Hace muy poco, los chilenos conocieron las historia de Ema Olate, Esposa del Diputado y presidente de la cámara baja, Osvaldo Andrade, quien después de trabajar un año como funcionaria del Estado en gendarmería se retira de la vida laboral recibiendo una pensión de aproximadamente USD$ 12.000. Esto generó irritación extrema en la opinión pública ya que, contrastado con los gendarmes que son quienes trabajan de sol a sol enfrentándose directamente con los delincuentes, ella sextuplica el valor de las pensiones.
La irritación popular, justificada o no, se centró en la figura de esta señora, aunque dicha pensión que fue aprobada por el parlamento y por las instituciones políticas pertinentes, y es totalmente legal. Si bien es una pensión exagerada para la función desempeñada, sigue siendo LEGAL.
En estas situaciones hay que preguntarse con toda honestidad: ¿Qué es lo que más irrita? ¿Que haya diferencia entre ella y los otros trabajadores de gendarmería? ¿O que se tomen las instituciones del Estado como botín mientras se predica sobre la igualdad?
Quizás lo segundo sea el detonante de la furia popular, aunque en un país como Chile, los linchamientos (como cualquier tema) tienden a durar solo una semana.
El partido de Osvaldo Andrade, el Partido Socialista, en la voz de su presidenta Isabel Allende, anunció que este asunto pasaría al “Tribunal Supremo”. Cada vez que los partidos se enfrentan a situaciones escandalosas, recurren a figuras como la del “tribunal supremo”. Un nombre muy jactancioso, ya que este tipo de tribunales no son supremos de nada y aunque así fuera, el mismo tribunal no cambia las prácticas ni los mecanismos institucionales o la ética en virtud de la cual se cometen todas estas irregularidades. En el mejor de los casos, estos tribunales emiten sanciones muy leves, tal como lo hacen las comisiones de ética, llenas de personajes que parecen escandalizados. Todo esto parece nada más que un espectáculo montado por los políticos afectados para aparecer espantados frente a la población, y rescatar así algo de aprobación.
Como decía Confucio, el gran filósofo chino, y lo digo parafraseando, “cuando en una nación se habla mucho de la ética, la decencia o la honestidad, es porque esa nación está repleta de ladrones”. La lógica dentro de este pensamiento es que cuando en un país, reino o sociedad la norma es la honestidad, esta es tan natural como respirar, es una obviedad y, por lo tanto, no se habla de ella. Mucha razón tenía Confucio. Ligando esto al tema de la increíble pensión de la esposa del diputado, tenemos que reconocer que esto no es un caso puntual ni una rareza de la política, puesto que responde a una lógica del acomodamiento en puestos públicos de aquellos que toman el botín estatal.
La visión del Estado como un tesoro para saquear es normal en todas las tendencias políticas, pero en el gobierno de Michelle Bachelet se ha acentuado increíblemente. Quienes viven del Estado lo ven como un gran animal que hay que desmenuzar para sacar provecho de él. Organismos públicos de poca relevancia o visibilidad política tienen distintos departamentos que no reportan ningún beneficio para la sociedad y que son demasiado numerosos.
Esta señora que tanta irritación ha suscitado, era la jefa del departamento de comunicación de gendarmería, dando por hecho que, habiendo un departamento con un jefe, este mismo tiene su mini gabinete que tambien depende de los fondos del Estado. Ella solo ha hecho uso de las disposiciones legales que los mismos partidos gobernantes han creado para asegurar el incremento de las finanzas de los camaradas que viven del Estado. Esto tiene que ver con las instituciones que hacen posibles estas cosas.
El nepotismo y el acomodamiento de camaradas ha logrado que Chile gaste casi un quinto del PIB con el 18% de las riquezas. Esto pone el acento en el cuestionamiento a las reformas a los tributos que el Estado extrae de las personas que, evidentemente, están siendo usados para aumentar el animal estatal que cada día desmenuzan los políticos a cargo de él. Esta situación da cuenta de cómo un Estado que debiera ser un aparato para servir a los ciudadanos se ha convertido en una máquina de hacer y pagar favores a todos aquellos que se dedican a lo público con afán de engordar sus billeteras.
El Estado de Chile ha sido exageradamente agrandado creciendo a costa de los tributos de los ciudadanos, tapando la ineficacia de las políticas de gobierno con empleos públicos innecesarios, creando organismos que acomodan a camaradas que ganan sueldos estratosféricos y que al verse sin razón de existir como organismos, solo se dedican a convertirse en un peso para la sociedad, una molestia. Para justificar su existencia, cada día aumentan controles a los particulares que desean emprender, surgir o realizar cualquier actividad. Cobran estampillas, procesos, y se aumenta la burocracia imponiéndose en todo lo que les sea posible hacerlo para sacar el mayor beneficio posible, sin crear ninguno.
Esto es posible comprobarlo ya que, cuando la izquierda pierde el poder, ellos no se van al mundo privado, ya que este tampoco los espera pues reconoce sus retrogradas ideas, sino que viven de fundaciones y ONG sustentadas por los impuestos, se van a organismos internacionales que son una planta de reciclaje para políticos desplazados y en la que los favores y amiguismos abundan en la lógica del hoy por ti mañana por mí, así sea acomodando al camarada como el director del departamento de columpios intergalácticos. En el mundo privado, donde el ingenio, el esfuerzo y la dedicación son necesarios, no durarían ni un segundo.
La cadena de favores que surge de ver al Estado como un botín, termina creando una resistencia hacia la política en general de parte de los ciudadanos que no ven los servicios propios que debe dar un Estado, tales como el orden público y la seguridad nacional.
El precio de tener un Estado todo poderoso a cargo de seres susceptibles a la corrupción, ahuyenta a los ingeniosos, esforzados y emprendedores y atrae a los acomodados que desean seguir despostando al “animal estatal”, algo en lo cual la izquierda ha demostrado experticia. Solo en las urnas se puede dar un vuelco hacia políticas más razonables donde las regulaciones más estrictas sean desde la sociedad civil y sus instituciones hacia el Estado, y no al revés.
Hasta que el país se vuelva al camino del desarrollo donde el Estado no es un botín sino un servidor, noticias como esta dejarán de ser novedad.