EnglishMientras que el mundo entero tiene la mira en los Juegos Olímpicos de Río, gran parte de Brasil está atenta al juicio que el senado aplica a Dilma Rousseff. En la madrugada del pasado miércoles comenzó una cuenta regresiva para la destitución de la presidente apartada.
Según el senado federal el proceso continúa y deberá apartarse de su cargo en el cual fue reelegida en el 2014. En el debate fue aceptada la denuncia en su contra, por lo que se culpa de delitos fiscales y queda calificada como imputada. Este informe se aprobó con 59 votos a favor de sustituir a la presidenta y 21 en contra. La ventaja es notoriamente amplia.
Todo este procedimiento coloca a Dilma prácticamente en un juicio final, que tiene fecha para finales de agosto. En esa sesión, tendrán que considerarla culpable al menos 54 de 81 senadores (dos tercios) para que la misma sea despojada de su mandato.
En caso de que Rousseff sea reemplazada, el restante del mandato que vence en 2019, sería tomado por el vicepresidente Michel Temer, quien hasta el momento ha sustituido a la presidente suspendida.
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Esta aprobación de las acusaciones en contra de Dilma estaban previstas por todos los participantes y senadores involucrados en este proceso. También, sus oponentes se movilizaron para tratar de impulsar la impugnación de la presidente; y así poder unirse en fuerzas y crear alianzas que impidieran esta pérdida.
Por otro lado, los senadores que se definieron como independientes, divididos, votaron una parte en contra y otra a favor. De los 47 diputados que hablaron, 30 se manifestaron a favor del proceso de destitución y 17 en contra.
Todos se encuentran en la espera de la fecha del juicio final. La misma será indicada por la Corte Suprema, quien estima que la sesión completa dure entre tres y cinco días.
Aécio Neves, quien dirige la sesión, se pronunció en representación de diez senadores de esa formación del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) para declarar su apoyo al proceso.
Fuente: El País