Por Álvaro Grajales:
Colombia atraviesa una de las crisis económicas y sociales más profunda de los últimos tiempos. Lo anterior se evidencia en la drástica caída del PIB en el segundo trimestre del 2020, el cual llegó al -15,7 %. Aunque la cifra es alarmante, es más que un número: representa a cientos de personas que perdieron su empleo, a cientos de empresas que quebraron y a otros cientos que están al borde de hacerlo.
En este momento, todos deberíamos estar pensando en un marco institucional que permita generar empleo y crear riqueza. Nuestra finalidad debería ser producir los incentivos necesarios para no castigar a los exitosos sino, por el contrario, premiarlos para que más personas se vean motivadas a arriesgar tiempo y capital para ejercer la función empresarial. Es impulsándola que saldremos de la crisis y se generarán los empleos que se perdieron y que peligran.
Sin embargo, hay una clase de semovientes que, en contra de la teoría y la evidencia empírica, quieren poner un tronco en la rueda del desarrollo económico de Colombia. Algo que debe generar indignación y repudio —en especial a los vallecaucanos— es el hecho que de ese grupo de semovientes hagan parte cuatro congresistas del Valle del Cauca.
Alexander López —Polo Democrático—, Roy Barreras —Partido de la U—, José Ritter López —Partido de la U— y Catalina Ortiz —Alianza Verde— conforman la bancada vallecaucana en favor de la pobreza. ¿Pero qué han hecho estos congresistas para ganarse el calificador de creadores de pobreza?
Sencillo, se les ha ocurrido firmar el proyecto de ley que tiene como finalidad subir impuestos. Sí, así como lo lee; a estos personajes se les ocurrió que la mejor manera de salir de la crisis es subirle los impuestos a las pocas empresas que sobrevivan, los pocos inversionistas que queden y los trabajadores que logren conservar su trabajo.
¿Pero qué tan grave es? Analicemos punto por punto de la receta expropiadora que nos plantean los honorables parlamentarios. Primero, proponen aumentar el impuesto de renta de las personas naturales del 39 % al 55 %. Es decir, si el fruto de su trabajo durante todo el año es de 100 pesos, el Estado le quitaría 55 pesos y solo dejaría 45 para usted. Mejor dicho, sería mejor no esforzarse. ¿para qué producir si el Estado le quitará más de la mitad?
Segundo, También proponen modificar la tarifa de ganancia ocasional para las herencias, la cual puede llegar hasta el 33 %. Tercero, la tarifa de retención en la fuente aplicable a los pagos gravables efectuados por las personas naturales o jurídicas, las sociedades de hecho, las comunidades organizadas y las sucesiones ilíquidas, originados en la relación laboral, o legal y reglamentaria, y los pagos recibidos por concepto de pensiones de jubilación, invalidez, vejez, de sobrevivientes y sobre riesgos laborales pasaría al 55 %. Es decir, si usted es pensionado o recibe una pensión de invalidez de 500 pesos, el Estado se le llevaría 275 y le dejaría 225 pesos para usted y su familia.
Cuarto, también buscan subir el impuesto a los dividendos, el cual pasaría del 10 % al 20 %. Quinto, el impuesto al patrimonio pasaría del 1 al 6 % y se empezaría a pagar desde los 3 mil millones de pesos.
¿Pero qué efectos tendrían estos impuestos? Verbigracia, hablemos del impuesto de renta y a las herencias. Si el impuesto de renta se sube de una manera tan estrepitosa como proponen estos congresistas, dentro de los principales efectos que tendríamos estaría la reducción del ingreso monetario y real de los colombianos, ergo, su nivel de vida. Lo que proponen los señores es que se nos cobre más por trabajar y menos por el ocio, lo que indiscutiblemente creará una tendencia a trabajar menos. Ahora, entre menos dinero tengan los colombianos en el bolsillo, mayor será su tendencia al consumo presente afectando el ahorro y la inversión. Dicho sea de paso, el ahorro y la inversión serán fundamentales para la creación de riqueza y empleos.
Ahora, el impuesto a las herencias tiene un impacto devastador que, en palabras de Rothbard (2015), tiene dos aspectos: primero, afecta a grandes sumas, pues en algún momento, dentro de pocas generaciones, toda propiedad deberá pasar a determinados herederos; segundo, la perspectiva de un impuesto sobre la herencia destruye el incentivo, y el poder de ahorro y de construir un patrimonio familiar. Dicho de otra forma, ¿para qué trabajar para construir un patrimonio para usted, su pareja y sus hijos si el Estado no lo va a respetar? Para estos señores no fue suficientes todo el dinero que el Estado le arrebató durante su vida vía impuestos, sino que también se lo quieren castigar después de muerto, arrebatándole una porción de ese trabajo que usted le quiere dejar a su familia.
Mientras muchos países se están enfocando en la libertad económica —desregulación de los mercados, eliminación y disminución de impuestos y del tamaño del Estado— para incentivar la creación de empresa, empleo y por ende la creación de riqueza, personas como José Ritter López —Partido de la U— y Catalina Ortiz —Alianza Verde— acuden a la fórmula más arcaica y nociva para la recuperación económica. Según ellos, el camino es atacar a los que ejercen la función empresarial.
Congresistas como José Ritter López y Catalina Ortiz se han convertido en potenciales generadores de pobreza en el país. Esto nos muestra cómo la izquierda acabaría con el aparato productivo de Colombia si logra llegar al poder.
Álvaro Grajales es libertario y estudiante de derecho en la Pontifica Universidad Javeriana Cali.