Por Gian De Biase*
Apenas han pasado 29 de años desde la caída del muro de Berlín que significó el triunfo de la república, la democracia y el capitalismo, frente a la dictadura, el totalitarismo y el socialismo.
En un bando, se encontraba la gran potencia occidental, los Estados Unidos de América, del otro lado, se encontraba la otra gran potencia, la extensa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Al desplomarse la URSS, cae la cortina de hierro, se revelan los horrores del socialismo y además, la batalla que ejercían ambas potencias por la hegemonía mundial culmina, dando como vencedor a EUA. Es así como nace la imperiosa necesidad por parte del bando perdido, de transformarse. Su líder había fracasado estrepitosamente, ya la URSS no podía seguir enviando recursos, era el momento del sálvense quien pueda y como pueda.
Es por esto, que el gran aliado caribeño de los soviéticos, la dictadura cubana, encabezada por Fidel Castro, plantea los partidos comunistas y socialistas de Iberoamérica crear el Foro de São Paulo, una cofradía de partidos político que tenía como finalidad llegar al poder e imponer el socialismo por vías democráticas, viendo que la vía violenta había fracaso.
Tienen su primer encuentro orquestado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São Paulo, es ahí cuando se plantea que se debe cambiar el sistema democrático desde adentro corrompiéndolo, replicando el modelo que Fidel Castro tenía en Cuba: una dictadura socialista disfrazada de república democrática, solo en papel y en palabra, en práctica es un vil totalitarismo, similar al de Mussolini, Stalin.
Pasan los años, y empiezan a triunfar gobiernos de izquierda en Latinoamérica, también debido al derrocamiento de múltiples dictaduras de derecha, es ahí cuando todo el plan tramado por Castro empieza su marcha, poco a poco, la dictadura cubana se empieza a reintegrar a la política regional, cuando había tenido un aislamiento internacional desde el año 1963.
Al triunfar la revolución cubana, Castro se dirige a Venezuela, era un país prometedor, acababa de llegar la democracia de la mano de gobiernos de izquierda democrática. El joven Castro llega a Caracas el 23 de enero de 1959, en el aniversario de la caída de la dictadura venezolana, es aclamado por muchos en aquel discurso que dio en el Silencio, y plantea claro los puntos de su visita:
¨Vine a Venezuela, en primer lugar, por un sentimiento de gratitud; en segundo lugar, por un deber elemental de reciprocidad para todas las instituciones que tan generosamente me invitaron a participar de la alegría de Venezuela este día glorioso del 23 de enero pero también por otra razón: porque el pueblo de Cuba necesita la ayuda del pueblo de Venezuela (…) Porque nuestra patria está sufriendo hoy la campaña más criminal, canallesca y cobarde que se ha lanzado contra pueblo alguno, porque los eternos enemigos de los pueblos de América¨.
Para posteriormente plantear que ese enemigo es Estados Unidos de América, argumentando:
¨(…) Estados Unidos interviene en Cuba, dijeron que para liberarla, porque —según declararon— la República de Cuba, de hecho y de derecho, debía ser libre e independiente, y lo que pasó fue que cuando llegó la hora de entregarles a los cubanos la isla por la cual habían estado luchando durante 30 años, resultó que los mambises ni siquiera pudieron entrar en Santiago de Cuba; se quedaron allí dos años ocupándola militarmente y, al final, el Congreso se apareció con una enmienda impuesta por la fuerza a la Constitución de la república, mediante la cual le daba derecho a intervenir en los asuntos internos de Cuba¨.
Pero Castro tenía otra idea en mente, como relató el periodista Guillermo Cabrera Infante en su libro Cuerpos divinos: ¨reunidos en la embajada lo oí cuando se preparaba para visitar a Rómulo Betancourt, lleno de esperanza, casi diciendo a sus íntimos (entre los que me hallaba forzosamente) que de esa entrevista dependía el futuro de Cuba. Pero otra fue la historia, cuando regresó de la misma embajada: venía furioso.
Se dice que Fidel Castro trató de negociar un acuerdo petrolero con Venezuela, pero que Rómulo Betancourt se negó, sobre todo, a las posiciones antimericanas que le hizo Fidel Castro´.
Como bien relató el periodista venezolano de la época del diario El Nacional de Venezuela, los mandatarios se reunieron en la quinta Mary-Mar el día 24 de enero, pocas horas antes de que se retirara Castro del país.
Betancourt relató posteriormente que Castro le pidió un préstamo de 300 millones de dólares, como Betancourt le dice que las arcas venezolanas no pueden prestar esa cantidad, Castro le solicita petróleo en condiciones favorables. Eso era inconcebible, Venezuela debía comprar el petróleo a las empresas extranjeras a precios internacionales y subsidiárselo a Castro, por lo tanto el presidente venezolano negó tal ridícula petición.
De ahí se tensionaron las relaciones entre la naciente dictadura cubana y la república venezolana. Fue tan rápido la ruptura de relaciones, que el 13 de enero febrero de ese mismo año, cuando Betancourt plantea la doctrina que llevaría su nombre estableciendo que ¨regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranice con respaldo de las políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante la acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica internacional¨.
Es así como Cuba estuvo aislada de la diplomacia latinoamericana, por llegar al poder mediante un golpe de Estado e instaurar una dictadura socialista. Esto fue hasta el año 1974, en el primer gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez reanudo las operaciones de entrega de petróleo y abogó por la admisión de Cuba en la Organización de Estados Americanos.
Fidel denunció y condenó el intento de golpe de Estado a Carlos Andrés Pérez en su segundo gobierno del año 1992, perpetrado por el teniente Hugo Chávez.
En el año 1994, al ser la causa de Chávez sobreseída (su cargo era intento golpe de Estado y de magnicidio), Castro no pierde tiempo, el teniente visita a la Habana invitado por el ahora anciano dictador Castro, y ahí iniciaría todo un entramado de imperialismo, donde Cuba pasaría a intervenir en la política de Venezuela con Chávez y Maduro, Brasil con Lula y Dilma, Ecuador con Correa, Bolivia con Evo, Nicaragua con Ortega, Chile con Lagos, y luego Bachelet, Argentina con los Kirchner, Uruguay con Tabaré y Mujica, entre otros.
Inicia el imperialismo cubano, todos esos gobiernos y dictaduras de partidos socialistas en su mayoría, empiezan a aplicar recetas populistas y socialistas.
El mejor ejemplo es Venezuela, que instauraron la receta cubana y actualmente padece una dictadura socialista con crisis económica, política y social. Es hora de darle un alto y denunciar el imperialismo cubano, que tanto daño ha causado a Latinoamérica, condenando a los pueblos del sur a dictaduras retrógradas, como el pueblo cubano que lleva 59 años de retraso en todos los aspectos.
¡Ya basta de impunidad ante los dictadores de izquierda! Es hora de la justicia en la América del Sur, y así lo consagró Brasil arrestando a Lula Da Silva por ser un vulgar ladrón, beneficiándose de su poder para robarle dinero al pueblo brasileño.
*Gian de Biase es politólogo y analista internacional.