EnglishEl mes pasado conmemoré el 21º aniversario de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) argumentando que un tipo de acuerdo similar a Schengen, permitiendo el libre movimiento de personas como sucede hoy en Europa, sería la manera de avanzar en América del Norte.
Por mi experiencia viviendo en Europa durante el último año, la idea de un mundo sin fronteras no es una fantasía utópica, sino una realidad que funciona. Puedo ir manejando por la mañana hasta un spa húngaro que queda a una hora de distancia, luego almorzar en la República Checa en mi camino de vuelta sin molestias, y disfrutar de una salchicha vienesa por la tarde en completo plan de relax. El gobierno no me detiene en ningún momento, ni me hace preguntas o me pide justificar mi viaje.
Tal libertad permite no solamente viajar, sino comerciar, y podría ser un gran beneficio para el bloque económico de América del Norte.
Permitiría el flujo constante de bienes y servicios entre las fronteras sin intervención burocrática, lo cual es inevitablemente la parte más complicada de comerciar con personas a través de fronteras nacionales. Le permitiría a la gente que vive en áreas devastadas poder encontrar trabajo en otro lugar, sin la amenaza de ser detenidos o deportados, separando familias en el camino.
Durante los últimos 20 años he vivido entre las fronteras de Canadá y los Estados Unidos, así como dentro las fronteras de Europa, y no cabe duda cuáles son las mejores. La libre circulación de personas y bienes es lo que se necesita para incrementar la libertad y el potencial económico.
The Economist, en su última edición, se hace eco de mi argumento:
“El bloque debería aceptar el libre movimiento de personas. TLCAN no mencionó nada acerca de la movilidad laboral en su lanzamiento, más allá de la creación de una categoría de visa para ‘profesionales’. Los Estados Unidos no van a aceptar el modelo europeo de fronteras abiertas de un momento a otro, pero algunas exenciones más generosas para viajeros frecuentes que vienen de México serían un comienzo”.
También plantean que el resto de los estados latinoamericanos deberían tener un camino allanado para entrar al TLCAN, como una forma de promover el libre comercio y la migración dentro del hemisferio. Puede leerse más aquí.
Traducido por Melisa Slep.