EnglishSin que la mayoría de los observadores políticos y votantes en Québec se hayan dado cuenta, Phillippe Couillard y su Partido Liberal pueden convertirse el grupo más ambicioso de reformadores que hayan sido electos en las últimas décadas.
A pesar de que su foco en la campaña electoral fue contrarrestar al independentista Partido Quebecqués y la búsqueda de la máxima laicidad del Estado, el impulso posterior a las elecciones está ahora dirigido hacia la reducción de la deuda y los profundos déficit de Québec. Podría decirse que la austeridad es percibida como una necesidad.
“Tenemos que crear riqueza en Québec por cualquier medio posible”, dijo Couillard en su primera conferencia de prensa oficial después de las elecciones del 7 de abril. “Les diré a los burócratas, a la administración pública, que se esfuercen en reducir la burocracia y el peso del Estado en la economía de Québec”.
Al anunciar un congelamiento total de nuevas contrataciones para el gobierno provincial, Couillard demostró la seriedad de sus intenciones.
Puede que esta estrategia no sea más que una movida del nuevo gobierno para desacreditar a su predecesor; pero todo parece apuntar a que las intenciones de austeridad son sinceras. La espiral financiera de Québec es real y pronto se convertirá en una pesada carga para sus millones de habitantes.
Esa es la conclusión del informe Godbout Montmarquette, un análisis independiente de las finanzas de Québec hecho por Luc Godbout y Claude Montmarquette, dos economistas de la Universidad de Sherbrooke y la Universidad de Montreal. El informe fue aplaudido por Couillard pocos días después de ganar las elecciones, pero no presentaba ninguna simpatía partidista; ofrece una amarga verdad difícil de aceptar para cualquier persona, sobre todo para un residente de Québec.
La revelación principal del informe es que el déficit de CAN$1,75 millardos previsto a principios de este año por el Partido Quebequés en realidad es de casi CAN$3,7 millardos. Y seguramente va a seguir creciento si no se implementan reformas importantes.
En los últimos 25 años, el PIB de Québec ha crecido a una tasa de 1,9% anual, y los intereses totales de la deuda suman un monto igual a los presupuestos de 14 de las 19 burocracias del gobierno provincial. En los últimos 10 años, señalan Godbout y Montmarquette, el gasto ha aumentado en promedio 5% anual. Las mejores estimaciones para la economía de Québec le conceden un crecimiento máximo del 3,5% al año, lo que ocasiona que casi siempre la provincia termine gastando por encima de su presupuesto y endeudada.
“Para el gobierno recién electo, el objetivo fundamental es mantener al gasto público bajo control, y a la vez generar crecimiento económico y empleos”, recomienda el informe.
Si se tomase en serio el informe, la versión de Québec debería incluir —a diferencia de la austeridad europea practicada en Grecia y en España— rebajas de impuestos sobre la renta para los individuos y empresas, así como la optimización de la burocracia. El Primer Ministro Phillipe Couillard parece haber recibido el mensaje.
“Ha llegado el momento de tomar decisiones difíciles y no se tomarán a la ligera”, dijo Couillard el 24 de abril, anunciando sus primeras medidas para reducir el tamaño y el peso del Estado sobre el individuo.
Couillard ya ha propuesto recortar CAN$300 millones de diversos ministerios, exigir estándares de productividad y la eliminación de al menos 3% del gasto de cada departamento. Esto se suma a más de CAN$110 millones en subsidios corporativos que serán eliminados por el gobierno liberal. Eso significaría un recorte de gastos que impactaría tanto a las oficinas gubernamentales como a las dádivas del gobierno.
La austeridad ha llegado a Québec. Y es bienvenida.
Durante demasiado tiempo se ha jugado con las finanzas públicas para el apalancamiento político y la compra de votos de unos pocos, en detrimento de todos.
Y el hecho de que estas medidas estén siendo tomadas por un gobierno liberal, el mismo que liderado por el Primer Ministro Jean Charest durante casi una década fue denunciado por escándalos financieros y negocios turbios, revela el extraordinario cambio en la conciencia colectiva de los residentes de Québec.
Entonces, ¿qué más ha de suceder en la era de austeridad del gobierno de Québec?
Un “tabú” frecuentemente mencionado es la privatización de los sectores públicos de energía hidroeléctrica y alcohol de la provincia. Hydro-Québec y Québec Alcohol Corporation, las entidades gubernamentales más activas y reconocidas en Québec, podrían enfrentarse a una liquidación de por lo menos 10%, como se recomienda en el informe de Godbout Montmarquette. Couillard es favorable a la privatización, pero promete un “diálogo social” antes de recortar demasiado.
Que tal idea pueda llegar a ser presentada y discutida racionalmente en la política de Québec revela la magnitud del gran cambio estructural necesario en su cartera financiera. La nacionalización de la industria eléctrica en la década de 1960 por el Partido Liberal dio paso al movimiento independentista moderno, y ha sido una fuente de orgullo nacionalista para los residentes de Québec en las décadas posteriores.
Si la privatización de la industria pública más importante de Quebec llega a suceder, podría convertirse en una seria llamada de atención a los movimientos populares cuyo objetivo es hacer de Quebec un estado-nación. Prácticamente revelaría que el sueño de la independencia de Quebec ha permitido que las malas ideas económicas persistan durante muchos años, trasladando el espíritu de la independencia política a programas gubernamentales incontrolables que no son crticados por nadie debido al temor a cuestionar el proyecto nacionalista. Esto ya no es sostenible.
Ésa es la realidad promovida por el líder de la Coalición Avenir Québec (CAQ), Français Legault, otrora ministro del gobierno del Partido Quebequés hace más de una década. Su partido obtuvo el 23% de los votos y 22 ministros en la elección provincial del 7 de abril.
Con una saludable mezcla de populismo y retórica proempresarial, el pequeño partido ha introducido la noción de “ajustar” las finanzas de Québec antes de abordar significativamente la “cuestión nacional” de la independencia. De ahora en adelante, los liberales podrían contar con el apoyo intelectual y político de este nuevo y pequeño partido.
De hecho, el nuevo gobierno liberal ha considerado aplicar algunas de las ideas de la CAQ en el manejo de las finanzas. El ministro de Finanzas celebró una reunión informal con el encargado de presupuesto de la CAQ la semana pasada, para gran disgusto de los socialdemócratas ahora excluidos del poder.
Con un gobierno mayoritario y el apoyo comprometido de la CAQ en pos de la austeridad selectiva, los liberales gozarán de una gran discrecionalidad en cuanto a la modernización completa de las finanzas de Quebec en los próximos cuatro años y medio. Siempre y cuando sean lo suficientemente valientes para soportar el temporal, podrán alentar en Quebec un espíritu de austeridad que la fortalecerá y vigorizará en los años venideros.
Sólo el tiempo lo dirá.