La cultura de lo políticamente correcto nos ha hecho hacer vista gorda como sociedad a ciertos asuntos que si son ignorados por mucho tiempo, se convierten en problemas, como ocurre con la migración.
La migración es un tema delicado hoy en día y en las calles chilenas, si bien es obvio el cambio de fenotipo, también es obvio que la entrada acelerada de extranjeros que vienen en distintas condiciones se ha transformado en un asunto de interés y preocupación que pocos se atreven a discutir abiertamente por temor al linchamiento mediático o social al que podrían exponerse. Este asunto es inevitable para los candidatos presidenciales que frente a las últimas noticias no podrán esquivar las incómodas preguntas que emergerán de manera natural acera de la migración.
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El aprovechamiento político, natural en esta época pre-electoral, confluye con la falta de objetividad de los candidatos para analizar las consecuencias que en el corto y mediano plazo tiene para el país la ausencia de una política seria acerca de la migración. El péndulo de los candidatos es claro: replicar las propuestas migratorias de Trump para los abanderados de la derecha, o apostar a una apertura total, incluyendo así, la designación de un presupuesto nacional que subsidie la estadía de los más necesitados.
Es un buen ejercicio revisar algunas razones que develan el facilismo y mediocridad de muchos de nuestros políticos, juntamente con algunas propuestas que deberán ser contempladas en algún momento, a fin de garantizar el principio de la libertad y salvaguardar la seguridad nacional de ciudadanos y foráneos:
En un mundo ideal, los seres humanos somos buenos, incapaces de incurrir en delitos, honestos, etc…es por ello que abrir las fronteras totalmente y construir una gran patria, con un mercado universal, serían una consecuencia natural; no obstante, en un universo imperfecto, donde la bondad es tan real como la maldad y donde las enfermedades y la escasez son problemas constantes, optar por una apertura absoluta de las fronteras resultaría en una decisión irresponsable, populista y contraproducente para todos.
Aunque Chile es un país pequeño en términos de mercado, las buenas practicas económicas de los últimos 40 años lo convirtieron en el líder latinoamericano y en el destino preferido de muchos hispanohablantes, deseosos de una mejora en su calidad de vida, sin los retos que supone una lengua extranjera. Ahora bien, la llegada de extranjeros en algunos sectores de la economía, donde la mano de obra escaseaba, significó una ventaja para el país, que con el paso del tiempo se ha convertido en un dolor de cabeza dado el volumen de inmigrantes que de manera acelerada e irregular llegan al país.
La migración es un fenómeno social propio de la globalización, por ello no es bueno ni malo per se, sus bondades o desventajas emergen con un elemento clave que todo país líder debe tener: “PLANIFICACIÓN”. Por ello es necesario que desde la sociedad civil, el mercado y los gestores de política se empiece a responder a ciertos interrogantes: ¿cuántos inmigrantes necesitamos? ¿Qué perfil de inmigrantes queremos y requerimos? ¿Cómo pueden aportar los migrantes al desarrollo de Chile en sus diferentes regiones? ¿Estamos aprovechando realmente su know how o estamos desperdiciando el talento de muchos? ¿Estamos preparados para los desafíos en materia de seguridad, demografía, salud y pensiones que un crecimiento poblacional de esta índole supone? ¿Las condiciones actuales de vida de los inmigrantes en Chile debería ser considerado a la hora de permitirles traer a sus familias?
Las respuestas a los anteriores interrogantes marcarán la diferencia entre una política de migración estratégica que considere la libertad y la dignidad humana como principio gestor versus aquellas que prioricen el populismo. Por ello, a los candidatos que de manera irresponsable e idealista nos sugieran la apertura de las fronteras de manera total, la acogida sin evaluaciones de foráneos y los subsidios a los que de manera irregular han ingresado, por el simple hecho de “necesitarlo” les pido respeto en nombre de todos los extranjeros que han llegado de forma regular y que con esfuerzo han contribuido al desarrollo de Chile, así como también de todos los nacionales chilenos que vemos como la improvisación ha traído caos, aumento de la delincuencia (al permitirle la entrada a muchos grupos y bandas delincuenciales extranjeras que se suman a la desbordada delincuencia nacional) y el hacinamiento y proliferación de algunas enfermedades en ciertos sectores de la población.
Es necesaria una política de descentralización con sistema de puntos y méritos para conceder cierto tipo de visas, pues sin la planificación correcta solo se agudizará la centralización, el hacinamiento y la sobre oferta de mano de obra, impactando directamente en los salarios. Es una regla básica el funcionamiento de la oferta y la demanda, que si no se respeta terminará inevitablemente en caos.
Es muy importante asegurar controles de salud previos a la entrada al país, pese a que Chile cuenta con la tecnología y los suplementos para combatir enfermedades graves, es crucial ser cuidadosos, pues así como avanza la tecnología también lo hacen las enfermedades y peligros biológicos.
Es también urgente revisar el perfil de los profesionales que ingresan. En algunas áreas es necesario homologar sus títulos rápidamente para que su experiencia pueda sumarse a la experiencia nacional y convertirse realmente en un aporte en vez de desperdiciar sus talentos y habilidades fuera de su campo de estudio, como hoy ocurre.
Ninguna de estas medidas de migración atentan contra la libertad y nada de esto representa xenofobia o clasismo de ningún tipo, solo es un ejercicio de realidad que si no se hace por querer sumar votos, terminará en un problema desbordado que dará paso a actitudes no deseadas por parte de la misma sociedad civil que verá con impotencia como estos asuntos no son adecuadamente atendidos.
Sí. Estamos en ese punto en Chile donde el tema de la migración y la formulación de una correcta, eficiente y eficaz política al respecto, podrían definir muchos votos. La peor decisión es seguir ignorando el tema hasta que explote.