El nuevo gabinete de Sebastián Piñera no es tan nuevo, algunos rostros se repiten y eso genera crítica y molestia en algunos sectores que creen que rostros nuevos es igual a renovación ideológica.
Sí, algunos rostros nuevos le vienen bien a un gabinete, pero la mezcla entre la experiencia y la energía de quien apenas comienza es saludable.
Rostros como el de Gonzalo Blumel, miembro del partido Evópoli (Evolución Política), trae un claro aire liberal al equipo de trabajo del presidente electo como ministro secretario general de la presidencia. Esto sumado a rostros conocidos como Roberto Ampuero en Cancillería, Andrés Chadwick en Interior, José Ramón Valente en el equipo económico y la eximia Cecilia Pérez en la vocería hace que el equipo sea notoriamente técnico y obviamente político, lo cual es una buena noticia en comparación con el gabinete inicial de su gobierno anterior.
La gran crítica que siempre se le ha hecho a Sebastián Piñera es que su equipo tiende a ser técnico pero desconectado de la realidad de un país que cambia y refleja los sentidos de su época. Hace poco, apenas unos días, la visita del papa Francisco dejó ver un Chile distinto, menos creyente en instituciones que parecían incuestionables. Ese Chile cuestionador e inquisidor también tiene expectativas sobre la política y quienes critican la distancia de la derecha con la realidad del país, podrían tener buenos motivos para seguir haciéndolo si el gabinete no hubiese convocado, no solo a los mejores técnicos, sino a gente que viene del emprendimiento, incluso de la clase media y pasados políticos diversos. Todos con más que suficientes credenciales para liderar sus respectivas carteras y con una fuerte inclinación liberal.
Es bueno para el país que sus nuevos ministros sean liberales, pues están en contacto con las necesidades de Chile y conscientes de que las mejores soluciones pueden provenir de las mismas personas. Estos ministros estarán dispuestos a trabajar con la ciudadanía en pro de una mejor gestión. Ya no será un nuevo despotismo ilustrado donde se trabaja con excelente técnica para el pueblo pero sin el pueblo, sino que estos nuevos ministros parten de la base de que ellos mismos pertenecen a la ciudadanía y están dispuestos a ver a la persona por sobre el colectivo y entender que los cambios a realizar afectan a individuos primero por sobre a las masas.
No es de extrañar que Piñera haya escogido a personajes liberales para componer su gabinete. Es una señal que se enfocará en el desarrollo pero con la gente–que las personas importan, que si bien se gobierna para establecer un bien general, no se pasará a llevar a la minoría más pequeña mientras su causa se enmarque dentro del esquema de “sin daños a terceros” más que paritario–es un equipo competente y con visión social. El tema de las mujeres en el gabinete es asunto de otra columna.
¿Cómo se ve el panorama para quienes tienen miedo de que el gobierno sea extremadamente conservador?
Son buenas noticias para aquellos que luchan por derechos civiles. La improvisación en las legislaciones se supone estará mejor controlada con el fin de generar leyes de buena factura, esto a nivel del legislativo. A nivel del ejecutivo, si bien hay un aire de conservadurismo, este no se impondrá, pues cuando el verdadero liberalismo toma las riendas, deja que las instituciones funcionen, que estas reflejen la realidad del país que representan y existe respeto por la constitución. Por lo tanto, se espera que se trabaje en paz, en pro de aquellas causas que buscan hacer valer aquellos derechos que la carta magna dice asegurar.
No hay que olvidar que cuatro gobiernos consecutivos tuvo la centro izquierda, y solo con el gobierno de Piñera se comenzó a gestionar el acuerdo de unión civil, y de ahí en adelante todo el progreso logrado sentó sus bases en esa gestión. No es menor hacer memoria de los dichos de la actual presidenta Bachelet durante la campaña para su primer gobierno, donde admitió que no quisiera legislar por la libertad de matrimonio pues no creía en la validez de la unión de personas del mismo sexo. Sin embargo, hoy con un discurso diferente, no le quedó sino cruzar por la puerta abierta por Sebastián Piñera, quien admite no ser partidario de la unión conyugal homosexual, pero aun manteniendo su discurso, ha sido quien más ha dado el paso administrativo para lograr avances. De no haber gestionado la legislación, el populismo de la centroizquierda aún tendría esperando a miles de contrayentes del vínculo de unión civil.
Hoy con un gabinete más liberal, aún con miembros del mismo claramente conservadores, el respeto por las instituciones garantiza que la sociedad civil siempre tendrá una voz presente.
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El desarrollo social en manos de una persona que sabe cómo trabajar con la empresa y con el individuo, como es Alfredo Moreno, permite entender la esencia del nuevo gobierno de Piñera. La unidad no consiste en ser todos del mismo partido ni ideología, sino en saber negociar y lograr consensos para garantizar la convivencia pacífica en un marco de desarrollo que favorezca a los chilenos de manera que los individuos puedan perseguir sus objetivos con la menor intervención estatal posible.
El liberalismo renovador, que puede ser dentro de un gobierno que será complicado por la gran oposición que prepara la izquierda, es la clave para sostener un proyecto de país que los chilenos valoren sin importar los dados que se reciban. Es la fórmula de defender con las personas el modelo que permite que la diversidad exista y que el desarrollo llegue, por eso, en medio de rostros conocidos y rostros nuevos, en este gabinete 2018 gana finalmente la propuesta de la libertad.