
La nueva crisis está en Italia. Se habla menos del Brexit; mientras en el Reino Unido el Parlamento responde no a la caprichosa petición de repetir el referéndum sobre la UE, la nueva Primera ministra Theresa May coloca en la cartera de relaciones exteriores a Boris Johnson y crea una cartera para la salida de la UE, dejando claro que aunque hizo campaña por el remain su gobierno asume el brexit, con todos los problemas y oportunidades que implica.
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La libra que había caído sube mientras que tiende a bajar el Euro, cuando hasta los desinformados comienzan a notar que el Reino Unido tiene ahora la posibilidad de hacer tratados de libre comercio fuera, y muy lejos de la UE, y que con todos sus problemas, las finanzas públicas británicas lucen más sanas que las del promedio de la UE.
La enfermedad europea
La enfermedad financiera parece estar del otro lado del canal. Y la crisis italiana es el síntoma más reciente de un problema que de no corregirse, será recurrente. Los problemas de solvencia en la banca de la cuarta economía de Europa han sido tema de la prensa especializada desde el 2010 con advertencias sobre el problema de la banca Italiana en lo que los eurócratas en neolengua llaman “créditos de difícil cobro” y que se debe traducir a la realidad: “casi todos: incobrables”. La banca italiana acumula EUR€200 mil millones en incobrables, por lo que algunos de los principales bancos de Italia valían a principios de esta semana en la Bolsa de Milán cerca de 60% menos que hace seis meses. No es que la perdida de capitalización bursátil implique perdida de solvencia, sino que a veces ocurre como reflejo de aquélla;, la banca, a fin de cuentas, debe a la vista casi todo lo que presta a plazo; si todos los depositantes se presentaran juntos a retirar, no habría con que pagarles, en ese sentido es ilíquida por diseño, pero insolvente será únicamente cuando lo que le deben a plazo no valga más de lo debe a la vista. Pues lo que les deben a plazo los bancos lo pueden descontar por efectivo para cubrir obligaciones a la vista, en su Banco Central o en el mercado. Pero si lo que les deben a plazo es en parte incobrable, esa parte no se puede hacer líquida en esa forma y el problema ya no es de liquidez sino de solvencia. Ese es el problema de la banca en Italia.
El problema de la banca europea
El presidente de la consultora internacional dominicana DatAnalitica, Osmel Brito-Bigott, explica que la banca europea tiene características que la hacen potencialmente más frágil que la de otras regiones del mundo desarrollando: “La banca europea simplemente es demasiado grande, sus activos están hoy en el orden 320% del PIB de la zona Euro, y dentro de esa banca sobredimensionada hay demasiada banca pública que pese a conceder los peores prestamos capta gran parte de los depósitos del público, ambas cosas por motivos políticos, pero a eso hay que sumarle que el BCE ha mantenido una política de bajos tipos de interés y alta liquidez tras la crisis inmobiliaria en la que se realizaron reformas financieras en países como Irlanda y España, pero no en otros como Italia que acumulaba distorsiones que ahora saltan a la vista. El asunto de los incobrables es serio, en la banca Europea hay incobrables por no menos de EUR€900 mil millones, y no se van a transformar en cobrables porque se les denomine con eufemismos ni porque se insista en expandir el crédito cuando hasta la lógica del propio intervencionismo financiero, ya no digamos una reforma de mercado real, les indica que deberían hacer lo contrario”.
El economista y gestor de fondos de inversión español, Daniel Lacalle, explica que “en Europa a la banca le han diagnosticado el “saneamiento” mucho antes de tiempo por la obsesión de los Estados de que los bancos se lancen a prestar velozmente en un momento en que las condiciones no aconsejan prestar más porque la demanda de crédito solvente no crece. Con su política de represión financiera la UE ha debilitado a la banca en lugar de permitir que se fortalezca.”
Y claro, ante el riesgo de la banca italiana que acumula “prestamos de difícil cobro” estimables entre EUR€200 y EUR€350 mil millones, el acuerdo del Consejo Europeo con la directiva de 2013 para la recapitalización bancaria ante episodios de insolvencia, con cargo a accionistas y tenedores de bonos en lugar de al presupuesto público, pareciera esfumarse. O al menos a eso aspira el primer ministro italiano Mateo Renzi, antes defensor del acuerdo y ahora temeroso de que si se aplicase en Italia se llegaría a quiebras que afectarían a los depositantes, con el enorme costo político resultante.
Creo que la clave política del problema es el peso en el mismo de la banca pública, donde el accionista es el Estado, los incobrables son “contactos” políticos y los depositantes son a su vez votantes. Como hablamos de una economía que pesa mucho en la Unión, no creo que se imponga la directiva, pues como explica Lacalle “el problema de Renzi es que no hay manera matemática de cubrir el riesgo de una banca descapitalizada únicamente con ampliaciones de capital y acudiendo a los tenedores de bonos. Al final están rescatando a los depositantes, nos guste o no, porque hay más de 600 entidades, muchas públicas, con conexiones políticas con municipalidades y otros entes públicos, y que han perpetuando sus desequilibrios. Lo he dicho hace años, a la banca europea se le exige soplar y sorber al mismo tiempo. Reforzar capital y prestar mucho más, financiar Estados deficitarios y dar crédito a familias y pequeñas empresas cuando realmente no lo demandan. En Europa seguimos pensando que todo se soluciona con más crédito, un gran error que conduce a otro, exigir que lo que no preste la banca privada lo preste la pública, por lo que algunas de las entidades con peor situación de solvencia de Europa son públicas. En el caso español fue evidente, el rescate tuvo que hacerse a las cajas públicas ineficientes, mientras la banca privada se recapitalizó vía mercado.”
Coincido plenamente con Lacalle, los problemas se dan por un modelo de crecimiento artificial por medio del crédito barato y la represión financiera, una banca pública abocada por motivos políticos a llenarse de incobrables, y la ausencia de una reforma que con un mínimo de transparencia asuma el problema de la banca pública y permita la recapitalización sana de la privada, sin forzar neciamente en la expansión del crédito cuando no hay demanda de crédito solvente a la vista.
El rescate sin reforma es un espejismo
Osmel Brito opina que “por desgracia no habría mucha diferencia entre recurrir a los accionistas o al presupuesto cuando el problema de solvencia se concentra en la parte de la banca en la que el Estado resulta ser a un tiempo el accionista y el deudor directo o indirecto de los incobrables, y me temo que ese sea el caso en Italia. Y si es así, no veo como pudieran hacer un ball in que no terminase siendo en realidad un ball out para el caso de la banca pública” Sin entrar en los complejos detalles técnicos, es un buen punto, porque si la quiebra de un banco privado afectase los depósitos del público local el problema político sería enorme en la Europa del consenso socialdemócrata, pero si se llegase a eso, con la banca pública serían mucho peor, porque además se estaría admitiendo que el modelo simplemente no funciona. Que la banca pública que presta al propio Estado y a proyectos de dudosa solvencia por motivos políticos arriesgue en eso depósitos del público al que se ha guiado, también por medios políticos, a tener sus depósitos en esos bancos, es obviamente un riesgo que terminaría en quiebras si no se recurre a los impuestos de todos para evitar que se pierdan los depósitos de muchos. Por eso pienso que Renzi tendrá su rescate con apoyo de Bruselas, y esquivará nuevamente la reforma que Italia, en particular, y la UE, en general, necesitan en su sistema bancario y en su política crediticia.
Cualquier cosa antes de admitir que, como concluye acertadamente Daniel Lacalle “Todos las normas que quieran no van a solucionar el problema del modelo de crecimiento en que el sector financiero se endeudará en más de 20 veces sus activos para prestar a sectores rentistas. Y una vez endeudado e intervenido, volverá a rescatarse con impuestos. No se puede seguir exigiendo a la banca que financie a sectores de baja productividad y Estados deficitarios a tipos irrisorios, y acusar a los bancos, primero de no prestar y luego de no gestionar el riesgo. Tal vez la banca suba en bolsa porque se va a rescatar a los italianos. Pero es un espejismo en un entorno de represión financiera, y hasta que no entendamos que el principal objetivo de los Estados y el BCE debe ser desbancarizar de verdad y potenciar la financiación privada, identificada con los objetivos de pequeñas, medianas y grandes empresas productivas, iremos directos a la próxima crisis europea.”