España fue uno de los países que más tardó en reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Guaidó se juramentó el 23 de enero, en medio de una multitud de venezolanos que le gritaba que lo hiciera. El mismo día, EE. UU. lo reconoció públicamente como presidente de Venezuela. Donald Trump incluso invitó a los países a hacer lo mismo: «Animo a otros gobiernos del hemisferio occidental a reconocer al presidente de la Asamblea Nacional como presidente interino de Venezuela».
Al día siguiente la mayoría de países importantes de la región -que ya desde el 10 de enero desconocieron a Nicolás Maduro como presidente- públicamente habían ya reconocido a Guaidó. Colombia, Brasil, Perú y Canadá fueron los siguientes después de Estados Unidos. Se unieron luego Chile, Paraguay, Argentina, Ecuador, Costa Rica y Guatemala, y así muchos más países no tardaron en hacer lo correcto y lo evidente.
España, por su parte, tardó hasta el 4 de febrero para reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Y lo hizo en un tono bastante particular, las declaraciones del presidente del gobierno español y líder del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez, vinieron además acompañadas de una especie de advertencia que dejaba ver que no estaba del todo cómodo con la situación.
Sánchez dijo que reconocía a Guaidó como “presidente encargado para convocar unas elecciones en el menor plazo posible”. El líder del PSOE aparenta temer que Guaidó se pueda quedar en el poder. Incluso antes de que reconociera al nuevo presidente de Venezuela, aseguró que se había comunicado con él por teléfono para tener la seguridad de que este sí va a convocar elecciones.
Hoy, Pablo Iglesias, el número uno de Podemos, ha asegurado que en privado el gobierno de Sánchez le ha aceptado que fue un error reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela.
<<Nosotros condenamos rotundamente el golpe de Estado y pensamos que el Gobierno se equivocó reconociendo a Guaidó. Lo que hace falta en Venezuela para superar su crisis política y su crisis económica son unas elecciones libres, y Guaidó no quiere unas elecciones libres, quiere un golpe de Estado que provoque una intervención de Donald Trump y un baño de sangre en Venezuela. El ministro de exteriores (de Sánchez) sabe que tenemos razón, y en privado nos han reconocido que efectivamente era un error reconocer a un presidente que no quiere convocar elecciones libres en Venezuela, que quiere un golpe de Estado, como lo hemos visto ayer>>
Es evidente que Guaidó sí quiere convocar elecciones, lo ha repetido una y otra vez. Incluso, para muchos, el presidente interino de Venezuela ni siquiera tenía la intención de asumir el papel que le ha tocado por asares del destino.
Es también claro que lo que ocurrió ayer 30 de abril en Venezuela no fue ningún golpe de Estado. Aunque el comunista de Pablo Iglesias siga reconociendo al genocida Maduro como presidente, no lo es, es un tirano que está en el poder por la fuerza. De modo que la Operación Libertad no es un golpe de Estado, es un intento de liberación, entre otras cosas de la invasión de los cubanos y los rusos.
Sin embargo, aunque todo esto que digo es evidente para cualquier persona decente y razonable, Iglesias y su partido, Podemos, que es el principal aliado de Pedro Sánchez y del PSOE, tienen intereses monetarios personales para defender al chavismo.
Pablo Iglesias y sus amigos de partido como Juan Carlos Monedero se han vuelto millonarios gracias a las asesorías que le han dado al chavismo. Y seguramente no se trata de simple agradecimiento de Iglesias, el comunismo es una red internacional para robar, Iglesias debe seguir con sus socios los chavistas.
Por su parte, Pedro Sánchez necesita a Podemos para poder seguir siendo el presidente del Gobierno español. En los meses en los que ha sido presidente, con el apoyo de Podemos, muchos españoles se han preguntado si quien en realidad manda es el líder del PSOE o Iglesias.
Es clara entonces la intención de Podemos y de Iglesias sobre Venezuela, les conviene que sus socios -los chavistas, no tiene que ser exclusivamente Maduro- se queden en el poder. Y Podemos es fundamental para Sánchez porque sin ellos no puede ser presidente.
De modo que Venezuela definitivamente no tiene en el Gobierno español a un aliado, tiene un enemigo.
Pero la posición de Sánchez y del PSOE frente a Venezuela no solo tiene que ver con la presión que ejerza Podemos. El mismo Partido Socialista tiene entre sus filas a socios del chavismo. El más grande y evidente es el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que durante varios meses fue “mediador” en los supuestos diálogos entre la “oposición” venezolana y el chavismo.
¿Cuánto dinero le ha dado el chavismo a Rodríguez Zapatero para que le lave la cara a la tiranía a nivel internacional? ¿Cuánto le han dado para que insista en que tiene una posición independiente y en que la única salida en Venezuela es el “diálogo”?
¿Cuánta gente más del PSOE está involucrada en los negocios de Zapatero con el chavismo?
No tenemos certeza, pero es claro que Sánchez, tanto por Podemos, su principal aliado, como por su mismo partido, el PSOE, tendrá una postura en favor del chavismo.
El mismo Iglesias en sus declaraciones de hoy asegurando que el Gobierno español se arrepiente de haber reconocido a Guaidó como presidente, menciona a Zapatero: <<Nosotros aquí estamos con el presidente Zapatero, que reclama diálogo entre venezolanos y una solución democrática mediante unas elecciones libres, donde el oficialismo y la oposición en Venezuela compitan democráticamente y decidan los venezolanos>>
La comunidad internacional, los diplomáticos de los países que están trabajando para que Venezuela sea liberada, deben exigirle a Sánchez claridad sobre el tema. En este momento defender a Maduro es como defender a Hitler.