En pocos años, El Club de los Viernes se ha convertido en una de las asociaciones más influyentes del liberalismo español.
La entidad, asimilable al Tea Party estadounidense por ser un movimiento descentralizado y abierto, viene de elegir como nuevo presidente a Sergio Marqués, un veterinario que ha estado implicado en el crecimiento de la iniciativa desde un primer momento.
PanAm Post habla con él para saber más sobre el exitoso activismo liberal que está desempeñando la organización.
¡Un veterinario liberal! Esto sí que es interesante: viene Ud. de una profesión ligada a la agricultura y la ganadería, dos ámbitos hiperregulados…
Ese soy yo, nada más y nada menos que Sergio Marqués Prendes, un veterinario de profesión residente en Asturias, al Norte de España. La verdad es que empecé a descubrir el liberalismo a raíz de la crisis, con todo lo que ocurrió en 2007 y 2008.
Yo tenía unas ideas más o menos preconcebidas, me imagino que estaba en el consenso socialdemócrata, aunque con tintes conservadores. Entonces me puse a buscar respuestas, empecé a conocer las ideas liberales aplicadas al campo económico y poco a poco fui abriendo la mente a una interpretación más amplia de estas ideas.
¿Qué es el Club de los Viernes hoy?
Pues el Club de los Viernes de 2018 es una herramienta. Lo queremos plantear de esa forma: nuestro objetivo es estar al servicio del liberalismo en España e incluso fuera. El proyecto nace en Asturias, tierra inundada de socialismo durante décadas. Ser liberal allí es especialmente complicado, porque todos los referentes que defienden nuestras ideas están lejos de las provincias, la mayoría en Madrid.
Por eso impulsamos una asociación abierta, una herramienta que está al servicio de todos los liberales, con vocación de impulsar grupos de personas que tienen estas ideas y están deseando ponerse a trabajar para mejorar nuestra situación social, política y económica.
La única obsesión que tenemos es que esas alianzas nazcan desde la tolerancia hacia las distintas formas de entender el liberalismo, es decir, no queremos ser dogmáticos sino todo lo contrario, convertirnos en una casa abierta para quienes creen que esta es la forma de promover la prosperidad y el bienestar.
¿Cuáles son los temas más calientes entre esas bases liberales españolas?
El tema lingüístico nos preocupa mucho. Hay muchas regiones en las que se está apostando por una propuesta de enseñanza que deja a un lado la libertad de elegir de las familias. También estamos preocupados con el tema regulatorio. Hay que bajar impuestos, eso está claro, pero las quejas están cada vez más ligadas a la avalancha de normas que estamos enfrentando. Un ejemplo práctico: el tope al crecimiento del cava extremeño.
El problema de hablar de regulaciones es que es un tema menos plástico que los impuestos, pero a la hora de la verdad sí que vemos que este es un obstáculo muy importante para el progreso. Tenemos que entrar en estos debates, porque nuestra vida está cada vez más limitada por esta dictadura regulatoria, que nos lleva a una hiperregulación absurda. ¿Somos conscientes, por ejemplo, de que hay un calendario agrícola, que prohíbe plantar en determinados meses del año? Es inconcebible en un mundo normal, pero en esas estamos.
El Club de los Viernes, ¿es un nido de votantes de algún partido?
Tenemos una variedad muy importante, es increíble. Lo que sí tenemos claro, eso sí, es que todos los partidos del centro-derecha han cometido muchos errores, hasta el punto de que tenemos un centro-derecha muy socialdemócrata. Del PP me cuesta decir algo bueno, por lo menos ahora mismo.
Quizá la reforma laboral merece nuestro aplauso, ha sido positiva, pero por lo general hay una decepción total: subidas de impuestos, aumento de la regulación, etc.
Ciudadanos ha ido a más electoralmente, propone un modelo nórdico aseado, pero no está en el espectro del centro-derecha, se acompleja a la hora de dar ese giro con claridad. Vox tiene el problema de que no parece haber demanda social para un partido así, lo cual reduce tremendamente su viabilidad real.