Nacido en Hungría, en 1925, Anthony de Jasay es uno de los pensadores liberales más importantes de los últimos años. Tras escapar del yugo comunista, pasó por varios países de Occidente hasta llegar a Francia a comienzos de los años 60. En el país galo desarrolló una fecunda carrera como banquero e inversor, hasta retirarse a la costa normanda a comienzos de los años 80.
En 2013 tuve la oportunidad de conocer a Anthony de Jasay con motivo de una conferencia que impartió en España. Ya entonces, el pensador húngaro planteaba la tesis de que el “culto a la igualdad” se estaba convirtiendo en una nueva religión de Estado. Su intuición se confirmó con el paso de los años. No hay duda de que la “igualdad” se ha convertido en el principio rector que vértebra la discusión política y económica a ambos lados del Atlántico.
¿Puede frenarse esa deriva? ¿Hay freno al juego de la “redistribución”? Para Anthony de Jasay, “la premisa de la “igualdad” descansa en la idea de quitar dinero a una minoría para repartirlo entre una mayoría, comprando en la práctica los votos de los segundos. La lógica del poder democrático parecería fomentar estas dinámicas, pero nadie va a tener éxito si justifica la “redistribución” por motivos electorales. Por eso hace falta una doctrina que sirva como la religión de ese nuevo Estado igualitario, de modo que la “caza al rico” queda justificada por causas supuestamente morales”.
El autor de obras como El Estado fue más allá: “hay un matrimonio entre igualitarismo y democracia, un matrimonio tan natural que resulta casi perfecto. Si no existiese, los políticos tendrían que inventarlo. Pero, por mucho que los efectos de las políticas de “redistribución” sean aparentemente beneficiosos en el corto plazo, lo cierto es que convertir estas medidas en un patrón recurrente de actuación conduce a resultados catastróficos”.
El pensamiento económico en América Latina
La conversación con Anthony de Jasay, cuya obra conocí a través de mi querido Carlos Rodríguez Braun, giró después hacia América Latina. En su opinión, “lo bueno de que hayamos visto políticas económicas tan distintas en la región es que la gente que quiera sacar conclusiones tiene la oportunidad de comparar. Si pensamos en Perú, por ejemplo, vemos que su sistema ha sido razonablemente favorable para el capitalismo, lo cual ha permitido avances considerables. Pero justo al lado de Perú tenemos el caso de Ecuador o Bolivia, donde los resultados han sido mucho peores, debido a las idioteces económicas de sus gobiernos”.
De Jasay no se quedó ahí: “cuando yo era joven, en los años 50 y 60, buena parte de la doctrina económica que salía de América Latina era desastrosa, auténtica basura intelectual. Lo que imperaba entonces era el control de precios, el proteccionismo, los subsidios generalizados… Pero, por suerte, esas ideas han ido perdiendo aceptación y el paso del tiempo ha demostrado la superioridad del libre mercado. Quedan excepciones, pero en general vemos que la región ha mejorado mucho, aprendiendo las lecciones de Chile”.