Por Guilherme Schneider
El 28 de julio el expresidente de Brasil Lula da Silva envió un pedido a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que fácilmente podría ser llevada a Hollywood como el script de una película.
En el documento, los abogados de Lula exponen a la comisión acerca de la “persecución” que el expresidente está sufriendo por parte de la justicia brasileña, específicamente del juez Sergio Moro, al que caracterizan como un hombre sin escrúpulos y con sed de poder que ha decidido emprender una injusta “cazada” a políticos.
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Rica en detalles mediáticos, incluso incorporando fotos de eventos involucrando a Lula, como cuando el juez Moro ordenó su interrogación para esclarecimientos (un dispositivo totalmente legal usado por el juez, considerando que Lula no había voluntariamente comparecido para esclarecer detalles de su investigación).
El pedido quiere hacernos creer que en realidad Sergio Moro es un juez de primera instancia que ha decidido, sin ningún motivo, atacar a inocentes políticos que jamás han hecho nada malo.
Curiosamente, en ningún lugar sus abogados comentan acerca de la profundidad de la investigación y de la operación que Sergio Moro está conduciendo al identificar a decenas de políticos y empresarios involucrados en un esquema criminal como nunca antes visto en la historia de Brasil.
El escándalo de corrupción de Petrobras, según Transparencia Internacional, es el segundo mayor del mundo.
Las agencias de inteligencia de EE.UU. y Suiza están colaborando con la justicia brasileña: los suizos por la inmensa cantidad de cuentas de políticos brasileños en el país y la estadounidense para proteger los intereses de los inversionistas de ese país, ya que Petrobras cotiza en la Bolsa de Nueva York.
Lula, según indican hasta ahora las investigaciones, parece ser actor central del esquema, no solamente coordinando las acciones del grupo, sino también siendo uno de sus principales beneficiarios. Lula, Dilma Rousseff y por lo menos otros dos expresidentes brasileños tuvieron sus nombres citados en las investigaciones, así como docenas de otros políticos importantes del país.
El envío de este requerimiento a las Naciones Unidas es solamente más un episodio de la tragicomedia en que la política brasileña se ha convertido desde que aparecieron los primeros resultados de la operación conducida por el juez Moro.
Una vez más, Lula sugiere que además de un criminal común es un psicópata que piensa que el país le pertenece, que él y los suyos están por encima de la ley.
Preocupante es saber que muchos brasileños todavía votarían en Lula en eventuales elecciones presidenciales. Eso prueba que los que defienden la libertad y las leyes todavía tienen un largo camino para cambiar mentalidades en Latinoamérica.
Las políticas populistas hicieron un daño profundo en la moral de algunos latinoamericanos, que al parecer perdieron su noción de justicia.
Guilherme Schneider es analista político de la consultora geoestratégica Wikistrat. PhD (C) en Ciencias Políticas por la Radboud Universitat (Holanda) y Máster en Negocios Internacionales por la EAE Business School (España), también es colaborador del RIAC (Rusia), Bow Group, Young Liberty y Conservatives for Liberty (UK).