Los narcotraficantes conocen la ley de la oferta y la demanda.
No hay que ser economistas para darnos cuenta de que los narcotraficantes saben que hay una gran demanda de los productos que ellos poseen. Y sean legales o no, existen personas dispuestas a comprarlos. Esta es la razón por la que se crea lo que se conoce como el mercado negro, modalidad que permite vender y comprar productos ilegales, en este caso, como algunas drogas.
Al existir una ley que prohíbe la libre competencia de mercado de estos productos, los narcotraficantes forman sus propios mecanismos para regular el precio, y es aquí donde el peligro surge, pues buscan, a toda costa, ser los únicos en el mercado a través de la creación de un monopolio de drogas a costo de la guerra, eliminando a cualquiera que se interponga en su negocio.
- Leer más: Brasil, Bolivia y Perú crean centro de inteligencia antidrogas
- Leer más: Macri no descarta legalización de la marihuana con fines medicinales
Es en este punto donde se conforman los diferentes bandos que tratan de tener el control del mercado. Al no estar en un marco legal las formas de eliminar la competencia se hace a la antigua, a punta de “cañonazos” y, lamentablemente, se forma un círculo vicioso de la famosa ley de ojo por ojo y diente por diente, y de esta forma surge la guerra en medio de nuestras ciudades y nuestra gente. Aparecen en el juego “los buenos”: la policía y militares que al observar la dinámica ingresan a combatir, en una guerra que primeramente nunca debió ser, pues esta se formó por falta de regulación y errores técnicos legales que excluyeron del mercado mercancías que una gran cantidad de personas desea consumir, y está dispuesta hacerlo a pesar de que no sean legales. No hay que culpar a las leyes, sino más bien a políticos conservadores que ingenuamente desconocen de economía y piensan que declarar algo ilegal hace que las personas dejen de demandar los productos que los narcotraficantes inteligentemente ofrecen.
La dinámica económica en el mercado de las drogas es clara, es suficiente con sintonizar algún noticiero, leer algún periódico o conocer de primera mano la vida nocturna de sus ciudades. Por estos medios se puede evidenciar que pese a las grandes inversiones y los obstáculos legales que impiden la compra y venta, el mercado negro de las drogas se las ha ingeniado para seguir con normalidad. En otras palabras, tantos esfuerzos, tantos recursos económicos y humanos son tirados a la basura. Las políticas no están cumpliendo con las expectativas. Esta guerra les está costando a los contribuyentes millones de dólares; y sin siquiera ser consumidores de las mercancías de este mercado, el Estado se las ingenió para que todos participen en algún bando.
¿Entonces qué debemos hacer para acabar de una vez por todas con esta guerra?
Es bien sabido por gran parte de la sociedad que el remedio fue peor que la enfermedad, ya que dio cabida a una guerra sin sentido.
La solución, queridos lectores, es legalizar el consumo y venta de drogas, para que ingresen a un mercado libre, pero bajo una normativa legal. Tal como se hizo tras las guerras contra el alcohol y los cigarrillos de nicotina, guerras que también causaron estragos en diversos países debido a que estos productos no estaban regulados.
El hecho de que las drogas ingresen legalmente al mercado no causa un aumento en el consumo, pues la demanda es la misma, es la oferta que se debe de acoplar a un marco legal. Portugal y Holanda son evidencia de ello.
Esto no provocaría caos, tal como muchos lo piensan, más bien ayudaría a prevenir que personas menores de edad caigan en el mundo de las drogas, ya que normalmente el ser humano se ve más atraído por lo prohibido que por lo legal.
«Quien no conoce la historia está condenado a repetir sus errores».
Paul Preston
Por: Jonathan David Fernández Alvarado.
Twitter : @johnfdz03