
Desde el primer semestre del año la desaceleración de la economía en mercados emergentes y desarrollados nos amenazaba con otra recesión sin disfrutar antes de la burbuja expansiva, pues los errores de inversión de la gran depresión no se corrigieron sino que se refinanciaron con nuevo crédito barato. ¿Puede desinflarse en recesión una burbuja crediticia que apenas comenzaba a inflarse? Fácilmente si las roturas por las que se desinfló no se parcharon. Ir de la expansión a la recesión requiere que el crédito se degrade por la morosidad al evidenciarse que se financiaba lo que carecía rentabilidad, como explica el economista y gestor de fondos de inversión Daniel Lacalle: “El problema no es de liquidez sino de saturación del modelo de crecimiento endeudado” y través de ese cristal las señales son ominosas: crecimiento de la morosidad en créditos a familias y empresas en la banca de los Estados Unidos, una banca europea sobredimensionada y comprometida en financiar Estados insolventes y proyectos sin rentabilidad en economías intervencionistas sometidas a incertidumbres políticas crecientes. La crisis bancaria italiana es un buen ejemplo reciente.
Durante los últimos años la Reserva Federal y el Banco Europeo coincidían en impulsar con crédito barato unas economías que no reorientaron las malas inversiones de la gran recesión, lo que junto a la escasa transparencia con la que se ocultan malas inversiones con más crédito barato en China suma incertidumbre sobre incertidumbre para quien entienda lo frágil que un modelo de economía comunista con enclaves semi-capitalistas podría resultar al evidenciarse sus vicios ocultos.
Morosidad en UE y los Estados Unidos
El investigador de UFM Market Trends, Olav Dirkmaat, advertía en junio del aumento en la morosidad en los créditos a familias y empresas en los Estados Unidos, pues después de que Janet Yellen subiera el tipo de interés un cuarto de punto la tasa de morosidad en el crédito comercial e industrial subió 50%, empujando prestatarios marginales hacia la bancarrota, nos dice que “hoy el peligro es mayor pues tenemos datos que indican un crecimiento en la tasa de morosidad en otros sectores de la economía estadounidense, y es de temer que al publicarse en agosto datos nuevos de la banca muestren un claro deterioro del crédito bancario en Estados Unidos”.
Generalmente creemos que la Reserva Federal supera en inflacionismo al Banco Europeo, pero las presiones en la Unión Europea por crédito barato a Estados y empresas cambian hoy los papeles, como señala Dirkmaat: “los dos mayores bancos centrales cometen un gran error al pensar que los tipos bajos son la panacea pues sólo distorsionan precios y decisiones de inversión al nivel de empresa”, a lo que agrega Lacalle que “el principal problema de la política monetaria es que perpetúa las burbujas y se ha convertido en una subvención a los sectores de baja productividad “zombificando” la economía con más riesgos que beneficios por tipos artificialmente bajos y liquidez extrema”. Pero aclara Dirkmaat, “mientras el BCE mantiene los tipos bajos la FED pretende subirlos haciendo más difícil la re-financiación en Estados Unidos e impulsando un fortalecimiento del dólar contra el euro que tiende a bajar más los beneficios empresariales que en los Estados Unidos ya se deterioraban al punto que hubiera pensado que ya estaríamos en recesión”. Desde otro punto de vista el peligro europeo es mayor, como explica Lacalle: “Si consideramos que la banca financia un 80% de la economía real en la Unión Europea contra un 20% en los Estados Unidos, el mayor problema de la banca europea es su excesivo peso en la economía, agravado por su excesivo apalancamiento y por los préstamos de difícil cobro que están en el orden de los 900 mil millones de euros”.
China: el elefante en la cristalería
Personalmente pienso que la mayor fuente de incertidumbre es la ausencia de transparencia y la magnitud de la expansión del crédito ocultando errores de inversión en un modelo tan frágil como el chino. Lacalle afirma que “en China es claramente un problema de transparencia. Es imposible que sus préstamos de difícil cobro sean solo un 1,5%. En el centro de todo está un modelo bancario hiper-endeudado a más de 25 veces sus activos y muy ligado a un sector público deficitario, de baja productividad, y con una rentabilidad bajísima para su apalancamiento”, mientras Dirkmaat adelanta que “China sin duda sufrirá eventualmente una crisis bancaria que al llegar a la superficie tendrá un fuerte impacto sobre las otras economías. Podría incluso disparar una recesión en los Estados Unidos o ser un problema adicional cuando ya estén en recesión”.
En China el crecimiento que sacó a millones de la miseria empezó con la aceptación parcial de la propiedad privada y el mercado, pero también dependió de exportaciones impulsadas en crédito barato y manipulación cambiaria sin las que no se concentraría en empresas gubernamentales de dudosa rentabilidad.
Lacalle explica que “siempre estamos cercanos a una recesión porque la fragilidad del sistema es muy alta y la sobrecapacidad pesa cuando con la extrema saturación de deuda una unidad adicional de deuda no solo no genera más crecimiento sino que genera menos, y así salimos de las crisis más endeudados, con menos crecimiento potencial y un sistema más débil”. Coincido completamente, y como habitante de un país hundido en la miseria por década y media de socialismo radical en medio de una bonanza exportadora, el impacto que temo en la próxima recesión es el que sufrirían las economías más debilitadas por la represión de sus mercados. Mientras se mantenga la fragilidad inherente a nuestro sistema monetario y financiero actual viviremos con la recesión en la puerta. El gran problema es que una economía con las peculiaridades de la China pasó la depresión global evitando las reorientaciones de capital que necesitaba, haciéndose así la más frágil de las grandes economías. Cuando China no pueda ocultar sus problemas podemos temer además de otra recesión global, el reingreso en la pobreza de millones de chinos con lo que la economía que muchos consideran el nuevo motor industrial del mundo enfrentaría problemas mayores que una simple recesión.