Por Nelson Rodríguez Chartrand
“¿Hasta cuándo las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Comunidad de Naciones van a permanecer indiferentes ante las violaciones de los derechos humanos que el Gobierno de Cuba acomete a diario, impunemente, contra su pueblo? ¡Ayúdenme por favor!”, suplica en horas de la mañana de hoy, Onésimo Rosabal Sotomayor, en un estado emocional tal que cruzaba la frontera de la cordura.
Recientemente PanAm Post publicó un artículo en el cual se denunciaba la expropiación forzosa de la vivienda propiedad de Omar Rosabal Sotomayor, hermano de Onésimo, quien la había adquirido por herencia, cuando murió su padre.
Como recordarán, Omar Rosabal Sotomayor era un cuentapropista exitoso querido por la comunidad de Pilón, municipio de la oriental provincia de Granma, lugar donde había vivido toda su vida. Además de fotógrafo y de agricultor de una finca de su propiedad también heredada de su padre, Omar emprendía como arrendador de la parte superior de su vivienda, lo que le permitía llevar un estándar de vida algo superior a la miserable vida que llevamos la inmensa mayoría de los cubanos.
Pues bien, una mañana se personaron en su vivienda varios agentes de la Policía Nacional Revolucionaria con una orden de detención en su contra, y poco después, ya en la unidad policial, supo que sobre él pesaba una denuncia realizada por el Jefe de Sector policial de la localidad, el mismo que le había pedido prestado días antes una gran suma de dinero —la cual le fue negada por Omar—, pues aún le debía un préstamo anterior. En esa misma denuncia se le acusaba de haber cometido el delito de proxenetismo y trata de personas.
Las pruebas que pesaban contra él consistían en las declaraciones de un grupo de muchachas que atestiguaban haber estado alquiladas en la casa de Omar con extranjeros donde realizaban el acto sexual por dinero.
Al enterarse su hermano Onésimo de lo sucedido, estando su hermano Omar en prisión, decide ir a entrevistarse, con las féminas y logra que cada una de ellas, sin excepción, hicieran una declaración por escrito en la que dieron testimonio que fueron amenazadas por los que estaban a cargo de la instrucción policial, de ir presas si no declaraban en contra de Omar, por lo que todas las pruebas que sustentaban dicha acusación, fueron decaídas en el acto del juicio oral.
Sin embargo, se hizo caso omiso a las declaraciones de los únicos testigos y condenaron a Omar a 8 años de privación de libertad y más aún, le impusieron a su hermano Onésimo una sanción de 1 año de privación de libertad por haber cometido el delito de coacción, pues, también, sin prueba alguna, hizo la convicción de que fue Omar y no el instructor policial quien ejerció coacción sobre las muchachas para hacerlas declarar en contra de los argumentos presentados por la parte acusatoria.
Hoy, estas jóvenes, se encuentran privadas de libertad, por el delito de peligrosidad pre – delictiva, eso es, los agentes de la policía cumplieron sus amenazas. Inmediatamente, los hermanos Rosabal Sotomayor interpusieron recurso de apelación impugnando la sentencia del Tribunal Provincial de Granma.
La sentencia estipulaba como sanción accesoria, la expropiación de la vivienda de Omar en la que viven y nacieron sus hijos menores, lo cual fue llevado a cabo recientemente, cuando la misma fue allanada violentamente por funcionarios del Estado, perpetrando una flagrante violación del derecho de propiedad no sólo de Omar, sino también de sus hijos, que por derecho les pertenece y son ajenos a los hechos delictivos fabricados a su padre.
Pero la crueldad de los gobernantes cubanos y su falta de respeto a los sentimientos humanos se hacen evidentes cuando hace apenas unos días, Onésimo Rosabal Soto Mayor y su hermana, Nancy Rosabal Sotomayor, fueron citados por un alto funcionario del Ministerio del Interior, el Teniente Coronel, Amado el cual les comunicó que el caso ya estaba resuelto y que antes del día 20 de mayo, el Tribunal Supremo dictaría sentencia a favor de los hermanos, resolviendo así el recurso de apelación interpuesto, pues se había comprobado que se habían cometido errores en el proceso de instrucción. Nuevamente las esperanzas de los hermanos Rosabal Sotomayor que se hiciera justicia, renacieron y más aún, cuando hace apenas unos días, los funcionarios que habían allanado la vivienda, se retiraron de la misma.
“Ahora sí creo que al fin se va a hacer justicia”, me comentó Onésimo con lágrimas de emoción.
¿Y saben cómo terminó todo?
Pues bien señores, hoy, hace unas horas, recibo una llamada de Onésimo, casi no podía entenderle lo que decía, en la que me comunicaba, con un nudo en la garganta, que el Tribunal Supremo Popular había dictado sentencia ratificando las condenas de los Hermanos y la confiscación de la vivienda, pero para que no quede dudas de la (falta de) ética de los gobernantes cubanos, disponía también la confiscación de la bóveda donde descansan los restos de su padre y familiares.
Señores, ahora mismo, en este mismo instante, el Gobierno cubano, concebido a la imagen del ex dictador Fidel Castro Ruz y hoy representado por su inescrupuloso hermano, Raúl Castro Ruz, están perpetrando un acto de injusticia y de crueldad tal, que sólo puede ser concebido por mentes perversas y ambiciosas que albergan un desmedido desprecio hacia los sentimientos humanos.
Hoy, en este mismo instante, responsabilizo al dictador Raúl Castro y a sus lacayos, por las lágrimas de dos niños inocentes que sufren la ausencia de su padre y la pérdida de la casa que los vio nacer, por las lágrimas de un hombre decente que tendrá que pasar quizás los últimos años de su vida en prisión, de sus hermanos y las lágrimas de una anciana madre que tal vez, no pueda aguantar tanta pena y sufrimiento.
Gracias PanAmPost por abrir sus puertas al servicio de los que sufren en este mundo y permitir que las injusticias no queden, al menos, impunes ante la historia
Nelson Rodríguez Chartrand es conferencista, cofundador de la Biblioteca Libertaria Benjamín Franklin, y abogado graduado pero impedido de ejercer por el régimen en Cuba.