Por Martín Sánchez
El 25 de octubre de 2015 se realizaban las elecciones a la Alcaldía de Bogotá. Eran unas elecciones divididas: por un lado estaban las fuerzas opositoras a Gustavo Petro, alcalde que cumplió únicamente con el 17 % de su plan de gobierno, y por el otro estaban los partidos de izquierda, que esperaban la victoria de un alcalde con su línea ideológica para continuar los proyectos de Gustavo Petro. Para bien de la ciudadanía, teniendo en cuenta la ineficiencia de un alcalde que solo cumplió el 17 % de su plan de gobierno y la promesa que tenían algunos candidatos de su continuidad, triunfó la fuerza opositora, encabezada por Enrique Peñalosa. Desde ese mismo día, salieron resistencias encabezadas por los principales partidos políticos de izquierda, prometiendo iniciar su revocatoria el 2 de enero del 2017.
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Después de un año de gobierno de Enrique Peñalosa en la ciudad de Bogotá, se ve el cumplimiento de su plan de gobierno y los logros que ha tenido la actual administración. Aunque controversial, le ha puesto orden a la ciudad, solucionando principalmente los líos jurídicos que dejó Gustavo Petro, los cuales le pueden llegar a acarrear una inhabilidad para aspirar a la Presidencia de Colombia en el 2018.
A pesar de esto, la disputa en contra de Enrique Peñalosa es ideológica y desinformativa. Hace una semana se descubrió que más de 140 tweets que postulaban puntos en contra de la actual administración eran falsos. También, de acuerdo a posturas controversiales, el alcalde ha decidido cambiar su opinión por una más prudente, sin embargo, los opositores lo siguen atacando a partir de falacias que no pueden ser demostradas. Esto termina evidenciando, aunque con logros, una desconexión entre la Alcaldía y la ciudadanía.
Es 2 de enero del 2017. Hoy se deben registrar los grupos que, mediante firmas, esperan iniciar la revocatoria de Enrique Peñalosa. Analizándolo, como se planteó al inició, esta revocatoria debe venir desde grandes partidos políticos y no desde los ciudadanos. Muchos se preguntarían por qué, y es fácil: la ciudadanía no tiene la capacidad económica para iniciar la recolección de firmas ni el tiempo para hacer parte de lleno en esta iniciativa.
Horarios extenuantes, impresiones de hojas para las firmas, esferos, refrigerios y la necesidad de una cantidad suficiente de personas para iniciar la recolección, dan pie a que se considere que la revocatoria no viene desde abajo sino desde arriba. Se ve en los medios a ciudadanos clamando por iniciar la revocatoria, pero al ojear sus perfiles, no son más que militantes de los grandes partidos de izquierda en Bogotá. Buscando también a los principales promotores de esta iniciativa se encuentra a grandes caras visibles de la izquierda colombiana. Entonces la ciudadanía, que votó o no por Enrique Peñalosa, puede preguntarse si los partidos que dicen representarlos quieren una buena gestión para la ciudad o solo tienen sed de poder.
Por ahora solo se puede esperar que la revocatoria no dé fruto. Peñalosa triunfó y está cumpliendo. La democracia se debe respetar; sea de izquierda o derecha el candidato, ganó gracias al voto popular. Si no se inició una revocatoria en doce años de malas gestiones, que proyectaban que para el 2019 la ciudad estaría quebrada, esta revocatoria resulta injusta, y como ya se afirmó, demagógica, mentirosa y política. Es necesario desde la ciudadanía pedir respeto por la democracia. La izquierda tuvo su momento y no lo logró, le quedó grande la gestión de la ciudad más importante del país.
Martín Sánchez es estudiante de Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro del Movimiento Libertario, Coordinador de Incorporaciones. Director de la Revista CiudadBlanca. Columnista de la Revista CiudadBlanca, Columnista Proyecto Libertario, Columnista Al Poniente. Liberal Clásico. Apasionado de la ciencia y la política.