El sábado 13 de febrero, pocos minutos después de que se conociera la noticia de la muerte del Juez de la Corte Suprema de Estados Unidos Antonin Scalia, los precandidatos a la presidencia por el Partido Republicano se enfrentaron, en lo que marcó el noveno debate del partido conservador.
Con Iowa y New Hampshire ya en el pasado, pero con la contundencia de los números que ya no son una mera encuesta, los candidatos ajustan su discurso y estrategia, ya que cada primaria posibilita un cambio de escenario rotundo tanto en la imagen y en las encuestas, como en el financiamiento.
En este último debate la estrella de la temporada 2016 de la carrera hacia la Casa Blanca, Donald Trump, no divirtió y tampoco aburrió; fue agresivo y su habitual enfrentamiento con ánimos de ridiculizar a Jeb Bush se convirtió en un bumeran. En su intento por poner en aprietos al exgobernador de Florida, cuestionó la política de George W. Bush con respecto a la seguridad luego de los ataques a las Torres Gemelas, y aprovechó para acusar al hermano de Jeb de ser el culpable de que este atentado se hubiera llevado a cabo. Aunque los sondeos le han dado a su favor en Carolina del Sur, se teme que esta mala actuación en el último debate podría costarle varios puntos.
En el caso de Marco Rubio y Ted Cruz, ambos se destacaron. Rubio perfilaba a ser el ganador de la noche hasta que el tema “inmigración” se ubicó como contrapunto entre él y Cruz, quien enumeró las veces que el senador de Florida se contradijo con respecto a uno de los temas fundamentales que preocupa al electorado estadounidense, y ante lo cuál Rubio sólo pudo responder desviando el tema a lo trivial, diciendo que “Cruz no habla español”.
Kasich, por su parte, intentó mantener el brillo que le brindó el segundo lugar en New Hampshire pero sin salir de su discurso moderado. Lo destacado de la noche fue su reacción ante los entredichos entre Bush y Trump; “esto es una locura”, expuso entre indignado y resignado.
[adrotate group=”7″]El neurocirujano Ben Carson es la figura que nunca pudo levantar vuelo en los números. Sigue por detrás pero en carrera, y ya todos esperan que sea el próximo en levantar bandera blanca. Su argumento es acorde con los principios republicanos y constitucionales, pero su falta de experiencia en la arena política no le ha permitido encontrar un lugar en el podio de pre-candidatos con más posibilidades de conseguir la nominación del partido.
La diferencia entre quienes buscan representar al Partido Republicano para competir por la Casa Blanca se divide en dos puntos fundamentales: las formas y la coherencia.
En cuestiones de forma, los ademanes populistas de Donald Trump, lo han llevado a liderar las encuestas, ya que el gran vacío dejado por aquellos políticos de carrera que sobrepasados de corrección política han olvidado sus postulados de campaña una vez convertidos en burócratas, han sido utilizados majestuosamente por el magnate de los bienes raíces.
En el ámbito de la coherencia se encuentran todos los demás candidatos. Trump no se vio afectado aun por este punto, lo que evidencia la flexibilidad moral de gran parte del electorado o la ilusión de poder creer en alguien que albergan muchos.
En este escenario dónde los “trapitos al sol” están a la orden del día, los temas candentes son la inmigración ilegal, la economía y la seguridad.
Marco Rubio y Ted Cruz, haciendo gala de su herencia cubana, se disputan el voto latino al mismo tiempo que el voto de aquellos que buscan el control inmediato de las fronteras. Entre ellos afloran todo tipo de archivos sobre sus posturas con respecto al tema. Desde un punto más firme, Ted Cruz resiste el archivo y deja en evidencia a un Rubio que ha cambiado su punto de vista hacia una posición más moderada, pero que a su vez intenta esconder estos cambios.
Jeb Bush fue victima de las burlas de Trump, pero también de su incapacidad para defenderse. Eso cambió en el noveno debate, pero lo encuentra con números que no alcanzan para la nominación, aunque si para la esperanza de un “golpe de suerte” que pueda dar vuelta el tablero. Su coherencia no está cuestionada, es un moderado y se mantiene firme en esa vía. Sus formas no le permitieron contrarrestar las de Trump, al menos hasta este debate, dónde mostró más soltura.
Kasich y Carson, apelan a sus formas para conquistar, el primero con su postura de un político del establishment, y el segundo con su bandera anti políticos, no logran convencer.
Aunque los puntos en común son varios, en lo único que lograron ponerse de acuerdo todos y cada uno de ellos es en que Obama no debe designar al juez de la Corte que reemplazará a Scalia.
El próximo 23 y 27 de febrero, con un Bush más confiado, un Cruz que empieza a brillar cada vez más, un Rubio que intenta ser la conexión entre todos los mundos del universo conservador, asistiremos a las primarias de Nevada, Carolina del Sur y Washington (se hace en forma parcial) dónde ya empezaremos a despejar el panorama y a vislumbrar con más claridad lo que será el Súper Martes, día en que 15 estados votan al unísono y es de suma importancia, ya que deja prácticamente definida la nominación del candidato de cada partido.