EnglishPor Rafael Ruiz Velasco
Cuando México manda a su gente, no está mandando a los mejores. No los están mandando a ustedes. Están mandando a personas que tienen muchos problemas, y están trayéndonos esos problemas. Están trayendo crimen. Son violadores. Y algunos, asumo que son buenas personas.” —Donald Trump, Junio 2016.
Estas declaraciones toman una relevancia notable porque no fueron hechas en el marco de una conversación casual entre amigos, ni en una pequeña reunión de empresarios. Tampoco las dijo un campesino norteamericano que vive junto a la frontera ni algún representante de un grupo radical anti-inmigración; fueron hechas por un serio (¿?) aspirante a la presidencia de los Estados Unidos de América, el país con más poder e influencia cultural y económica en el planeta hoy en día.
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Cuando Trump anunció su candidatura el año pasado, las reacciones fueron muy variadas. Pero el común denominador de todas era que no podría competir en serio; Trump era tan solo un empresario con ciertos dejos de rock star que iba a darle un poco de sabor y momentos anecdóticos y jocosos a la carrera presidencial, nada más.
La candidatura de Trump es inevitable
Hoy, en marzo del 2016, no se ve forma de que Trump no sea el candidato oficial por el Partido Republicano. Trump ha arrasado con las primarias y ya cuenta con 678 delegados de los 1237 necesarios para convertirse en el candidato oficial de su partido, seguido de lejos por Ted Cruz y John Kasich y ya habiendo dejado en el camino a contendientes de la talla de Marco Rubio, Jeb Bush o Rand Paul.
En México, las cosas se habían tomado con mucha calma y corrección política. Empresarios, líderes de opinión y políticos en general no habían sido ni la mitad de radicales de lo que es Trump a la hora de responder a sus injurias y descalificaciones. ¿Miedo? ¿Falta de empatía? ¿Incredulidad? Tal vez un poco de todo.
Apenas hace unos días, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y precedido por los ex-presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox, por fin hizo una declaración pública respecto a Trump, afirmando que “quien habla mal de los mexicanos es porque no conoce a los mexicanos”. Una declaración que, si bien era necesaria y acertada, llegó de manera algo tardía.
Los peligros reales del “Trumpismo”
Parece que llegó la hora de responder a Trump. Compartir sus vídeos y llamarlo “loco, fascista, ignorante” ya no basta. Lo que parecía un mal chiste hoy en día es un peligro real. Que un candidato a presidente del país más poderoso y mayor socio comercial de México nos acuse sin ningún escrúpulo de violadores, ladrones, asesinos y narcotraficantes representa un gran riesgo para los mexicanos, especialmente por tres razones:
1. Aquellos mexicanos que actualmente residen en Estados Unidos, principalmente aquellos que no cuentan con papeles migratorios, se vuelven blancos fáciles de abusos, ataques y atentados contra su persona.
2. La relación con Estados Unidos se puede ver seriamente afectada. Si bien ha tenido ciertos altibajos, la relación con el vecino del Norte en la época moderna siempre ha sido cordial y de colaboración hablando en términos generales. El 80% de los productos que México exporta van hacia Estados Unidos y el 50% de los que importa vienen del vecino del norte.
3. La imagen internacional del país se puede ver severamente afectada y puede tener consecuencias negativas en temas de inversión extranjera, remesas y turismo.
El escándalo con Trump tomó nuevos bríos cuando surgió el tema del muro fronterizo. El candidato no sólo aseguró que construiría un muro de más de 2300 km y USD $8 mil millones, sino que además haría que México pagara por él. En una reciente entrevista con Bob Woodward para la cadena NBC incluso dio a entender que estaría dispuesto a declarar la guerra al Gobierno de México si este no estuviera dispuesto a cooperar en tan “ambicioso” proyecto.
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¿A qué se debe el fenómeno Trump?
Esto es un tema de locos y de lo más absurdo para muchos, pero entonces ¿a qué se debe el éxito de Trump en las elecciones primarias? Yo lo atribuyo principalmente a los siguientes factores:
Populismo: Trump no quiere dar lecciones de moral ni de economía a los ciudadanos norteamericanos. Él habla de lo que los ciudadanos quieren que hable y promete soluciones para todo, sin importar si estas son realistas, efectivas, viables o generadoras de odio, como el muro fronterizo.
Rechazo de lo políticamente correcto: Trump se está atreviendo a decir cosas que nadie más diría; declaraciones racistas, chistes subidos de tono, comentarios xenófobos y misóginos. Mucha gente, incluso conservadora y hasta liberales, erróneamente perciben en Trump a alguien que dicen lo que piensa y, lejos de fijarse en el contenido de sus declaraciones, se limita a verlo como un triunfo de la libertad de expresión.
La mal encausada esperanza de un cambio: la sociedad en general ve a Trump como alguien que se está atreviendo a desafiar a organizaciones que por décadas han sido todopoderosas (Wall Street, FMI, el mismo Gobierno). No saben a ciencia cierta si realmente pueda representar un cambio pero están dispuestos a darle la oportunidad a cualquier persona que represente algo diferente a lo de siempre.
El poder de las masas: cuando la ola del populismo y lo políticamente incorrecto comienza a crecer y a tomar fuerza, es porque los vientos del poder de las masas están soplando más fuerte. La gran mayoría de los seguidores de Trump desconocen las propuestas de fondo y las implicaciones que estas tendrían en sus vidas y en la sociedad en general, pero se están dejando llevar por una tendencia social o moda que a estas alturas parece ser imparable.
Llegó la hora de actuar contra el populismo
El panorama es incierto: Trump aún tiene un largo camino por recorrer en su partido y después en contra de quien sea su rival Demócrata (que todo parece ser será Hillary Clinton). Sin embargo, Trump nos está dando una lección a las nuevas generaciones que debimos ya haber aprendido en los libros de historia: en política no ganan los mejores, sino quien más te sepa endulzar el oído. No importa que tan absurdas sean tus propuestas y cuanto odio estés promoviendo; lo importante es vencer y Trump lo está haciendo.
Como mexicano libre e independiente, me parece que ha llegado la hora de actuar. No pretendo seguir permitiendo que me cataloguen de criminal por el simple hecho de haber nacido donde nací y sobre todo, no pretendo permitir que este tipo de historias se repitan más.
En México, lo que está pasando en Estados Unidos debería servirnos de lección ya que el populismo, la bravuconería, la victimización y la masificación de necesidades no son historias ajenas en el campo de la política interna. Llegó la hora de empezar a usar y promover valores como el sentido común, las libertades individuales, la cooperación como eje de crecimiento, la igualdad de oportunidades a través de un verdadero Estado de Derecho y el respeto hacia los demás como ejes rectores de nuestra sociedad.
Sólo así evitaremos los triunfos de “Mesías” políticos absurdos que pretenden colectivizarnos y victimizarnos para después ofrecernos soluciones falaces, mágicas y promotoras de odio, que hacen mucho daño a nuestro entorno como sociedad.
Rafael Ruiz Velasco es licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Anáhuac en México. Está firmemente convencido de que el único camino para el desarrollo y la paz es aquel que dicte nuestra libertad individual. Sus más grandes pasiones tienen que ver con Project Management, fútbol, economía y lectura (especialmente cómics y novelas gráficas).