Los precios en la economía son vehículos que trasladan información desde los consumidores hasta los empresarios, y viceversa. Son el insumo esencial para la toma de decisiones, planificación, ahorro, inversión, innovación y consumo.
Cuando el rol primordial del sistema de precios es interrumpido por el control estatal, se generan distorsiones que afectan primeramente la naturaleza de transmisión de información del sistema de precios, y las decisiones tomadas por los individuos y empresarios, interrumpiendo el proceso natural del mercado.
A través del sistema de precios, el consumidor hace elecciones de consumo, tomando en cuenta diferentes factores que integran una matriz para la toma de decisión. Si en el mercado existen productos con características similares, condiciones físicas cercanas y alguna otra cualidad, el consumidor hará la elección con base en el producto que mejor satisfaga las necesidades, o incluso si el mismo producto se presenta en exactas características y condiciones, podrá decidir por el mejor precio, o aquel que combine calidad y precio.
Sí un empresario lleva una cantidad determinada de bienes al mercado a un cierto precio, mediante el sistema de libre competencia, y se encuentra con que su producto no está siendo demandado porque tiene un precio más elevado que el resto del mercado, él tendrá que tomar una decisión, adecuar su estructura productiva a la competencia de precios en el mercado, ajustando sus costos en función del precio que desea lograr, determinando los precios así los costos, y no al contrario como se suele asumir en el mainstream. Se ajustan los nuevos costos en función del precio esperado con el que se desea competir, y si en otro momento dado el empresario consigue una demanda que se interese por un producto con mayor calidad o incluso que incorpore avances tecnológicos, podrá en su momento decidir incorporar mayores procesos al costo, pues existe en efecto quien demande el producto al precio final y con tales características.
De este modo, queda claro que es mediante la acción libre de los agentes, empresarios y consumidores que se obtiene mayor coordinación en la economía, los precios son el mecanismo de coordinación natural por excelencia; no sólo permiten el respectivo ajuste de las necesidades y características de consumo y producción, sino que también sirven como promotores de procesos de innovación y desarrollo. Permiten además la vital coordinación intertemporal de la economía, permitiendo que se lleven a cabo procesos de inversión y producción para la demanda futura. Cuando los precios actúan libremente, generan señales a los agentes que sirven para tomar decisiones importantes de ahorro, inversión, producción y consumo.
Cuando el proceso de coordinación que ejercen los precios es interrumpido por la ley o el mandato coercitivo, se viola la función esencial de este mecanismo en la economía, y en adelante se generan distorsiones que deterioran el funcionamiento del sistema de precios, y así, el de la economía en su conjunto.
En particular, los regímenes socialistas procuran limitar el comportamiento de los precios libres, consideran que es al órgano central a quien le corresponde planificar cuáles serán los precios en la economía -tamaña labor que sólo el mercado en su inigualable función puede lograr-, acuden con frecuencia a controles de todo tipo para hacerse con la alquimia de lograr el precio justo.
El sistema de precios libres es una amenaza para el control, y mucho más para los sistemas de coordinación central de la economía; sistemas totalitarios, socialistas o comunistas. Tales sistemas piensan que la formación de precios en la economía proviene de un proceso de especulación empresarial que no obedece a una composición objetiva del valor del bien, por lo que deben afanadamente controlarlos.
Esencialmente el marxismo cree que el valor de los bienes debe estar dado por la cantidad de trabajo que llevan incorporado, y así los bienes que deben ser más intercambiables son los que más trabajo lleva añadido.
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El valor está determinado por la apreciación subjetiva de los agentes en la economía, tal valoración subjetiva está vinculada a la utilidad que para él tenga cada bien, el bien deseado es sólo un medio que sirve para alcanzar un fin superior y el intercambio sucede porque un individuo valora más lo que el otro puede ofrecerle a cambio de lo que él entrega en dicha acción, y viceversa, tal como logro determinar Carl Menger con la teoría subjetiva del valor.
Un sujeto intercambia trigo por dinero porque valora más el dinero que le van a entregar pues le servirá para comprar pieles para el invierno y el sujeto que intercambia el dinero por trigo valora más el trigo porque lo necesita para hacer pan y alimentarse. Sin esta valoración subjetiva sería imposible el intercambio.
En el momento que la libre acción de la economía es interrumpida y deja de funcionar el mecanismo de coordinación de precios se crean distorsiones; el control de precios impone niveles máximos de ganancias y niveles máximos de precios, irrumpe la estructura productiva de las empresa y genera conflictos en la composición del producto, no se pueden incorporar todos los factores a la elaboración del producto y no existe opción para acomodar la estructura productiva sin comprometer la estabilidad de la empresa.
No existe tal cosa como un precio justo fijado arbitrariamente por el Estado, tal justicia sólo se puede encontrar en el funcionamiento del mercado libre.
Lo que se pretende hoy con el control absoluto de los medios de producción desde la elaboración, distribución y comercialización hasta la fijación de un precio máximo ya se ha pretendido antes, en la antigua Unión Soviética, Alemania Socialista y Cuba. Hoy en Venezuela se están cometiendo los mismos errores y se están padeciendo los mismos males.