En Panamá, este martes Juan Carlos Varela del partido nacionalista Panameñista asumió la presidencia de la república. Varela, un empresario de 50 años, tiene muchos desafíos para cambiar la administración que recibe de su anterior aliado político, Ricardo Martinelli, a quien acompañó como vicepresidente en 2009.
Como una primera muestra de sus simpatías políticas, entre los asistentes al evento estuvieron el vicepresidente de Venezuela Jorge Arreaza y la vicepresidente de Cuba Gladys Bejerano. El primero aprovechó la asunción para restablecer las relaciones entre Panamá y Venezuela, rotas abruptamente en marzo de este año por una serie de encontronazos diplomáticos entre el presidente venezolano Nicolás Maduro y el expresidente de Panamá Martinelli. El punto álgido sucedió cuando Martinelli invitó a la diputada venezolana opositora Corina Machado a la Organización de Estados Americanos a denunciar los abusos del gobierno de Maduro, situación que llevó a la ruptura entre ambos países y a la destitución de Machado de su cargo legislativo.
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A modo de frenar el grave problema de la criminalidad en Panamá, Varela sorpresivamente anunció un período de amnistía de un mes hasta el 1 de agosto para que las más de 200 pandillas que operan en el país entreguen sus armas.
Sin embargo, el proyecto que más polémica e incertidumbre genera sobre el mandatario que afirmó “soy respetuoso del libre mercado” es la aplicación de un control de precios a la canasta básica en Panamá, como adelantaba Elisa Vásquez para PanAm Post.
El nuevo presidente indicó que regularía los precios de 22 productos de la canasta básica, ya que esta última ha experimentado un aumento de 28,4% en el período 2009-2014.
Los anuncios contrastan con la sensación de progreso y libertad económica que se respira en Panamá. Por su facilidad para hacer negocios, este país ocupa la posición número 55 de los 189 países del mundo analizados en el informe Doing Busines 2014 del Banco Mundial. En América Latina es el quinto país con estas cualidades después de Chile, Puerto Rico, Colombia y México.
A pesar del auspicioso plan de integrar la creciente Alianza del Pacífico, parece no darse cuenta de los efectos desastrosos que generan —sobre todo para los más pobres— los controles de precios en todos los lugares donde se han aplicado. Tal vez ahora reanudando las relaciones con Venezuela se entere de cómo le va dicho programa al gobierno chavista.