Por Alberto Mansueti
En política siempre se verifica la “ley del péndulo”, la oscilación entre las izquierdas y las derechas, porque cuando la gente se harta del socialismo, vota por la derecha, por lo que encuentra disponible en esa dirección. Y viceversa: cuando la derecha decepciona, vota por lo que hay en la izquierda.
En América Latina y otras regiones del mundo, tuvimos predominio de izquierdas en los años 70 y 80; por eso en los 90 tuvimos “Neo-liberalismo”, en base al “Consenso de Washington”. Pero eso no fue un capitalismo liberal sino mercantilista, aunque el grueso de la gente no capta las diferencias. De todos modos, los resultados decepcionaron, y se votó entonces por el “Socialismo del Siglo XXI”. Decepción otra vez; y en 2016 el péndulo giró a la derecha de nuevo: “Brexit” inglés, triunfo de Rajoy en España, referéndum en Colombia, elecciones municipales en Brasil y Chile, y por fin, ¡Donald J. Trump!
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Trump es un producto del cansancio con las izquierdas, pero también de la “anti-política”. La gente se ha desencantado tantas veces con las derechas y con las izquierdas, que no quiere políticos. Y Trump es un empresario, que pasó toda su vida haciendo negocios, en construcciones y otros ramos.
¿Está Donald Trump bien preparado para el puesto? No. Jamás en su vida ha podido dedicar tiempo suficiente a informarse debidamente sobre corrientes, sistemas y experiencias políticas. La política es una actividad que requiere su ciencia, y el oficio de empresario es muy absorbente. Y sucede que la “anti-política” es viento muy fuerte, que entroniza en el poder a figuras notorias, procedentes de las empresas, el espectáculo, el deporte, los periódicos, la radio o la tele, etc., aunque muy improvisadas en sus conocimientos de Política (con mayúscula). Trump no es la excepción.
Se dice “Requerimos gerentes en los puestos de gobierno”. No es así. Nos guste o no, se necesitan “políticos” profesionales, competentes en Ciencias Políticas, además de honestos. Un “gerente” es un administrador, no un gobernante. Un presidente debería saber no meramente administrar un capital, una empresa o un negocio, sino los fundamentos y contenidos de las Ciencias de gobierno. Tuvimos muchos “politiqueros”, ignorantes, incapaces y corruptos, pero eso no justifica la improvisación.
Se pregunta “¿Y para qué están los asesores?”. Déjeme decirle que los potenciales asesores, todos tienen pensamientos muy distintos y encontrados, algunos malos, otros buenos, otros regulares. Un presidente debe seleccionarlos, ¿y cómo va a escogerlos, desde su ignorancia y desconocimiento? Y una vez elegidos sus asesores, le presentarán un cúmulo de opiniones diversas y contrarias, pero ¿cómo va a decidir, siendo su conocimiento escaso y superficial?
Trump tiene excelentes intuiciones; por ejemplo, sabe que la izquierda cultural es una peste, y quiere acabarla. ¡Excelente! Pero en economía tiene ideas mercantilistas, típicas de la derecha mala. Quiere repatriar las empresas estadounidenses en el exterior, muy bien, pero ¿de qué modo? Parece no ver que si se han mudado es por exceso de regulaciones, impuestos y multas. Y para que vuelvan, hay que rebajar esas cargas, en lugar de amenazarlas con sanciones. Tienen que ser competitivas otra vez, y eso, según la Economía Política sana, se logra disminuyendo los costos, entre ellos los gubernativos, y no decretando aranceles a productos de China u otro país.
El Muro en la frontera sur no es buena idea, pero podría tener un buen efecto en nuestra América. Porque la emigración a los Estados Unidos es la “válvula de escape” para muchos millones de personas, que se han ido a hacer lo que aquí se les impide: trabajar, progresar, y juntar cierta fortuna. Sus “remesas” mitigan la pobreza de sus familias, pero el costo es elevado: muchas se han roto en pedazos.
Esa fuga masiva de capital humano, les permite a las oligarquías aquí reinantes, de izquierdas y de derechas, mantenerse en el poder, y ha evitado presión para hacer los cambios que se requieren en nuestros corruptos y podridos sistemas económicos, educativos y políticos. Por eso los presidentes bananeros están furiosos con el Muro.
Los del Proyecto “La Gran Devolución” nos preparamos para Cinco Reformas fundamentales, a conquistar en el mediano plazo. Somos la derecha buena, la liberal clásica, no estatista; y nuestra oferta es “Capitalismo para Todos”.
¿Y cuál es la “derecha mala”? Es la derecha anti-liberal o estatista, de la cual hay al menos cinco versiones: (1) La derecha estatista religiosa, quiere unirse al Estado para obtener sus beneficios y privilegios; pero también muchos partidos políticos, Fundaciones, ONG y “movimientos sociales” quieren subsidios y prebendas del Estado. (2) La empresa mercantilista ineficiente, quiere unirse al Estado para tener “proteccionismo” en economía. (3) Cierta derecha conservadora, quiere educación estatal, para promover sus creencias y convicciones en la enseñanza, incluso algunas muy buenas, que podemos compartir, esenciales para que el capitalismo pueda sostenerse… pero su promoción no debe pagarse con impuestos, o ser decretada coactivamente. (4) Los médicos socialistas, y otros muchos conservadores, igualmente estatistas, que hacen la enorme mayoría en la profesión, quieren “salud pública”, o sea medicina socializada. (5) El tal “conservatismo compasivo” (los Bush & Co.), también quiere “planes sociales”, iguales o muy parecidos a los socialistas.
Para esta derecha mala, la palabra “Estado” significa “gobierno limitado, salvo para lo que a mí me interesa”; es la política de los “intereses especiales”. El estatismo no es exclusivo de las izquierdas, como creen muchos liberales despistados.
Nosotros proponemos, en la Reforma No. 1, separación de iglesias y comunidades religiosas del Estado, pero también la separación de los partidos y grupos políticos del Estado. En la No. 2, la separación de las empresas y la economía del Estado. En la No. 3, separación de la enseñanza y el Estado. En la No. 4, separación del ejercicio médico y el Estado. En la No. 5, la separación de las jubilaciones del Estado; y las actividades de ayuda social y humanitaria, sean religiosas, meramente filantrópicas o de otra clase, igualmente separadas del Estado. Para nosotros, la palabra “Estado” significa “Gobierno limitado”. O sea li-mi-ta-do: seguridad, justicia, infraestructura. Nada más.
Con esto espero aclarar dos cosas: por qué la derecha mala es mala; y por qué aun así es preferible a cualquier izquierda, hasta tanto haya opciones buenas de derecha liberal, las que estamos incubando en “La Incubadora”. ¿Y la “izquierda buena”? Eso no existe; nunca existió, ni existirá jamás.
Alberto Mansueti es abogado, licenciado en Ciencias Políticas y maestro bíblico cristiano. Nació y creció en Argentina y ha sido profesor en universidades de Perú, Guatemala y Venezuela. Autor de varios libros, es presidente del Centro de Liberalismo Clásico para América Latina y secretario ejecutivo del Foro de Cochabamba. Lo pueden seguir en Twitter bajo @MansuetiAlberto.