeno migratorio. Después de una reunión del Comité Consultivo de la Regla Fiscal se definió ajustar la regla fiscal, “con el fin de asumir el impacto generado por la migración venezolana”.
En el 2011 se tramitó ante el Congreso colombiano un proyecto de ley que estableció en el país una “regla fiscal”. Esto quiere decir que, por ley, existe en Colombia un mandato según el cual un comité de expertos le impone al Gobierno un límite para déficit fiscal, intentando que el Estado que no gaste mucho más de lo que recauda.
No obstante, ante la masiva migración, el comité encargado de establecer la regla fiscal decidió que el margen de deuda para 2019 aumentará en 0,3 puntos del PIB, pasando de 2,4 % a 2,7 %; y que para 2020 el cambio será de 2,2% a 2,3 % del PIB.
“En este momento hay más o menos 1,2 millones de ciudadanos de ese país. Esto está teniendo unos efectos fiscales que se han cuantificado por varios estudios en aproximadamente 0,5 % del PIB, que nos representan aproximadamente 5 billones de pesos por año, sin embargo, este es un choque temporal”, dijo el ministro en ese momento.
Pero se equivoca, y si el gobierno sigue pensando así Colombia podría terminar muy mal. ¿Cómo sabe el ministro que es temporal? Cuba lleva más de 50 años aguantando el socialismo. Si Maduro no abandona el poder, la inmigración venezolana en Colombia aumentará drásticamente.
Según ha dicho el Canciller colombiano Carlos Hollmes Trujillo, para el 2021, si Maduro no ha salido del poder, podrían llegar a Colombia 4 millones de venezolanos (además de las cifras actuales). El costo de atender las demandas sociales de esa población, según cálculos del Gobierno, podría superar los 26,6 billones de pesos (8600 millones de dólares).
El descaro de gran parte de la clase política colombiana
Juan Manuel Santos, el peor presidente de la historia de este país, y quien aún tiene mucha influencia en la política colombiana, ha dado a La Vanguardia de Madrid una repulsiva entrevista en la que muestra no solo su simpatía con el chavismo, sino, sobre todo, el descaro de una clase política a la que no le importa el sufrimiento ni del pueblo venezolano ni de los colombianos.
“Es necesario dialogar con Maduro. La diplomacia se basa en el diálogo y no se dialoga con un tuit”, dijo el expresidente, quien rechazó una vez más la idea de una intervención militar. Santos quiere que vuelvan los diálogos con Maduro y que el tirano permanezca durante años en el poder. Sin ninguna vergüenza, insiste en lo que cualquier persona racional sabe que es imposible: Maduro no saldrá del poder con conversaciones.
La posición de Santos es extrema, abiertamente propone, una vez más, diálogo con Maduro. Iván Duque y buena parte de los políticos colombianos rechazan cualquier negociación con el tirano y entienden que hay que sacarlo. Sin embargo, al final del día (seguramente sin quererlo) y al igual que Santos, terminan siendo funcionales a la tiranía y afectando a todos los colombianos.
Rechazar una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela no significa solo frenar lo único que puede liberar a los venezolanos, sino que también es hundir a Colombia en una crisis económica.