Nuestro invitado al podcast de hoy es el infatigable promotor de una idea que considero simplemente brillante: la idea de despenalizar el capitalismo.
Tanto en la prensa tradicional como en los círculos liberales es común el tema de la despenalización. Sobre todo se habla de despenalizar las drogas o el aborto, posiciones que personalmente comparto.
Pero hablar de despenalizar el capitalismo y el libre mercado va mucho más allá. Porque, en distintos países, los políticos, funcionarios y burócratas se han encargado de frenar el capitalismo, efectivamente penalizándolo, con más vehemencia cada día.
En Colombia, por ejemplo, lo vemos con medidas coercitivas como el aumento del IVA al 19 %, lo cual significa que por cada compra de un producto o un servicio que hagamos, los burócratas nos obligan a entregarles casi una quinta parte del precio, sólo para mantener el absurdo nivel actual de derroche, con billones de pesos desperdiciados, por ejemplo, en lo que el gobierno Santos llama “publicidad y eventos”, un mero eufemismo para la propaganda estatal. En otras palabras, debemos permitir que quienes controlan el Estado nos saqueen los bolsillos para que luego intenten lavar nuestros cerebros. Y ni siquiera hacen eso bien, como quedó demostrado el pasado 2 de octubre.
También vemos la penalización del capitalismo desde México a Colombia con la vendetta impositiva contra las bebidas azucaradas. Los progresistas, socialistas y estatistas de distintos partidos argumentan que hay que prevenir que las masas ignorantes consuman azúcar para que no les dé diabetes, porque, según ellos, las personas no se pueden cuidar por sí mismas y esto infla los costos de la medicina socializada. El espíritu supuestamente solidario que impusieron los estatistas sobre los contribuyentes al fisco al obligarlos a subsidiar el tratamiento médico de toda o gran parte de la población tiene sus límites.
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Se opusieron a la noción de que, con excepción de serias epidemias, cada cual es responsable de su propia salud. Pero cuando les parece que es demasiado costoso el sistema que crearon por la fuerza -y vale la pena decir que, como demostró Milton Friedman, la intervención estatal en la salud infla los costos del tratamiento- los estatistas recurren, necesariamente, a la mano dura. No toman en cuenta que, como ha pasado en Dinamarca, los impuestos a las bebidas azucaradas crean un lucrativo mercado negro de las mismas.
Si los impuestos a las bebidas azucaradas fueran lo suficientemente altos, o si los estatistas llegaran al extremo de prohibirlas, muy pronto las FARC, el ELN o el Clan del Golfo las empezarían a traficar tras importarlas clandestinamente del exterior. Pero para el gobierno colombiano sería una oportunidad: habría más temas para negociar en lugares como La Habana o Quito.
Un último ejemplo de la penalización del capitalismo son los aranceles que protegen a los grandes intereses arroceros en Colombia de la competencia extranjera. Según un estudio de Fedesarrollo, “si se eliminara la brecha de 60 % que existe actualmente entre el precio nacional y los precios internacionales, más de 1.2 millones de personas saldrían de la pobreza y más de 450 mil personas de la indigencia o pobreza extrema”. Pero para los políticos colombianos resulta más importante proteger los privilegios de grandes terratenientes nacionales que reducir drásticamente el costo de un alimento básico para la mayoría de colombianos. Y para lograrlo, deben penalizar el capitalismo y el libre comercio.
Sin más preámbulos, los dejo con nuestra conversación con Alberto Mansueti, promotor de despenalizar el capitalismo y defensor de las 5 Reformas Liberales, las cuales él nos explica detalladamente en el podcast.
Alberto Mansueti es abogado, licenciado en Ciencias Políticas y maestro bíblico cristiano. Nació y creció en Argentina y ha sido profesor en universidades de Perú, Guatemala y Venezuela. Autor de varios libros, es presidente del Centro de Liberalismo Clásico para América Latina y secretario ejecutivo del Foro de Cochabamba. Lo pueden seguir en Twitter bajo @MansuetiAlberto.