Por María Oropeza*
La mayoría de esta generación ha dicho presente en todos los espacios que se han requerido para desafiar la tiranía. Yo sé que no elegimos vivir bajo este yugo socialista, sin embargo, cada día amanezco admirando más a todos aquellos que, sin miedo, salen a las calles a echar para adelante.
Creo que nos hemos convertido en unos sentimentalistas, no sé si por imprudencia o no, pero cuando se trata de la libertad y de la patria, no pensamos dos veces en poner en riesgo nuestras vidas, si ha de ser necesario, para vencer el mal y que triunfe el bien.
Y después de todo…
¡Cuántos conciudadanos nos han quitado estos veinte años de tiranía socialista!
¡Cuánta juventud nos ha quitado esta lucha!
Veinte años han sido suficientes para que mi generación reconozca la naturaleza de este régimen: criminal.
Veinte años han sido suficientes para que mi generación haya sido llorada por tantas madres que han tenido que ver cómo sus hijos se van, ya sea por la morgue o por Maiquetía.
Veinte años han sido suficientes para que mi generación pasara sus cumpleaños y navidades tras barrotes por pensar distinto.
Veinte años han sido suficientes para darnos cuenta que no queda otra opción que rebelarnos contra el opresor.
Veinte años han sido suficientes para entender que el socialismo no funciona y que solo atrae muertes, miseria y hambre.
Esta vez “poner el pecho por Venezuela” debe trascender lo simbólico, debe dar resultados tangibles.
Esta no puede ser una lucha más en la que conmemoramos a estudiantes y héroes caídos. También debemos conmemorar la memoria de aquellos profesionales que bajo este sistema no encuentran oportunidades para cumplir sus sueños aquí; aquellos jóvenes que dejaron las aulas de clases porque era eso o trabajar para poder comer. Es nuestro deber, asimismo, celebrar a aquellos que por avión, bus o caminando, han decidido buscar fuera de estas fronteras lo primero que aparezca: un plato de comida o libertad.
Esta no puede ser una lucha más. Es hora de honrar a esa juventud que sin conocer la libertad y la democracia, ha puesto el alma y su vida por vivirla y disfrutarla, no solo para sí mismos, sino también para las próximas generaciones.
Esta no puede ser una lucha más; nuestro objetivo es acabar a un régimen que ha sido capaz de quitarnos estudios, sueños, oportunidades, comida, justicia y libertad. Hoy, nuestra única opción es demostrarles que jamás podrán despojarnos de las ganas de vencer, de dar ejemplo de coraje y de ética.
Porque sí, ahora más que nunca ¡necesario es vencer y avanzar!
Esta es la generación a la que nadie enseñó como vencer una tiranía, pero que transmitirá a las venideras cómo nunca más permitir que algún autoritarismo se instale en cualquier país de nuestra región y del mundo.
Esta lucha no es una lucha más: es la definitiva y la vamos a ganar.
¡Arriba la libertad!
* María Oropeza es abogada y coordinadora juvenil de “Vente Venezuela”.