EnglishEl pasado miércoles la región tomó el primer paso ante la crisis que vive Venezuela. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) aprobó una declaración en la que acuerdan enviar una comisión de ministros de Relaciones Exteriores a Venezuela para brindar el apoyo y asesoramiento en el diálogo entre la oposición y el gobierno, y lograr así una salida pacífica a la violencia que vive el país hace ya más de un mes.
Tras la investidura de la Presidenta Michelle Bachelet, los cancilleres de los doce países que integran la organización — Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela — se reunieron en Santiago de Chile para discutir el tema y llegar a una resolución.
La discusión del tema en la organización fue promovida por el propio gobierno venezolano, que se ha visto afectado por la ola de protestas en contra de la administración del Presidente Nicolás Maduro. Más de una veintena de muertos, cientos de heridos y más de mil detenidos ha dejado al país sumido en una situación de caos que el gobierno no ha podido controlar.
Previamente el canciller venezolano Elías Jaua había hecho una gira por Bolivia, Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil para presentar un informe sobre la crisis de su país y obtener el apoyo para discutir el caso en UNASUR y no en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA). “Venezuela no está de acuerdo con que este tema sea elevado a la instancia de la Organización de Estados Americanos”, afirmó Jaua tras la reunión con el presidente boliviano Evo Morales en su visita a La Paz.
La decisión de UNASUR de crear una comisión de mediación en Venezuela es aprobada tan sólo días después del intento fallido de crear una a través de la OEA.
Anteriormente, el gobierno de Panamá había convocado una sesión extraordinaria para discutir la crisis venezolana en el Consejo Permanente de la OEA, pero la delegación de Venezuela demandó anular la convocatoria alegando que ésta incumplía con los procedimientos de la organización. Inmediatamente, el Presidente Maduro anunció la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con el gobierno de Panamá.
Pese a estos incidentes, Panamá logró que el tema fuese discutido; sin embargo, la resolución fue lejos de lo que el país esperaba. Con 29 votos, el Consejo Permanente decidió emitir una declaración llamando a la paz y al diálogo, decisión que fue rechazada por los gobiernos de Canadá, Panamá y Estados Unidos, quienes alegaron que la medida no reflejaba el compromiso de la organización con la promoción y protección de los derechos humanos y la democracia.
El embajador panameño Arturo Vallarino lamentó la decisión: “La OEA quedaría muy mal si saca esa posición, porque es la opinión del Consejo Permanente, que debe ser neutral. La idea no es atacar al gobierno de Venezuela pero tampoco alabarlo”.
Gobierno de Venezuela dice: UNASUR sí, OEA no
A pesar de que el embajador venezolano Chaderton había calificado como “intervencionista” la aprobación de una misión de la OEA a Venezuela; su opinión frente a la decisión de UNASUR no fue la misma. El Profesor de Política Exterior de la Universidad Central de Venezuela, Carlos Luna explica:
“UNASUR es una creación de Hugo Chávez para tratar de desplazar la atención de los organismos que reproducen el discurso ‘imperialista’ de Estados Unidos, y abrir paso a otras organizaciones ‘antiimperialistas’. La UNASUR se crea como bloque de poder contraria a la fortaleza del imperio de Estados Unidos. El gobierno de Maduro simplemente actúa consecuente con el discurso de Chávez y busca a sus aliados naturales en el marco de UNASUR”.
A diferencia de la UNASUR, el Presidente Maduro ha insistido que la OEA no es bienvenida en el país. Según Luna, esta diferencia de criterio se debe a que la OEA “ha creado todo un conjunto de resoluciones y criterios institucionales que no son convenientes para Venezuela, porque le funciona como una suerte de ‘camisa de fuerza'”.
Sin embargo, más allá de lo que le pueda o no convenir al gobierno venezolano, la lenta reacción de la OEA en comparación con la rápida decisión de UNASUR, también levanta interrogantes sobre la posición de los países miembros con respecto a la crisis venezolana. ¿Por qué no aprueban en una organización lo que sí aprueban en otra? Luna explica: “En la OEA, se promueve que las decisiones sean tomadas por consenso, una declaración tan importante como la de Venezuela tenía que ser aprobada por consenso o en su defecto por las dos terceras partes del cuerpo”.
Además de esto, Maduro había dejado claro que no permitiría la entrada de la OEA al país; por lo tanto, aún si la OEA hubiese acordado enviar una comisión, ésta no iba a poder entrar sin el consentimiento del gobierno. Según Luna, “toda misión de la OEA tiene como prerrequisito estar invitada y autorizada por el país receptor, en este caso, Venezuela no lo iba a permitir (…) el gobierno simplemente está jugando su propio juego dentro del marco ideológico”.
La crisis en Venezuela parece agudizarse cada vez más, y UNASUR anunció que enviaría la misión a más tardar la primera semana de abril. Sin embargo, Luna no considera que la misión logre su cometido. “La negociación debe promover la confianza entre ambas partes, y debe haber igualdad de condiciones. El dialogo en Venezuela no ha sido planteado desde esa perspectiva, ha sido prácticamente una imposición del Ejecutivo nacional a los demás”.
Los estudiantes y líderes de la oposición mantienen que no se sentarán a dialogar hasta que se cumplan ciertas condiciones como la liberación de los detenidos durante las protestas, la investigación con respecto a las torturas y los asesinatos en las manifestaciones, así como el desarme de los grupos armados Chavistas. Todos estos elementos son calificados por Luna como “ruidos” en la negociación, que impedirán la llegada a un acuerdo de paz. “Hasta que el gobierno no genere estas condiciones, este diálogo será un monólogo más que otra cosa”, sostiene el profesor.