Por Juan Viale Rigo
En la actualidad, a todo aquel que decide pensar por sí mismo o emitir una opinión impopular puede sonar para muchos como un conspiracionista o como alguien que quiere llevarle la contraria al mundo. Esto me lleva a preguntarme dónde estaba el cuestionamiento y el pensamiento crítico de las personas, ahora que comparten las mismas opiniones y visiones sobre los diversos asuntos que nos atañen como sociedad. Y, lo que es aún más importante, cuál era la raíz de estas posiciones que ahora todos exponen como si fuesen una verdad absoluta. La respuesta llego en bandeja de plata: las redes sociales.
En el pasado las discusiones, los debates y el rechazo a las noticias o informaciones falsas eran mucho más frecuentes en las redes sociales, pero parece que en la actualidad los usuarios están más ocupados en tener posturas morales y opiniones similares. No obstante, estos postulados carecen a menudo de sustento teórico o empírico y, lo que puede llegar a ser realmente decepcionante, no tienen sustento argumental. Cada vez son menos las personas que emiten opiniones racionales, como si de un momento a otro los usuarios adultos pasaron a ser preadolescentes soberbios que creen tener la verdad absoluta en sus manos y que al más mínimo cuestionamiento o estimulo negativo, la impulsividad acompañada de la emocionalidad hacen una puesta en escena para defender a muerte una postura popular adoptada.
La quema del Amazonas fue un caso polémico que extrañamente resonó a los 10 días de comenzar el incendio. De un momento a otro despertó el interés del mundo y muy especialmente de los usuarios de las principales redes sociales, quienes de repente estaban informados sobre el tema, o eso es lo que ellos alegaban cuando se les cuestionaba sobre su interés. Lo que más llamó mi atención es que en todas las opiniones de los usuarios de Facebook había un factor común: todos estaban hablando del problema desde su componente político, es decir, “Bolsonaro es el culpable” o “Este es el resultado del capitalismo“. Todos parecían estar al tanto de lo que pasaba en Brasil, de sus cifras, y estaban empapados con la política de este país para emitir juicios.
Al principio, las dudas despertaron en mí sobre si realmente la información emitida por influencers, medios de comunicación y usuarios en general nacían de la genuina preocupación de lo que representaba el Amazonas para el mundo o, si era una campaña para responsabilizar al presidente Bolsonaro, quien no era el único responsable de extinguir las llamas que consumían el pulmón vegetal. Todo parecía creíble, hasta que investigando la veracidad de los hechos, choqué con una realidad distinta a la que me vendían los usuarios y medios de comunicación en las redes sociales: cifras sin magnificar, medios de todo el mundo desmintiendo el uso descarado de imágenes falsas y una Amazonas brasileña menos afectada en relación a Bolivia. Y luego de mucho indagar, llegué a la conclusión de que las redes sociales están no solo influyendo en las opiniones de sus usuarios, también están extinguiendo el pensamiento crítico y el desarrollo del criterio propio.
¿Cómo las redes sociales están influyendo en la opinión de las masas?
Para muchos, la existencia de algoritmos implementados por las redes sociales no es un secreto. Para quienes aún desconocen de su existencia, es un conjunto de cálculos que le permiten a las redes sociales decidir que contenido mostrarte y que es lo que quieres ver. Desde hace un tiempo, el contenido que consumes en las líneas de tiempo (timeline) no surgen del orden cronológico sino de la importancia y el interés que muestras por un tema o contenido, y en el caso de la publicidad, por un producto. Pero no solo el tuyo, también el de tus amigos a través de sus conversaciones en Messenger o por sus likes en lo que compartes. De este modo, se genera una reacción en cadena, haciendo viral cualquier tipo de contenido. La cuestión está en que gran parte del contenido viral fue ideado con la finalidad de influir en ti y tus círculos en redes sociales.
La existencia de un algoritmo mantiene a los usuarios en una zona de confort en la que solo leen y consumen lo que a ellos les interesa o lo que quieren escuchar, llegando a asemejarse tanto a la personalidad de la persona que, cuando aparece una noticia de un medio o una opinión ajena el usuario promedio, no la cuestiona y termina por adoptarla como si fuese una postura propia. Es aquí donde intervienen vergonzosamente algunos medios de comunicación, que aprovechándose de la falta de criterio y la comodidad de los usuarios de las principales redes sociales, apuestan por el sensacionalismo y la magnificación de un hecho para influir en las masas con el fin de favorecer tendencias o simplemente obtener más tráfico. En la mayoría de los casos, usan las herramientas publicitarias de las principales redes sociales.
Pocas veces nos preguntamos si la noticia o la información que leímos en redes es una verdad imparcial o es una campaña para favorecer tendencias, mucho menos sí forman parte de una agenda destinada a influir en nuestro pensamiento. Es por eso que las fake news y el sensacionalismo están jugando un papel fundamental en las posturas populares de los usuarios. Que cada vez responden más a lo emocional que a lo racional.
Redes sociales y juventud
Es en este punto donde debemos reflexionar sobre la influencia que puede llegar a tener en el desarrollo de la personalidad de un adolescente que esta mayormente expuesto a ellas. Si en el caso de los adultos funciona tan bien, imaginemos por un momento como influye en los jóvenes. No estamos dándonos cuenta de que la personalidad de muchos jóvenes es moldeada por las posturas morales, ideología y opiniones que les venden las redes sociales.
De acuerdo con un estudio realizado por el sitio web independiente, de los casi 2,8 millones de adolescentes de entre 12 y 17 años que cuentan con acceso a internet en España, más de 495 300 (18,2 %) presenta síntomas de adicción. Además, el estudio descubrió que los mencionados síntomas son ligeramente más comunes entre los menores de 12 a 14 años (18,83 %) que entre los de 15 y 17 años (17,56 %).
Las redes sociales están siendo útiles para la imposición de líneas de pensamiento, la difusión de mentiras y para influir en las opiniones del usuario promedio, siendo los jóvenes la población más vulnerable y susceptible a caer o adoptar posiciones populares. La juventud cada vez siente menos interés por la investigación, el cuestionamiento y el desarrollo de ideales propios. A falta de espacios para el debate y con sistemas educativos tan deficientes, es muy fácil que un joven compre todo lo que ve en redes, siendo esta su principal influencia. Ahora cuesta mucho menos comprender a la juventud, a los votantes y al comprador cada vez nos hace falta menos encuestas para saber qué es lo que las personas quieren escuchar o que es lo que necesitan. El populismo la tiene en bandeja de plata. La sociedad se hace más parigual, sumisa y fiel a “la cultura popular”. Estamos frente a una sociedad alienada de pensamiento que responde positivamente ante la retórica y la cursilería que está cada vez más acostumbrada a ver, leer y escuchar únicamente lo que ellos quieren o les interesa, a la que le molesta escuchar opiniones distintas y que pareciera que pretenden llevarse el algoritmo de las redes sociales a la vida real.
De acuerdo con los reportes digitales globales compartidos por We Are The Social y Hootsuite, el usuario promedio de las redes sociales ahora pasa 2 horas y 16 minutos cada día en plataformas sociales, lo que equivale a 15 horas y 12 minutos semanales en promedio. Esto representa un incremento de 40 minutos en relación al año 2014.
La adicción a las redes sociales va en aumento, es por eso que no debe tomarnos por sorpresa teniendo en cuenta que las redes sociales funcionan usando el mismo sistema de los casinos y los juegos de azar: las recompensas variables. Las redes sociales nos arrojan notificaciones cada cierto tiempo lo que motiva al usuario a esforzarse más para conseguirlas, ya sea comentando, compartiendo fotos o simplemente interactuando. El hecho de que puedas conseguir notificaciones nuevas genera mayor atracción al usuario que pasa cada día más tiempo en redes buscando ser visible, complacer al entorno, siendo así funcionales a su adicción.
El caso Cambridge Analytica
Desde que se implementó el algoritmo, los usuarios solo ven lo que ellos quieren ver o, en el peor de los casos, lo que los medios de comunicación masivos quieren que veamos. Vivimos en una era donde las redes están definiendo nuestro futuro, nuestra forma de pensar y al fin y al cabo, el futuro de nuestras naciones. Si las redes sociales están influyendo en elecciones, tenemos el deber de cuestionarnos sobre el futuro de nuestras democracias. ¿Pueden las redes sociales influir en las elecciones de un país?
En el año 2018 la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos abrió una investigación a Facebook que devino en un polémico juicio en el que la compañía tuvo que pagar 5 000 millones de dólares luego de que la investigación arrojara que la empresa manipulo los datos de más de 87 millones de personas sin su consentimiento. Sin embargo, lo más alarmante de este caso fue que hayan usado un test de personalidad para recolectar datos de usuarios y posteriormente vendérselos a la consultora Cambridge Analytica.
Un exempleado de la empresa confeso que recolectaron los datos de más de 50 millones de usuarios sin autorización, los cuales, en base a diversas denuncias fueron usados para crear perfiles de los votantes que tenían mayor posibilidad de ser persuasivos y así, con el uso de noticias falsas, lograron la magnificación de hechos y amarillismo e influir en las presidenciales de Estados Unidos en el año 2016. Lo mismo sucedió en el referendo del Brexit en Reino Unido.
¿Qué tarea tenemos y qué rol debemos asumir los comunicadores y medios de comunicación?
Tenemos la tarea de propiciar el debate y optar por el periodismo de calidad, basándonos en la veracidad de los hechos, el pluralismo de ideas y apostar al pensamiento crítico. Tenemos que incentivar a la población a creer en nosotros nuevamente y retomar las riendas de la imparcialidad para enfrentar la mentira y la deshonesta función de las fake news.
Tenemos que ser los protagonistas del despertar de la sociedad del mañana y esforzarnos por cautivar nuevamente al usuario incauto para lograr empoderarlo a desarrollar ideas propias que le permitan decidir desde su formación moral y cuál es su postura frente a los hechos que nos atañen como sociedad. Solo así estaremos preparados para evolucionar como sociedad y encaminarnos nuevamente por las riendas del futuro.
Todos somos comunicadores, pero debemos decidir qué tipo de comunicadores queremos ser.
Juan Viale Rigo es columnista y escritor venezolano